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Jimin no había dudado en lo más mínimo en ir tras él, caminaba a su propio paso dejándose llevar por quién lo sostenía. No apartó su mirada del alfa en ningún momento, analizando cada movimiento como si fuera algo significante, siquiera cuando este puso su chaqueta sobre sus hombros.

Su aroma estaba impregnado en ella y Jimin no podía evitar ser terriblemente atraído a su olor, su presencia, su aura. Podía sentir su estómago apretarse por su cercanía, dejándolo alerta, pero a la vez tan sumergido en la idea.

El ave no dijo nada, pues estaba concentrado en analizar todos sus gestos y movimientos.

Tomando su mano le sonrió.

La camioneta que había llegado por ellos era grande, completamente negra y espaciosa, digna de un hombre de dinero. Tenía curiosidad, mucha y la curiosidad no era buena para un pequeño omega como él.

Yoongi sonrió para sus adentros ya teniéndolo en sus garras.

— Eres un ave muy valiente, especialmente yéndote con tu más grande depredador a un lugar a solas. — Habló Yoongi mirando al pequeño omega, sus amarillentos ojos fijos sobre él, pero este siquiera se inmutó a sus palabras.

Jimin lo miraba a los ojos, especialmente sus ojos tenían algo que lo llamaba. El omega miró el resto de su rostro detalladamente y luego finalmente sonrió.

De un momento a otro, la mano de Yoongi se posó en la pierna del ave, acarició con sus dedos aquella fina tela que lo cubría subiendo un poco hasta verlo tensar sus piernas.

— Eres un gran bailarín Jimin.  — Habló una vez más el alfa. — Me gustaría que bailaras para mí esta noche.

La mirada de Jimin bajó a las manos del más pálido, sus dedos largos y toque frío le erizó la piel tensándolo por un momento. Jimin volvió a mirarlo sin realmente voltear su cabeza y la comisura de sus labios formaban una pequeña sonrisa.

— Sería un placer... ¿Pagarás por mi show privado...? — Preguntó volteando a verlo, mirando sus labios, aun sintiendo sus suaves toques en su pierna.

Jimin liberaba más de sus feromonas buscando la atención del alfa a su lado, cualquier reacción, acercamiento, Jimin lo quería todo.

El mayor solo miró a aquella dulce ave con gracia y enarcó las cejas.

— Pagaría lo que fuera por verte mover las caderas solo para mí...

...

Luego de un rato entre sonrisas, ambos llegaron a la casa de Yoongi. Una gran mansión a las afueras de la ciudad, donde casi nadie sabía la ubicación, no podía dejar que lo atraparan o que se encontrarán con sus tesoros.

Por el lado de Jimin, estaba ansioso, era cierto que no era común encontrarse con un multimillonario en aquel bar, más bien era muy poco probable, demasiado bueno para ser verdad. Sus ojos se abrieron cuando pudo ver la casa frente a ellos y sostuvo la mano del alfa para bajar sin apartar los ojos de aquella mansión estúpidamente grande.

Una mansión moderna, pero a la vez tradicional china, con una gran entrada al jardín, pequeñas fuentes y estanques preciosos con peces. No era algo que veías a diario.

Yoongi ayudó al chico a bajarse de la camioneta y con una señal despidió a su chófer del lugar. Lo guío adentro y cuando ambos estaban ahí le quitó la chaqueta que cubría su cuerpo, dejándolo al descubierto con aquel traje tan llamativo.

Jimin podía sentir el olor del alfa por todo el sitio y lo miró antes de que este le quitara su chaqueta con una sonrisa.

— Hueles muy bien. — Dijo Yoongi mientras se acercaba a su cuello, el punto de origen de aquel fuerte olor. — Sigues llamándome desde que estábamos en el bar. Creo que había quedado ya claro que me interesabas.

The Triad. 끝 | YoonminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora