viii

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- Esto sería divertido si no tuviéramos las esposas y solo, SI SOLO fueras tú el que se hubiera caído. - comentó Alex saliendo de la farmacia, arrastrando a su acompañante literalmente por el piso.

- Si tan sólo TÚ no hubieras intentado saltar ese muro nada de esto estaría pasando. - contraatacó sin muchos ánimos.

- Creo que ya no iremos a mi clase de inglés. - suspiró enfadado.

- Estás de joda, ¿no? - preguntó estupefacto. - ¡acabamos de caernos! Tenemos rasguños por todo el rostro, mi labio está sangrando y a ti solo te importa tu puta clase de inglés. - gritó con el ceño fruncido.

Alex rodó los ojos. - Mejor cállate y toma asiento.

- A mi nadie me dice que hacer. - reprocho Alan para luego sentarse en la banca que se encontraba afuera de la farmacia.

- Ajá, se nota tanto. - canturreo con sarcasmo. - Ni se te ocurra moverte, o si no te arderá. - explico mientras abría el bote de alcohol y mojaba un pequeño pedazo de algodón.

- Si mamá, ya se como funciona esto. - rodó los ojos. - Se rápido, no soporto que la sangre salga de mi labio.

Alejandro se acercó y con una de sus manos tomó el rostro del mayor. - Bien, aquí voy. - susurró para empezar a pasar el algodón por los delgados labios del mayor.

Alan miraba fijamente el rostro del chico que tenía en frente, le parecía sumamente atractivo al verlo tan concentrado en una sola cosa, sus ojos finos cuál dragón, sus esponjosos labios y sobre todo ese atractivo lunar hacía que tuviera unas inmensas ganas de besarlo, aunque jamás lo admitiría en voz alta.

- Listo, ya quite la sangre. - murmuró separándose, buscando en la bolsa que tenia en mano algún parche. - ¡Lo encontré! Lo repito otra vez, no sé mueva.

Alan no dijo ninguna sola palabra, esta perdido en los movimientos que el menor realizaba, Alejandro por su parte estaba muy confundido, aunque a veces deseaba que el mayor cerrara la boca, ahora se le hacia demasiado extraño.

- ¿Terminaste? - preguntó una vez que salió de su trance.

- Solo déjeme moverlo un poco hacia acá... ¡Listo! - sonrió al ver que había terminado su trabajo a la perfección.

- Gracias, ahora déjame ayudarte a ti. - dicho esto se levanto de donde estaba. - Siéntate.

Alejandro se sentó enseguida, no quería arruinar la inesperada agradable atmósfera que había entre los dos.

Alan tomó el paquete de curitas que el menor tenía en la mano. - Trata de no moverte mucho. - susurró para empezar a ponerle curitas a los rasguños que tenía Alex por todo su rostro.

- Está bien. - susurró Alejandro en respuesta.

- Ya está, algunas quedaron un poco chuecas pero, cumplirán su función. - sonrió levemente. - Así que levanta tú redondo trasero y vayamos a casa.

- Mmmmm... Alancito. - comentó Alex, sorprendiendo al pálido, ya que nunca lo nombraba por el honorífico. - Digo, Alan. ¿Quieres ir por un helado? - preguntó. - Déjeme compensarle la caída de hace rato.

Alan lo pensó por un momento. - Si tú pagas, por mi no hay problema. - carcajeó ante su propia broma.

Alex solo sonrió. - Vayamos antes de que esté lleno de gente.

Dicho esto, ambos chicos comenzaron a caminar.

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¿qué creen que pasará?

!! esposados ( yancar! ).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora