Park Jimin, un chico solitario y con severos problemas mentales, vive en un mundo en su cabeza donde todos le mienten, encontrándose con voces distorsionadas que lo llevan a la locura una y otra vez sin cesar. Queriendo escapar de aquella oscuridad...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
★
Subiendo las maletas al auto, el pelirubio da un suspiro al terminar de subir la última de ellas para proceder a caminar hacia la puerta del conductor.
—Oh, ¿Listo? —pregunta la azabache curiosamente acercándose.
El pálido le da un asentamiento con una expresión dulce.
—Más que listo.
《 ... 》
En otro lugar, específicamente en la Estación de Policía, era notoria la intensidad en las palabras del moreno pálido, aquella desesperación que reflejaba su expresión, era cada vez más visible a los presentes. Tenía miedo, pavor y preocupación por lo que estaría por hacer Jimin.
—Por favor, agente.. tienen que creerme, se donde esta Park Jimin. —repite una vez más con seriedad.
El oficial con el ceño fruncido, toma su mandíbula pensativo.
—Bien, afirman saber donde está.. ¿Y cómo saben eso ustedes dos? —pregunta alzando una ceja mirando a ambos.
Jeon, el pelinegro habla rápidamente.
—Era nuestro amigo.. no teníamos idea de los delitos que cometió, había desaparecido y regresó. Pero nunca se nos pasó por la mente que hiciera las cosas que hizo. —respondió con una expresión severa, pero con ligero dolor en sus palabras.
Aún al saber la verdad, era difícil de aceptarlo.
Aquel policía, miró hacia el suelo pensando sabiamente. ¿Y si éstos jóvenes acertaban a sus especulaciones? Su deber era actuar lo más rápido posible y atrapar al criminal. Además, los padres del chico desaparecido querían dar con él sea como sea.
—Bien, iremos con ustedes.
Ambos chicos asiente de inmediato para ponerse en marcha hacia la casa de Daniela.
《 ... 》
La azabache detiene sus pasos hacia el auto al recordar algo, sentía que olvidaba algo importante.
Entonces recordó a sus padres, claramente tenía que al menos hacerles saber que no estaría en casa por al menos casi una semana, no deseando tampoco un buen regaño.
—Cariño.. ¿No crees que debería dejarles una nota a mis padres? No quiero que se preocupen. —considera con ligera preocupación.
Él desde el otro extremo del auto, levanta la mirada con atención para ver hacia la joven, asiente sin problema escondiendo aquella pequeña adrenalina que pasaba por sus venas. Sabía que casi no quedaba tiempo..
—Está bien, cielo, vamos. —entra junto a ella a la casa de vuelta para cerrar la puerta.
Daniela se aproxima hacia su habitación en busca del papel y lápiz. Al estar en su escritorio, empieza a escribir con calma la carta.