No sabría decir si mi cordura se vio afectada precisamente porque fui él, o porque era yo todo este tiempo. Tal vez todo este tiempo no hubo dos y siempre hubo uno solo... Pero entonces, ¿por qué nació aquel? Que no me reconozca a mí mismo prueba lo poco fiel que soy ahora. Vaya tontería, supongo yo. De mi yo actual (luego de la cruzada), para mi yo del comienzo de todo. Así como para el «yo» que negué en mi mente.
El escritor de esto
Olvidé cuando comenzó.
Con la noche cayendo, me obligué a mí mismo a reposar, pensando persistentemente de si esa ocasión podría finalmente conciliar el sueño sin interrupción. Tuve una ligera esperanza luego de la insistencia de aquellos fieles hombres que me seguían en mi cruzada, esmerados en traer una lujosa cama de seda a mi aposento. Una incertidumbre que se volvía más tangible cada vez que cerraba los ojos, y lo único que podía ver allí era los rostros de aquellos que en agonía me maldecían mientras el fuego los abrazaba. Cuando lograba despejar esos tormentos de mi mente, me acontecía una sensación repulsiva de que era observado, tal vez... no estaba equivocado.
Al abandonar la Ciudadela y convertirme en lo que soy, creí que jamás volvería a recurrir a un acto tan cobarde como lo hice cuando fui él.
De nuevo estuve allí, cerca del balcón con mis manos temblorosas, escéptico de si debería jalar el gatillo, la boquilla del arma entre mis dientes. ¿Por qué no callaban?
Cuando estuve a punto de jalar el gatillo con lágrimas en las mejillas, lo recordé, como un sabio inmerso en su egocentrismo olvidando la obviedad de actos rutinarios. Algo como el plomo atravesando mi garganta, mi cabeza o incluso... mi corazón, no lograría herirme. Para empezar, ¿podría siquiera volver a morir?
Suspiré y dejé el arma a un lado, y una vez más me volví a recostar en una cama que no ayudaría a arrullar mis pesares.
No fue entonces hasta que el Sabio Inmortal me ayudó a liberarme de mis penas momentáneamente. Me mostró lo apaciguador que puede ser escribir con mi puño y letra lo que mi mente carga; tal y como en los viejos tiempos. Así como lo hacía en mis tiempos libres en aquellas jóvenes épocas que con una sonrisa autentica guardo. Pero, no era suficiente. Necesité de escribir en papel para hablar de vuelta conmigo mismo, para supuestamente librarme de unos pesares que sé que jamás podré hacerlo, ni debo hacerlo. Y más que un método rutinario como esos años, se convirtió en una costumbre encadenada a mi salud mental.
Llegué a preguntármelo cínicamente. «¿Debería sentirme culpable?». Como lo hubiera hecho mi antaño yo de una edad juvenil, jactándome de sabiduría falsa, donde me era mucho más sencillo soñar con la cúspide de mis ideales que el proceso; y como era habitual en aquel entonces, volví a suspirar, desalentadoramente.
Pensé que esa sensación era un privilegio, el cual creí no tener derecho a merecerlo. Pero, más que nada, era que no deseaba poseerlo, me habría hecho mucho más difícil y poco digerible el transcurso de mis acciones. Lo era ahora, ¿no? Hablaba con veracidad y seguridad que solo posee un sabio, y afirmé que el fin justificaba los medios.
¿Era realmente así? Sin embargo, pese a eso, no significaba que detendría mis acciones.
—Todo lo contrario, se hubiera vuelto en un incentivo más, o en una piedra más —dijo él, finalmente entrando a este enfermizo acto—. De todos modos, te hubieras humanizado más de lo que quisieras.
Cabe esa posibilidad. Hubiera sido un conflicto mayor.
—Lo es ahora, ¿no? —me preguntó, sonriendo. Pero él solo apartó la mirada y prosiguió—. No, no lo es. ¿Cierto?
No, no lo es.
O al menos eso tengo que aparentar.
Me hubiera gustado darme cuenta que poseía tal cosa desde mucho antes. ¿Cómo fue que no me di cuenta? Todo comenzó a desmoronarse cuando me giré para mirar hacia atrás, y enterarme de lo que había construido... No, de lo que había destruido. A pesar de que hablaba de la reconstrucción, lo único que dejé atrás fue destrucción y un vacío.

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El Abismo de las Entidades: Aka Savant
Mystery / ThrillerLa novela se enfrasca en el origen de un revolucionario acechado por el remordimiento de su cruzada. Quien arrogante y mentiroso, hablaba de un mundo mejor mientras ocultaba su egoísta deseo, que terminó por engullirlo en una iluminación fúnebre. S...