día 7: los caballitos de mar mueren de amor.

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"Los caballos de mar son una de esas especies que escogen a una pareja para toda la vida.
Una vez que uno muere, tarda poco tiempo en morir también el otro.
No pueden vivir uno sin el otro, por eso se dice que los caballos de mar mueren de amor".

-La Vida Inmoral de la Pareja Ideal.


Eran los años 90, nos ubicamos en Ciudad de México, en uno de los colegios más prestigiosos en esos tiempos. Yo era hijo de un padre no tan presente. Por su parte, Craig era el hijo de una familia católica común mexicana.

Nos conocimos en una clase. No nos llamaban por nuestros nombres, sino por números. Yo era "956529". Odiaba que me llamaran así. Solamente Tweek era suficiente.

Conocí a Craig y a Tricia en clase de ballet. No había danza contemporánea, así que tuve que meterme a ballet. El maestro era muy raro. Nos veía a Craig y a mí con ojos de deseo.

Recuerdo que la primera vez que hablamos, él me llevó a un balcón en un edificio antiguo. Nos saltamos la clase, y prometimos responder con la verdad.

-Me gustan las personas Leales.- dijo Craig.

-Yo soy Leal de apellido.- le respondí.

Ambos reímos.

-Número diez: ¡Soy virgen!- mencionó, extendiendo la mano.

-¡Soy virgen!- respondí, tomando su mano. - ¡BONUS!-

-Piénsalo bien.-

-¿Cuál es tu canción favorita?-

-No la conocerías, es de un grupo chileno.-

-Anda, dime.-

-¿Conoces a Los Prisioneros?-

-No te pares frente a mí, con esa mirada tan hiriente...-

-Puedo entender, estrechez de mente, soportar la falta de experiencia, pero no voy a aguantar... ¡ESTRECHEZ DE CORAZÓN!- cantamos simultáneamente.

A partir de ese encuentro, supimos que fue amor a primera vista. Le dí un dije de caballo de mar, una coincidencia graciosa considerando lo que pasaría después.

Nuestra primera vez fue en El Último Rincón Del Mundo, un ático ubicado cerca del colegio. Nos entregamos en cuerpo y alma, sin embargo, ambos creíamos que el amor y el sexo no tenían una relación establecida, o que amor y sexo estaban separados. Así que, como ambos estábamos de acuerdo, establecimos una regla: ser leales, no fieles. No haríamos nada sin el consentimiento del otro. Nuestro amor era distinto a nuestra intimidad.

La relación avanzó, se sentía una conexión real. Sin embargo, su hermana Tricia nos delató ante su madre. Nos separó... Pero no por mucho tiempo.

Estuvimos alejados hasta que organizamos un plan para ir a San Miguel de Allende a una exposición de desnudos llamada "Los caballos de mar". Tricia quería ser fotógrafa, así que por eso fue con nosotros. Asimismo, nos acompañó Karen, su amiga. Karen nos ayudaba a estar juntos, pero Tricia siempre terminaba arruinando nuestros planes.

-"Los caballos de mar son una de esas especies que escogen a una pareja para toda la vida.
Una vez que uno muere, tarda poco tiempo en morir también el otro.
No pueden vivir uno sin el otro, por eso se dice que los caballos de mar mueren de amor".- leí en voz alta con Craig a un lado.

-Somos como ellos.- dijo dirigiéndose a una pecera, cuyo contenido eran dos caballos de mar.-

-No podemos vivir el uno sin el otro.- afirmé, colocándome del lado opuesto a él. Era hermoso, la verdad. Verlo con esa perspectiva hacía que quisiera morirme mil veces de lo hermoso que era. Se acercó, y nos besamos apasionadamente.

Clic.

-Ustedes si son unos caballos de mar.- dijo la fotógrafa, quien subió las escaleras de manera provocadora.

-Es la mujer más impresionante que he visto.- le dije a Craig.

-¡Cierra la boca! Estás babeando. Me la ligaría por tí.- me respondió.

-Te dije lo mismo con el maestro de danza.-

-Si, y nunca pasó.- me dijo en un tono de reproche, pero de forma divertida.

Nunca pensamos que eso se haría realidad.


Tuvimos un encuentro con la fotógrafa, quien nos tomó fotos artísticas en medio del acto. El sello de nuestro acto de amor. Nos las dió y Craig las guardó abajo de su colchón. Nuestra relación era mal vista por su familia.

Todos nuestros planes iban a la perfección, hasta que se nos ocurrió traer a Tricia, Karen, y el profesor de ballet mientras nos drogabamos con su receta especial de chocolates. Tricia dejó una cámara rodando, y Karen le tuvo que decir dónde teníamos las fotos. La tramposa puso todo en mi mochila. Nos expulsaron a ambos de la escuela. Fue horrible, por qué incluso nos tacharon de inmorales.

Nos vimos para hacer el amor por última vez.

Fue incómodo. Él me dijo incluso "nunca más", mientras aventaba la cámara y el dije de caballo de mar por la ventana. No nos volvimos a ver...

O no hasta ahora.

Fue curioso, porque nos encontramos justo en San Miguel de Allende. Ambos fingimos tener otra vida. Esposo, esposa, hijos. Mismos que eran falsos. Fuimos al teatro donde vimos a la fotógrafa a una exposición de baile, con las canciones que solíamos escuchar en nuestra adolescencia. "No dejes que..." de Caifanes, "El mundo bajo el Brazo", entre otras. Se sentía como si tuviesemos que volver. Fuimos todos a cenar, como si fuese una película. Al final, Craig supo la verdad. Yo nunca le mentí, sino Tricia. Ella nos separó. Incluso, demolió el último rincón del mundo.

Éramos jóvenes. Queríamos comernos al mundo. Sin embargo, muchas cosas nos separaron. Me atrevo a decir que estábamos adelantados a la época. Pero hoy, estamos aquí, después de haber (por fin) sido sinceros el uno con el otro, estamos aquí, en la cama de Craig, acostados mientras nos dedicamos suaves miradas y besos románticos. Siempre comprendimos que nos amaríamos, por qué los caballos de mar no pueden estar el uno sin el otro. Estoy feliz porque me reencontré con mi caballo de mar.

creek week 2023Donde viven las historias. Descúbrelo ahora