Ambos se quedaron en un silencio de sorpresa por un par de segundos, cómo si ambos estuvieran esperando para ver quién salía de su asombro primero.
Felicia fue quién decidió actuar antes, suspirando con una expresión de entendimiento en su rostro antes de hablar.—Sinceramente esperaba que despertarás en una hora más —Luego de esto, se hizo paso al lado de el desconcertado caballero rubio para colocar la bandeja sobre el escritorio —Por favor, al menos siéntate. Todavía no estás en condiciones de caminar.
Ambrosio regresó a su cama, confundido e incómodo por tener a alguien más en su espacio privado. Sentía que ella no era la primera extraña qué había estado en su cuarto, pero tampoco recordaba con exactitud quién más podría haber estado ahí. Sea como fuerte, el descendiente de Gloriana no pudo hacer más que obedecer y regresar a la cama, aún alerta y con mil preguntas en su mente. Pero primero lo primero.
—¿Qué sucedió?
Aquella pregunta había salido en un tono más brusco del que le hubiera gustado usar, pero eso no parecido afectar a la directora.
—La ceremonia de nombramiento... Me temo que fue un desafortunado desastre, Ambrosio.
—Ya me imaginaba algo así —Aclaró Piel Dorada, ligeramente molesto por la ambigüedad de esa respuesta —Lo que me interesa son los detalles. Me imaginaba que la ceremonia había salido mal. ¿Pero porqué? ¿Quién lo hizo? ¿Cómo llegué aquí?
La directora no respondió al instante, tan solo le entregó a Ambrosio un plato con sopa mientras su expresión solo denotaba lástima.
—La ceremonia estaba saliendo a la perfección. Sin embargo un villano irrumpió y... ¡Ay, Ambrosio! —Felicia emitió un dramático sollozo, haciendo el ademán de quitarse una lágrima del ojo —Asesinó a la reina...
Piel Dorada no pudo decir nada por un par de segundos. Recordaba eso, más o menos, solo sabía que había un extraño rayo verde y ahora sabía que eso probablemente había asesinado a la reina. Pero respecto a quién había sido el responsable de impactarla con aquél arma...nada.
—¿Se tiene la identidad del asesino?
—Si, ya se mandaron tropas para buscarlo —Aseguró la Directora, con un tono solemne —Pero insisto, después de ese golpe que te diste en la cabeza te dejó muy mal. Estuviste inconsciente todo un día, por lo qué aún no estás en condiciones de reanudar tus deberes, tienes que descansar.
—Directora, asesinaron a la reina —Ambrosio se levantó de la cama, tratando de ignorar su molesto mareo —No puede pedirme que simplemente no haga nada...
—Tómalo con calma —Insistió la mujer —Aún no estás muy débil y es precipitado que hagas cualquier cosa ahora.
El rubio no pudo negar que no se sentía precisamente bien, pero la idea de quedarse sin hacer nada le molestaba más que el dolor en su cabeza.
—¿Al menos puedo saber la identidad de quién se atrevió a matar a la reina?
Las comisuras de los labios de Felicia se curvaron en una muy ligera e imperceptible sonrisa.
—Puedes, si eso quieres —Respondió, en un tono aparentemente neutral mientras se dirigía a la puerta del cuarto, con intención de irse —Todo el informe está en la base de datos. Pero insisto, por ahora deberías descansar, y de paso comer algo, necesitas recuperar energías.
—Espere —Ambrosio ahora ase escuchaba molesto —Tenía mi computador aquí...¿Qué pasó con el?
Felicia tan solo se detuvo por un par de segundos, antes de mirar al caballero de reojo.
—Está en mantenimiento...
Antes de que Ambrosio pudiera seguir interrogándola, la directora desapareció, cerrando la puerta tras ella y dejando al rubio aún más confundido si eso era posible, sabiendo que aquella respuesta no tenía ningún sentido.
Sin tragarse aquella mentira, esperó un tiempo considerable antes de volver a levantarse de la cama y salir de su cuarto, con el objetivo de ver el rostro del asesino de la reina. Aún se tambaleaba un poco al caminar y su cabeza seguía dando vueltas, pero poco a poco se estaba recuperando.
Un extraño escalofrío recorrió su cuerpo al ver la última puerta de los dormitorios, como si supiera que algo importante estaba del otro lado de aquella puerta. Sin embargo no se quedó paralizado más que un par de segundos, pensando que ya había estado inactivo de su deber el tiempo necesario, necesitaba actuar, quería actuar.
Al llegar a la sala principal varias miradas curiosas se posaron en él y hubo un largo e incómodo. Lo típico de cuando alguien que se desaparece por todo un día, supuso.
—¿Qué? Por favor, señores, no están viendo un fantasma.
Tras aquel reclamo, todos volvieron a sus labores habituales, fingiendo que nada extraño acababa de pasar. El caballero entonces se sentó frente a un monitor libre, ingresando los datos correspondientes para acceder a su cuenta, tratando de ignorar todas las miradas curiosas qué de vez en cuándo se posaban sobre él. Buscando un poco en la red se encontró con el famoso "Asesino de la reina".
Ballister Valentoni.
El nombre resonó en su mente, como un eco debajo del agua, como si lo hubiera oído en algún otro sitio. Y se rostro... ¿Aquél era el hombre qué había matado a la reina?.
No había terminado de procesar todo aquello, cuándo alarmas sonaron en todo el complejo, alertando a todos en el lugar.
Ambrosio no perdió tiempo y se levantó rápidamente listo para entrar en la batalla, sintiendo que iba a desmayarse de nuevo por el fuerte mareo que tuvo, a la par que se daba cuenta de un detalle pequeño pero muy importante: No tenía ni su armadura ni su espada cerca.
Al final de eso, decidió correr hacía la acción de todos modos tomando prestada la espada de otro caballero .
Al dar la vuelta en un pasillo finalmente lo vio. Ballister se hallaba cargando el cuerpo inconsciente de el escudero al lado de una chica pelirroja. Si, definitivamente algo que un criminal haría.
—¡Detente justo ahí!... ¡Baja al escudero ahora!
—Ambrosio...yo... Esto no es lo que parece , lo juro.
—No intentes endulzar las cosas, jefe —Intervino la pelirroja
Ambrosio no entendía nada.
—¡Tú no hables cómo si me conocieras, asesino! ¡Y tú, niña...Atrás, no intentes nada extraño.
Valentoni miró al rubio con extrañeza, avanzando un par de pasos hacía el rubio, antes de qué este lo amenazara con su espada.
—Hablo en serio... Tú y tu cómplice están arrestados...
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Whispering in his ear
Fiksi PenggemarNo lo conozco... No lo conozco... No lo conozco... No lo conozco... No lo conozco... No lo conozco... No lo conozco...