Park Jimin, un chico solitario y con severos problemas mentales, vive en un mundo en su cabeza donde todos le mienten, encontrándose con voces distorsionadas que lo llevan a la locura una y otra vez sin cesar. Queriendo escapar de aquella oscuridad...
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La fémina de cabellera negra como la noche, observaba con una mirada preocupada al rubio.. No entendía que estaba ocurriendo.. ¿Por qué se habían ido de su propia casa? O no, mejor dicho. ¿Por qué parecían haber escapado? Su corazón latía a alta velocidad ante sus posibles ideas.
—Jimin.. Por favor, dime que esta ocurriendo. —su voz tiembla ligeramente al preguntarle mientras mira sus ojos fijamente.
Él le devuelve la mirada con algo de tristeza reflejada en esta, sus manos temblaban ante su intensa ansiedad. No podía negar el hecho de que le asustaba que pudiera sucederle a ella.
—Prometo que todo saldrá bien.. Solo quiero que todo esté bien. —acaricia su mejilla con una suavidad indescriptible para ella.
—¿Por qué escapamos? —pregunta con la voz ligeramente quebrada, temiendo lo peor.
El rubio tras dar un suspiro pesado, regresa su vista hacia la suya.
—Cariño, tienes que irte. Escucha.. sea lo que sea que te digan de mi. No es verdad.. ¿S-si? —expresa con severidad. Ella asiente sin dudarlo.
—¿Por qué me dirían cosas malas de ti..? —niega en señal de jamás creer cosas negativas de él— No.. no.
Jimin rápidamente deja un suave beso en su frente para abrazarla con fuerza delicada.
—Ten en cuenta que yo jamás te he mentido, por más cosas que te digan. Acepto que hice cosas que no debí hacer... Pero lo hice para librarme de las mentiras. —susurra con perturbación mientras frota su mano con leves caricias en el brazo de la joven.
Daniela alza la mirada para detenerse en sus ojos.
Ella jamás podría odiarlo.
—Prometo no creer las mentiras, que me digan. Pero te suplicó que no me dejes. —articula angustiada negándose a que la deje sola.
El pelirubio formula una débil pero cálida sonrisa hacia ella. Deja un ligero y tierno beso en los labios de la chica tras dejar caricias susurradas en su mejilla.
— Estarás bien... Y te prometo regresar por ti. Pero necesitó buscar la forma de que estemos seguros los dos. —afirma seriamente para posar sus manos en los hombros de la azabache, dando un leve apretón con suavidad.
—¿Regresarás por mi?
La pregunta retumbó en los oídos del chico, este levanta la comisura de sus labios sutilmente dándole una sincera sonrisa.