Capítulo 7

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Una hora después, se encontraban en el carro de Nita, regresando a la fraternidad. Yuki estuvo molestándola todo el camino.

"Yuki, por última vez, no le dije nada. Solo te está molestando" le dijo, exasperada por su reticencia a creerle.

Por lo que, la mayor parte del camino, tuvo que contarle sobre su conversación. Al final, la había tomado de las manos, mientras refunfuñaba. "Te creo y estoy orgullosa de ti, no hay necesidad de volver a hablar de ese cabrón"

Satisfecha de que finalmente hubiera dejado el tema, se relajó en el asiento, disfrutando del camino de regreso a Sam.

Sí, Sam. Comenzó a pensar en la mañana que compartieron, desde el momento que tuvieron en la cama hasta la mano ajena metida dentro de sus joggers en el restaurante. Lo que le recordaba que se había quedado con las ganas y que seguía excitada. 'Debí de haberme encargado de eso en la regadera' pensó.

Antes de irse, las tres decidieron empacar una mochila, solo por si acaso.

Luego de estacionar el carro, cada una agarró su mochila y caminaron al interior de la casa. Lo primero que notaron fue lo sola que estaba, lo que significaba que el resto seguían dormidos o haciendo lo que sea que hacían los chicos de fraternidad los domingos, quizás llevar la ropa sucia a sus padres y comer algo casero.

Las tres subieron por las escaleras, Nita se metió a la habitación de Kirk y Yuki a la de Tee. Ella consideró brevemente hacer lo mismo, pero en su lugar, se decidió por tocar la puerta primero. Tenía un poco de educación.

Sam abrió, luciendo tan sexy como antes de que se hubieran separado.

"Hola" Mon dijo, de pie frente a la puerta. Ella le ofreció la mano, dándole un tironcito para que entrara a la habitación.

"Hola, me alegra que volvieras" respondió.

La castaña se percató de que solo estaban ahí, mirándose la una a la otra. "Claro que volví"

La pelinegra la envolvió en un abrazo. "Mon..." susurró. Esa mirada profunda viajaba de sus labios a sus ojos. "¿Te puedo besar?" preguntó.

La castaña sonrió, asintiendo mientras se estiraba y ella se inclinaba, sus labios encontrándose a mitad del camino. No se separaron cuando Sam cerró la puerta de una patada.

El beso era suave, pero lleno de deseo. Dejó caer la mochila a sus pies, tomándola de las mejillas con ambas manos y luego enredando los dedos en su sedoso cabello. Las manos de la pelinegra la sostenían del trasero, acercándola más a ella. Mon sintió cómo su cuerpo volvía a la vida ante el contacto.

Sam era como un cable de luz al que no podía resistirse de tocar por más que le diera choques eléctricos. Las dos entreabrieron los labios, intensificando el beso cuando sus lenguas se acariciaron en un roce ahora familiar. Las manos que tenía enredadas en su cabello fueron descendiendo hasta meterse dentro de su camiseta, arrastrando las uñas sobre su espalda, solo lo suficiente para que gimiera.

La más alta la alzó, instándola a que enredara las piernas alrededor de su cintura y la empujó contra la puerta, causando que el beso diera un giro apasionado.

"Mierda, ¿Qué me estás haciendo?" Sam jadeó cuando rompieron el beso, solo para pegar los labios a su cuello, rozando su punto de pulso con los dientes y chupando un poco, provocando que su cuerpo temblara.

La agarró del cabello con la fuerza necesaria para que la mirara y volvió a unir sus labios. La necesidad que tenía, incrementaba, frotándose contra ella lo mejor que podía debido a su posición.

𝚅𝚎𝚛𝚍𝚊𝚍 𝚘 𝚁𝚎𝚝𝚘【+18】Donde viven las historias. Descúbrelo ahora