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—Buenos días, príncipe — Susurró el mayor luego de observar al menor toda la noche en su jaula. Su cuerpo lo hizo estremecer la última noche y había que aceptar que aquella ave era mucho para desear.

Cuando Jimin despertó su espalda y cabeza dolían, sentía su cabeza retumbar. Miró a su alrededor, con los ojos entrecerrados, soltando un gruñido aún algo desorientado.

— Mhg...— Salió de su garganta y luego de mirar un poco más sus ojos se abrieron en grande.

Caminando con las rodillas, tomó los barrotes dorados entre sus manos con espanto y miró a Yoongi quien estaba sentado en un sofá de piel negro. Elegante y bien arreglado como la primera vez que lo vio en el bar.

Jimin tragó intentando asimilar la situación, se notaba el miedo en su bonito rostro.

—¿Qué pasó pajarito? ¿Has visto un lindo gatito? — dijo el mayor con burla mientras tomaba su whisky. — No debiste confiar tan fácil de tu depredador, pequeño. Eso seguimos siendo, depredadores.

Yoongi se le quedó mirando y al ver el rostro de miedo del menor, su sonrisa se hizo más grande. Le gustaba causar esa reacción, los mantenía a raya con el miedo.

—¿Quieres algo de comer?

Jimin hizo una mueca luego de quedarse mirándolo en silencio, le miraba con enojo aunque con miedo. "Mierda, sabía que había sido demasiado bueno para ser verdad."

Jimin bufó con el ceño fruncido escupiendo una sonrisa.

— Jódete.

Yoongi sonrió ante su muestra de rabia y lo ignoró.

— Está bien, como quieras muérete de hambre. De todas maneras, después de que te venda no tengo control de lo que pasará contigo. Deberías aprovechar mi amabilidad, no siempre soy así.

Yoongi se levantó del sofá y le hizo señas a los guardias, cada uno se paró a un lado de la jaula con grandes armas.

— Nadie puede tocarlo, le sucede algo y ustedes morirán. — Dijo para después salir de la habitación y poder respirar con normalidad después de tener todas las feromonas del menor por todo el cuerpo.

— Voy a tener que tomar supresores... — Gruñó para sí mismo. — Qué vergüenza me das.

Jimin comenzó a hiperventilar cuando el tigre se fue, con desesperación se llevó las manos al rostro y al cabello. Se sentía tan estúpido, la había cagado tanto y ahora era víctima del tráfico de omegas.

Lágrimas comenzaron a salir y al mirar sus manos se dio cuenta de que aún llevaba maquillaje corrido en su rostro. Se sentía sucio y usado... Pero lo peor de todo era que ese alfa, a pesar de que lo detestaba con pudor, lo llamaba con su aroma de todas las maneras posibles.

El pequeño Omega miró la gran puerta al final de aquella gran habitación negra y examinó el lugar con vista borrosa a causa de sus lágrimas.

Frente al sofá dónde estuvo el alfa había una mesa de cristal y una alfombra de apariencia cara. Junto a estos una chimenea y unas grandes estanterías llenas de libros.

A su derecha lo que parecía ser una mesa de billar, un pequeño bar y luego un escritorio.

Jimin sollozó en lo bajo mirando a los guardias y luego se volteó dándole la espalda a la puerta. Sentía que ahora era una causa perdida, no sabía si sería capaz de salir de ahí, escapar o algo... Pero al menos sabía que ninguno estaba permitido tocarlo o mucho menos hacerle daño.

Yoongi se pasó toda la tarde pensando en lo que iba a hacer con el Omega. Era verdad que le iba a traer mucho dinero y que sus clientes iban a querer comprar más.

The Triad. 끝 | YoonminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora