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Paseaba por la calle tranquilamente viendo los cipreses de la calle principal. Estaban decorados con rosas blancas y guirnaldas por la próxima celebración del cumpleaños de la princesa Dione. La alegría por el nacimiento de la princesa es celebrada por todo el reino ya que los dioses la bendijeron con riquezas, fortuna y buenas nuevas tanto para ella como para su reino. Desde entonces no ha habido guerras, ni conflictos importantes en los que los reyes hayan tenido que entrar. 

La princesa nunca ha sido vista completamente ya que siempre debe llevar tapado el rostro junto con su pelo. Según las escrituras, los dioses así lo quisieron hasta que cumpliera la mayoria de edad. Por ello tanto revuelo. 

Algunos dicen que es tan hermosa que deslumbraria a la propia Afrodita. Otros cuentan que su rostro está demacrado y que por ello debe mantenerlo tapado. Incluso hay crédulos que dicen que lleva el rostro con velo porque tiene los mismos poderes que Medusa, y que quien consiga mirarla acabará convertido en piedra.

En mi caso, mi familia siempre ha sido muy devota de la familia real, sobretodo en esta generación. Los reyes siempre han ayudado a mis padres y a mi hermana. Años antes de que el rey conociese a la actual reina, era muy amigo de mi padre. No sé muy bien la historia, pero un día la reina Selene I, se escapó del castillo para concer más a su gente y acabó conociendo al que es ahora el rey Alesandro.

Una historia de amor muy bonita.

Seguía caminando sumergido en mis pensamientos cuando choqué contra un ciprés y caí hacia atrás.

-tsk, que dolor.-dije tocándome la espalda.

Escuché una risa femenina detrás de mi y me giré para decirle un par de cosas.

-¿Está bien? Disculpe mis maneras, no era mi intención reime de usted.-me tendió la mano.

Quedé maravillado con la voz de aquella chica. Tenía una capucha que le tapaba la cara pero se podía observar que su pelo era castaño y ondulado. Tomé su mano y sentí una corriente eléctrica recorriendo mi cuerpo de un lado a otro. Ella soltó mi mano haciendo un sonido de sorpresa.

-Tú también lo has sentido, ¿verdad?-pregunté aún ensimismado.

-Eh..Yo...Si.-susurró.-Mmm..Yo..Me tengo que ir ya, espero que el dolor ceda.-dijo rápidamente.

Alcé la mano para intentar pararla pero fue más rápida y se fue corriendo por mi derecha.

-Al menos dime cómo te llamas.-le grité esperando que me esuchara.

Se giró un momento y el viento le levantó un poco la capucha, lo suficiente para ver su sonrisa de labios gruesos y rosados.

-Puedes llamarme Afrodita.


La princesa de Nemea. Kim SeungminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora