Capítulo 19

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Debería estar durmiendo desde hace una hora si en sus planes se encontraba levantarse temprano. Por supuesto, dormir era lo último que planeaba hacer esa noche.

No tenía sueño, en absoluto.

Podía sentir la tensión, palpable e insoportable.

La detestaba.

Al menos, en ese momento su padre no se encontraba con ella. Llegaría pronto. Las horas avanzaban con rapidez.

El cansancio se cernía sobre ella, presionando sus costillas y aunque su cuerpo gemía con cada movimiento, no era capaz de cerrar los ojos.

Escuchó la puerta abrirse.

Los pasos resonando por las escaleras.

Eran sigilosos, impropios. Casi no reconoció a quién le pertenecían de no ser por la pesadez de cada pisada.

Tocó la puerta.

—Pasa.

Suspiró, y su padre entró con una bolsa. La cabeza agachada, con pasos cautelosos y dejo con suavidad la bolsa en la mesa, Anh no necesito verificar dos veces para ver algo envuelto.

—Yo ya comí.

Dijo en un tono sutil, casi un susurro, la mirada perdida en algún punto y la expresión casi preocupada. Ana tragó saliva.

—Gracias.

Balbuceó, él salió de su habitación con un asentimiento.

Se acercó a la bolsa, sintiendo náuseas. No quería comer. Pero nunca había desperdiciado o tirado algo por más furiosa que se encontrará.

Se mordió el labio, conteniéndose de balbucear una palabrota al ver que eran dos hamburguesas. No existía manera de que se comiera todo eso.

Los pasos resonaron por las escaleras, y luego la puerta de la entrada volvió a cerrarse.

Supo de inmediato que no volvería. No esa noche.

Tomó su celular y escribió un mensaje con rapidez.

Yo: ¿Ya cenaste?

La respuesta tardó menos de dos segundo.

Josh: No.

Yo: ¿Quieres una hamburguesa?

Josh: ¿Te dejaron salir? ¿De noche?

Anh rueda los ojos.

Yo: No. Pero tengo una hamburguesa extra que no pienso comer. ¿Quieres que te la lleve?

Espero varios minutos por la respuesta.

No llega.

Desvía la vista, y deja el celular a un lado y desenvuelve su hamburguesa. Piensa en escribirle a alguien más. O guardarla y comerla mañana.

Su celular se enciende con una notificación.

Josh: Mira por tu ventana.

Yo: ¿Quieres que te la lancé? Más te vale que sepas atrapar.

Josh: Con tu puntería es probable que termine con la hamburguesa en la cara.

Ana sonríe. Toma la bolsa y baja las escaleras con prisa.

Abre la puerta para encontrarse al castaño, sonriente, con los ojos color avellana reflejando la luz de la luna. Le da la bolsa.

—Tengo una idea.

Murmura él.

—Siempre tienes una.

Él sonríe.

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