Nuevamente, el abismo se haría presente esa noche a finales de abril. Saludando a la invitada que traería consigo, la ciudad se alborotó y armó una bienvenida; ante la insinuación de movimiento en los cielos, aquella chica con un impermeable llegó.
De noche la ciudad era otra. Para aquellos que vivían la vida nocturna en la ciudad conocían las dos caras, un lugar que durante la noche latía y bombeaba como el corazón de un gigantesco ser vivo; allí podía hallarse lo excéntrico. Muchos hacían un juego de palabras travieso, quienes tenían más arraigadas las raíces de su nacimiento que iban desde tradiciones versátiles, costumbres dichosas, hasta inclusive tenebrosas supersticiones, con una certeza que los aterraba, llamaban a su hogar como si se tratara de un jardín para las rarezas, el Edén de los Monstruos.
Trasladándose a través de los callejones, arremetiendo contra la tranquilidad de los habitantes de la vida nocturna, las bestias ocultas rastreaban a su presa mientras la festividad en el Sector Hetera comenzaba apenas su curso alocado. Las tiendas de un escaparate atractivo levantaban sus cortinas, los bares donde la gente enloquecía agresiva o risueñamente, tal como los locales donde las mujeres usaban su cuerpo para ganar el dinero que traería el pan a su mesa.
Una de las bestias de la noche se detuvo en uno de los callejones, y observó hacia los placeres mundanos con un rostro impasible, el cual de pronto se ennegreció; se burló y se engañó a sí mismo bufándose de que él ya no pertenecía a ese mundo. Dirigiendo una última mirada a la festividad, se marchó en busca del salto que lo llevaría a su excentricismo; la chica que vestía un anorak para ocultarse.
La Chica del Anorak contempló el amplio panorama que era la ciudad de noche, la cantidad de corpúsculos alineados de manera maravillosa, esas bellas luces que adornaban las calles de colores a veces exóticos, y ese aterrador miasma que se alzaba sobre la residencia de sus habitantes. Ella podía verlo todo desde allí arriba, desde la cumbre de la torre más alta que pudiera ser construida por el hombre.
Destensó sus hombros en silencio, hizo un suspiro tan prolongado que pareciera que toda la longevidad de su cuerpo se fuera a escapar, y entonces ella se desvaneció. El único vestigio de su presencia ahí se trataba de un emplumado objeto oscuro que danzó por los cielos a merced de las ventiscas que aquel chico, también aconteció.
Heladas ventiscas del norte se acercaban por la ciudad, viéndose lejano el cálido ambiente a pesar de significar el principio de la primavera. Uno tenía que verse en la obligación todavía de llevar algún abrigo o accesorio no tan arropado que les otorgara algo de calor. Lugh Callaghan era un joven que incluso si no estuviera en vísperas de una helada temporada, él seguiría llevando su chaqueta roja. Como el color que teñirían sus manos. Se trataba de alguien que, siendo protagonista en su propia vida y en la de muchos otros, arrastrados por su egoísmo y acciones negativas, pasaría ese día a ser un simple espectador.
Se basó a través de una teoría tan simplona y razonable como lo era la causalidad, para seguir ahuyentando la superstición. Lugh se dijo a sí mismo que la causa fue aquella discusión, y lo que desencadenó —ese efecto— aquello fue esa tragedia descomunal. Una simple causalidad se decía mientras se carcajeaba.
Ese día fue el día que todo comenzó, el principio.
El Génesis.
No tenía si quiera una ruta en mente a la cual seguir, tan solo dejó que sus piernas inconscientemente dictaran el camino; tampoco era como si estuviera dispuesto a dejarse llevar por el enojo y alejarse de su propio distrito. Aunque si bien, llegar a otro distrito en una caminata era posible, la distancia y tiempo serían tan prolongados que acabarían por ejercer un esfuerzo y dolor enorme a las piernas. Y sin mencionar que, alejarse demasiado podría llevar a convertirlo en una de las víctimas de aquella asesina en serie que llevaba meses aterrorizando la ciudad.
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El Abismo de las Entidades: Aka Savant
Mystery / ThrillerLa novela se enfrasca en el origen de un revolucionario acechado por el remordimiento de su cruzada. Quien arrogante y mentiroso, hablaba de un mundo mejor mientras ocultaba su egoísta deseo, que terminó por engullirlo en una iluminación fúnebre. S...