Escena 6: Situaciones peligrosas

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¡Algunos conceptos quizás necesarios!

Bertolt Brecht -> dramaturgo y poeta alemán, de los más influyentes del siglo XX, conocido por ser el creador del teatro épico. 

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Aquel Viernes no fue como los demás. 

No solo lo fue por la clase, la cual resultó muy fructífera, dejando un orden para la producción final prácticamente establecido. 

No solo lo fue porque era el último día previo a las vacaciones de invierno, esas dos semanas de descanso esperadas con locura tanto por docentes como por alumnos. 

No solo lo fue porque Lionel tuvo que hacer un enorme esfuerzo para ignorar a Pablo, quien constantemente trataba de acercarse a él.

Lo fue, principalmente, porque el pujatense, en medio de una conversación con Valentín y Claudio en el apenas iniciado recreo, olvidó por completo la hora que era y perdió el colectivo. El próximo tomaría más de una hora en pasar (y estaba siendo generoso), por lo que decidió dirigirse a uno de los pocos lugares de la escuela que aún no había pisado: la sala de maestros.

Apenas abrió la puerta, chocó de frente contra una bella mujer de largo pelo castaño (entre sus mechones podían verse dos pendientes de plata con forma de clave de Sol), quien llevaba en las manos una taza térmica, la cual cayó estrepitosamente al suelo.

- ¡Ay, no! ¡Mil perdones!- exclamó Lionel, avergonzado, inclinándose con rapidez para recuperarla. 

- Pero nooo, si no es nada- replicó la castaña, con un fuerte acento español, dándole una sonrisa simpática- Los de artística siempre vamos atolondrados a todos lados, me acabas de confirmar la teoría. Eres el profe de teatro, ¿verdad? 

- Sí, sí. Soy Lionel Scaloni, un gusto. 

- Elisa Montero, el gusto es mío. 

- ¿Usted es la profesora de Música?

Elisa abrió la boca con exageración y se llevó la mano al pecho, fingiendo una terrible expresión de ofensa que le pareció muy graciosa. 

- ¿Cómo usted?- reclamó, haciendo un puchero- ¡Tengo veintiséis años, Lionel! Me haces sentir vieja...

- Perdón, perdón- respondió el pujatense entre risas- Es que tengo instalado ese chip, y me cuesta. No se... te ofendas.

- Está bien, pero porfa tutéame, ¿sí? Y respondiendo a tu pregunta, sí, soy la profesora de Música.

- Me di cuenta por sus... Tus aritos. Son bonitos. 

La sonrisa en el rostro de la castaña se hizo aún más grande, provocada por la ternura que le causó el renovado intento del docente por abandonar aquel trato.

- Pero Eli, ¿ya le estás haciendo un interrogatorio?- reclamó un hombre alto y fornido, vestido con ropa deportiva, sentado a la cabecera de la enorme mesa de madera- ¡Vení, pibe, charlemo' un rato que no nos conocemos todavía!

- Que peleador eres, Martín- replicó Elisa, achinando los ojos con molestia y arrancándole una carcajada- Yo iba a buscar agua para mi té. Ahora seguimos conversando, ¿quieres?

- Me parece genial- accedió Lionel con una sonrisa, moviéndose de la puerta para cederle el paso.

Elisa le agradeció con un asentimiento de cabeza y desapareció por el pasillo, dejándolo ingresar finalmente. La sala era un lugar bastante amplio, pintada de un naranja muy chillón, y sus paredes descascaradas tenían pegados diversas carteleras explotadas de papeles, avisos, folios cubiertos en todas sus esquinas con cinta, y hasta stickers de encuentros docentes de años anteriores. Un imponente crucifijo colgaba encima de una ventana, y el pujatense volvió a tirar de las mangas de su ropa con nervios, ocultando su pulsera. 

Nunca serás mi amor [Scaimar]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora