nuestro refugio

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Estaban cansadas. Llevaban ya varias semanas e incluso meses de campaña, con el alto número de actos, entrevistas y reuniones que eso conlleva. Era sábado veinte de mayo y estaban a solo ocho días de las elecciones.

A toda la gente de su equipo se les notaba nerviosos, incluso ella tardaba en conciliar el sueño por las noches, quería hacerlo bien por su gente. Yolanda también llevaba tiempo teniendo cara de cansada y eso sí que la preocupaba, se lo había comentado pero la conocía y sabía que se estaba dejando la piel en la campaña. Incluso esa mañana, al levantarse sobre las seis de la mañana, vio que ella ya había dejado la cama y estaba en la mesa de la cocina revisando algunos papeles. Echaba de menos despertarse y verla a su lado, aún dormida, sin preocupaciones que le rondaran la cabeza, ojalá poder decirle aunque fuera en sueños que todo iría bien y que estaba muy orgullosa de ella.


Era un día relativamente caluroso aún para ser mayo. La zona del parque donde estaba ubicada la caseta estaba a la sombra, aunque algún tímido rayo de luz les alcanzara. Ada estaba ensimismada asomada por una de las aberturas de la caseta, como preparándose mentalmente para el acto y repasando su intervención. Tenía el ceño fruncido y cara preocupada. Pero rápidamente eso cambió.


Hola cieliño- Yolanda se acercó por su espalda, rodeándola con los brazos. Ada giró la cabeza para verla y de manera inmediata se le iluminó la cara.

Hola mi amor, no te había notado acercarte.

Eso es porque estabas en tu mundo aquí asomada, supongo que pensando en el acto.

Si ya bien sabes que a mí estas cosas me ponen de los nervios, menos mal que te tengo aquí a mi lado- le dijo Ada agarrándole las manos que reposaban en su barriga rodeándola.

Aquí me tienes, siempre a tu lado mi Ada- dijo colocando la cabeza sobre su hombro.


Dentro de la tienda se oían voces de los organizadores del evento, yendo y viniendo con folios y micrófonos. Ellas, sin embargo, eran ajenas al ajetreo, disfrutando del momento de paz protegidas en su refugio. Yolanda le dio un beso en el hombro.

Sabes? Hoy cuando me desperté en nuestra cama, después de haber estado varias semanas fuera con lo de la campaña, sentí que estaba en un sueño. Echaba de menos abrir los ojos y tenerte a mi lado- Ada se giró y, aún con las gafas de sol puestas, podía ver los sinceros ojos de Yolanda que la miraban con ternura.

Tengo unas ganas de que se acabe la campaña y tener unas semanitas tranquilas para pasármelas enteras en nuestro pisito contigo.

Bueno, también podríamos irnos de turismo, que me enseñaras algún puebliño catalán de esos que a ti te gustan de turismo rural.

Na cielo, si por mí fuera los pasaríamos perfectamente en casa tiradas. Es más, en el dormitorio si me apuras.

Ah sí?- le dijo con cierto tono la gallega.

No te haces a la idea- le respondió con el mismo tono.


Desde el interior de la caseta una voz las llamó, tenían que prepararse para el mitin. Yolanda se giró ligeramente para responder que en un momento irían, para recolocarse de nuevo abrazando a la Colau.

Creo que deberíamos ir entrando para reunirnos con Eugenia y con Sira para el acto- dijo la alcaldesa.

Déjame un segundo, quiero seguir abrazándote para guardármelo y que me dure todo el día, que no sé cuándo tendremos otro momento de tranquilidad como este.

Claro cariño, si por mí nos podríamos quedar así per sempre.


Unos momentos más tarde, Ada cogió la mano que la rodeaba sutilmente y le dio un beso, Yolanda le dio otro beso en el hombro y se separaron para dirigirse al interior de la caseta, no sin antes acercarse la gallega un poco más a la catalana, ahora mirándola de frente.

Esta noche entonces dormimos juntas en nuestro piso, no?- le preguntó al oído.

Sí, mi amor. T'estim molt.

E eu tamén- le respondió antes de dirigirse juntas hacia el interior.

como las olas del marDonde viven las historias. Descúbrelo ahora