III. Kaori

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Cuando Gojo cerraba sus ojos y se dejaba llevar por el profundo silencio de su área innata terminaba perdiéndose entre recuerdos borrosos de épocas lejanas. Aquellos días dorados en los que podías encontrar hechiceros hasta debajo de las piedras y los más fuertes eran temidos por los seres humanos comunes quienes los adoraban como dioses ya que eran los únicos capaces de hacerle frente a las maldiciones.

Gojo Satoru solía ser uno de esos dioses caminando entre los mortales. Cabeza del clan más rico en toda la nación y dueños del ritual maldito más devastador conocido en la historia de la hechicería desde sus orígenes hasta la modernidad. Lo tenía todo e iba por más, hasta que fue traicionado por aquel que consideraba su mejor amigo y acabó convirtiéndose en una maldición para luego ser sellado dentro de su propio dominio. Un vacío infinito solo para él y sus descarriados pensamientos.

Pensamientos amargos que acabaron siendo interrumpidos por la intromisión de sus subordinados.

¿Solicitaba mi presencia Gojo-sama?– Era Kugisaki, la mujer maldición atraviesa el agujero creado por el ritual de Fushiguro y se arrodilla frente a su señor. El ente sonríe malicioso bajo su velo.

Fue una verdadera suerte para él que después de siglos atrapado un día sin más alguien abriera un portal dentro de su prisión personal y se presentara como un descendiente maldito del extinto clan Zen'in, dueños de un ritual manipulador de sombras y antiguos rivales de los Gojo, pidiendo también su ayuda para liberarse de aquel insufrible castigo que llegaba a él en forma de maleficio, atando su esencia a la oscuridad por el resto de su vida. Si el ahora ente le pedía esto es porque era bien sabido entre clanes que solo la línea principal de los Gojo conocía una manera de purificar almas que han sido corrompidas. Si bien eso era cierto, no contaban toda la verdad.

Por supuesto no desaprovecharía la oportunidad que el destino amablemente le había ofrecido y aceptó ayudarlo con una condición: Debía liberarlo de su sello primero. Y así concretaron un voto vinculante para evitar cualquier tipo de inconvenientes. Voto que luego repetiría con el resto de sus subordinados.

¡Kugisaki! Me alegras una vez más con tu existencia– alza su voz en un tono animoso dándole la bienvenida. La mujer maldición aprieta sus puños y se guarda el gruñido de disgusto que escucharlo le provoca– Quisiera saber ¿Cómo van los preparativos? Siento que han pasado décadas desde que encontramos a Yuuji y no hay avances– Mientras decía aquello su voz iba deslizándose poco a poco desde la diversión hasta la completa molestia.

Hasta ahora solo hemos podido recuperar 15 dedos, Gojo-sama. El último concedido por Okkotsu Yuuta quién lo tomó de las manos del recipiente– Responde la maldición intentado no parecer nerviosa ante la clara disconformidad de su jefe. Jodido sea el día en que tomó la decisión de asociarse con ese monstruo– Sigo trabajando en localizarlos pero mi ritual no tiene el alcance suficiente para hacer un barrido completo en el país.

Todo sería más fácil si el propio Gojo utilizara sus seis ojos, encontraría los dedos restantes en un santiamén. No obstante en esa posición privado de su poder y libertad le era imposible.

Un momento...

– ¿Acaso dijiste "del recipiente"?– Su voz profunda e iracunda advirtió a la mujer de su error. No se suponía que Gojo supiera que habían descuidado al chico– ¿Por qué diablos Yuuji tenía un dedo de Sukuna a su alcance? ¡Fushiguro!– bramó dirigiéndose al marionetista.

El recipiente consiguió el dedo como un amuleto que compró en un santuario dedicado a Ryomen Sukuna hace unos días Manteniendo la calma, el ente comienza a explicar con sumo detalle los sucesos ocurridos el día de la intervención del espadachín. Era consciente de que si tanto él como Kugisaki deseaban salir de su dominio ilesos debía soltar la sopa. No podían engañar a su contratista aunque lo quisieran y este aún en su estado estaban seguros de que los apalearía antes de que siquiera pudieran pensar en huir– Fue una completa coincidencia. En base a este suceso hemos aumentado la presión, ahora Okkotsu Yuuta también monitorea las rutinas del recipiente. No corremos ningún riesgo.

Esa falta pudo habernos costado años de planificación El ente de hebras blancas suelta un suspiro enfadado y da media vuelta para comenzar a caminar– Un evento impredecible como este no puede volver a ocurrir, así que será mejor que consigan esos dedos pronto Se detiene de forma abrupta y voltea en dirección a sus subordinados dedicándoles una mirada mordaz– Y con pronto me refiero a que los quiero para ayer. ¿Quedó claro?

