"Acá, en mi lecho de muerte, me es inevitable recorrer todo lo que he vivido y hacer un balance. Y es aún más inevitable que me pregunte, por primera vez, cuál ha sido el sentido de mi vida.
Recuerdo cuando descubrí mis poderes: era adolescente, y no encontraba un trabajo práctico que tenía que entregar en una hora. Estaba desesperado porque si no lo hacía, repetía de año. Hasta que, de repente, lo encontré, brillaba con una luz tenue, fluorescente, entre medio de unas revistas. ¡Ese día me saqué un 10!
De a poco fui descubriendo que tenía la habilidad de encontrar cosas: si pensaba en ellas, las hacía brillar fuertemente. Y, si bien no era un superpoder como el que tenían el resto de los superhéroes de la época, a mí me gustaba. De hecho, con mi mejor amigo pusimos un emprendimiento de búsqueda de objetos perdidos, trabajo que sirvió para ahorrar para el viaje de egresados.
Mis viejos querían que me presentara a la Liga de Superhéroes para hacer lo que estaba destinado a hacer: salvar vidas. Pero yo era muy chico y no quería hacer esas cosas ni tener esa responsabilidad. Además, mi poder no era tan genial, no podía derrotar a los malos haciéndolos brillar.
Por otro lado, a medida que me fui haciendo conocido, comenzó el bullying. Me decían "El buscador de llaves", y que para lo único que servía era para eso. Me criticaron mucho, y eso me hizo alejarme de la gente.
Sin embargo, las vueltas de la vida me llevaron a hacer lo que estaba destinado, es decir, salvar vidas. Primero fui contratado como detective privado por la policía. Encontré a muchas personas perdidas, a muchos ladrones y asesinos, pedófilos, cocinas de droga, etcétera. Luego, me contrataron los militares. Encontré muchas bases secretas, plantas de armas nucleares, campos de concentración, y a espías, por supuesto.
Como intentaron matarme varias veces, opté por salir de ese ámbito y dedicarme a la investigación en laboratorio, consejo de un amigo doctor. No muchos pueden decir esto, y menos la gente que nunca se recibió en ninguna carrera, pero recibí el premio Nobel de Medicina al descubrir, junto con un equipo de médicos, la cura contra cualquier tipo de cáncer. Mi habilidad para hacer brillar los objetos que buscaba como, por ejemplo, células cancerígenas, dio mucho fruto en el campo de la investigación, y eso es una de las cosas de las que estoy muy orgulloso, ¡salvé más vidas que nunca!
Pero nunca formé una familia y tampoco conocí al amor de mi vida. No me siento solo... pero acá, en mi lecho de muerte, aún busco el sentido de mi vida. Es lo único que todavía no pude encontrar...".
Esa noche, en el mismo momento en el que El buscador de llaves dio su último respiro, la humanidad entera brilló como nunca antes.
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Tierra de cuentos
Ciencia FicciónLa vida es un misterio, un laberinto de sorpresas y giros inesperados que nos desafía a cada paso. Nunca sabemos lo que nos traerá el mañana, ni cuál será nuestro destino final. Pero en medio de la incertidumbre y el caos, hay una fuerza que nos imp...