¡Si, Gojo-sama! Respondieron ambos al unísono para luego ser echados del lugar por su jefe. Ambas maldiciones se perdieron dentro de las sombras de Fushiguro hasta el exterior donde se permitieron (solo Kugisaki) quejarse de lo imbécil que era.

El plan para la liberación de Gojo Satoru era sencillo, constaba de 3 Fases.

1. Reencarnar a Ryomen Sukuna

2. Apoderarse del Ritual de Purificación

3. Romper el Sello

La primera fase había comenzado a ejecutarse desde el momento en que Itadori Yuuji nació. Siendo más precisos, desde el momento en que su madre Itadori Kaori lo entregó como ofrenda a Gojo para salvar su propia vida. Transacción que se llevaría a cabo una vez que la capacidad del chico pelirosado para ser un recipiente fuera confirmada tiempo después de que este cumplió los 4 años de edad, que es el tiempo estimado en el que los niños descendientes de hechiceros solían presentar sus técnicas malditas ya sean heredadas o innatas.

Por supuesto esto no significaba que Yuuji fuera un hechicero, al contrario, el chico había nacido sin una sola pizca de energía maldita. Siendo eso lo que lo convertía en el recipiente perfecto. A Gojo esto le resultaba útil así que aceptó el trato y dejó ir a la mujer. Todo el tiempo comunicándose a través de sus subordinados. Y se estarán preguntando ¿Cómo es que Gojo había dado con Kaori? ¿Por qué la quería? ¿Cómo era posible que ella supiera que iba a dar a luz un niño sin energía maldita?

Antes de responder esas preguntas hay que establecer un hecho irrefutable. Y es que aunque Geto Suguru, su primer y único mejor amigo, lo haya traicionado en el pasado, Gojo siempre confiaría en él hasta el final de su vida. La de ambos.

Geto era un hechicero considerado categoría especial (el rango más alto entre las clases de hechicería) en el periodo Heian por su extraño y poderoso ritual maldito: La técnica de manipulación de maldiciones. Técnica que como su nombre lo indica le permitía controlar libremente maldiciones que ya haya exorcizado y almacenado mediante la ingesta de las mismas. Obteniendo pase libre a sus poderes individuales y no teniendo límites entre la cantidad que podía invocar o tiempo de enfriamiento para el uso continuo.

Su mejor amigo para llevar a cabo la operación "La caída del clan Gojo" se había asociado con un hechicero desquiciado llamado Kenjaku, un sujeto obsesionado con el objetivo de ampliar el potencial de los seres humanos a través de la asimilación de la energía maldita. Este hombre para conseguir aquello llevó a cabo cientos de experimentos con humanos y maldiciones siendo patrocinado por el clan Kamo. Otro clan de suma importancia en la historia de la hechicería. También fue Kenjaku quién presentaría a Riko Amanai, la candidata a recipiente del plasma estelar, al mismo Geto, quién terminaría desposándola meses antes de rebelarse en contra de Gojo. Gracioso, porque él había bendecido su matrimonio a petición de su amigo pese a que odiaba esas cosas.

Con todos estos factores en cuenta solo tuvo que confiar en los deseos que Geto tanto le había profesado en sus noches de embriaguez, deseos sobre convertirse en padre y dar inicio a un extenso linaje. A partir de eso y con ayuda de sus subordinados excavaron entre los registros históricos de todas las familias en Japón hasta dar con los descendientes de su amigo. Les tomó algunos años pero así fue que lograron localizar a Itadori Kaori, una candidata a recipiente dueña de un ritual poderoso pero que vivía como un no-hechicero pese a que gozaba de conocer sus capacidades. Se suponía que la obligarían a convertirse en la reencarnación de Ryomen Sukuna para dar inicio a la segunda fase del plan pero ésta alegando que no funcionaría ya que ella contaba con un ritual propio, cosa que podría interferir en el resultado de la asimilación (resultado que de por sí ya contaba con una tasa de éxito sumamente baja) ofreció entregarles a su hijo asegurando que no heredaría su ritual y podrían usarlo con el mismo propósito, todo a cambio de que la dejaran vivir.

¿Qué cómo sabia Kaori que su hijo nacería sin energía maldita? Nah, ella no tenía idea. Tuvo fe.

Gojo ríe ante su propia ocurrencia. Su estado de ánimo mejora.

Mucho Más Allá - JJK FanficDonde viven las historias. Descúbrelo ahora