2. Hilos de la Persuasión

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La luna derramaba su luz plateada sobre el Bosque Sylveon, iluminando el patio de la cabaña. Serena seguía de pie, inmóvil, bajo la influencia hipnótica de Malamar. Su figura parecía etérea bajo el resplandor nocturno. Ethan avanzó hacia ella con determinación, consciente de que estaba a punto de llevar a cabo la siguiente fase de su plan.

Cuando estuvo a pocos pasos de Serena, levantó la mano en un gesto suave. "Serena, entra a la cabaña", ordenó con voz firme pero suave. Sus palabras resonaron en el aire como una orden, una directriz que Serena obedecería sin cuestionar.

Sin emitir una palabra, Serena se giró lentamente hacia la cabaña y comenzó a caminar hacia la entrada. Sus movimientos eran fluidos, pero su mirada seguía vacía, como si estuviera siguiendo un impulso externo. Ethan la siguió de cerca, sintiendo una mezcla de emoción y anticipación ante lo que estaba a punto de desencadenar.

Una vez dentro de la cabaña, Serena se detuvo en medio de la sala. Ethan cerró la puerta tras de sí, sellando el mundo exterior y creando un espacio íntimo para lo que estaba por venir. "Serena, toma una silla y siéntate", le indicó, su voz era un eco de mando que penetraba en la mente de la joven.

Serena obedeció sin titubear, caminó hacia una silla y se sentó en ella con una mecánica obediencia. Su mirada seguía distante, sus acciones eran impulsadas por la sugestión que la envolvía. Ethan la observó, sintiendo una mezcla de poder y fascinación ante la escena que estaba orquestando.

Se acercó a Serena con pasos seguros y se detuvo frente a ella. Mientras la miraba sentada allí, bajo su influencia, una emoción intensa creció en su pecho. No era remordimiento ni culpa, sino una extraña excitación por lo que estaba a punto de hacer. Había cruzado una línea y estaba consciente de ello, pero no había vuelta atrás. La ambición ardía en su interior, alimentada por la sensación de poder que le otorgaba el control sobre Serena.

"Eres un lienzo en blanco, Serena", comenzó Ethan en voz baja pero persuasiva. "Mis palabras son tus pinceles, y juntos crearemos una obra maestra que cambiará el curso de nuestras vidas y de Kalos".

Serena lo miraba fijamente, su expresión neutra pero receptiva. Era como si estuviera en un trance, lista para absorber cada palabra que Ethan pronunciara.

"Cada pensamiento que comparto contigo se convertirá en tu verdad", continuó Ethan. "Tu voluntad se fusiona con la mía, y nuestras metas se entrelazan en una danza perfecta".

Ethan se sentía poderoso, como un mago controlando los hilos de una marioneta. Sabía que estaba manipulando a Serena, pero también sabía que ella estaba dispuesta, al menos en su estado hipnótico. Era una sensación intoxicante, una mezcla de dominio y admiración.

"Ahora, Serena", prosiguió Ethan, su voz resonando con autoridad, "toma una respiración profunda y permite que cada inhalación y exhalación te sumerjan aún más en este estado de receptividad".

Serena obedeció, siguiendo las instrucciones de Ethan con precisión. Su respiración se volvió más profunda y regular, como si estuviera siguiendo el ritmo de una melodía invisible. Ethan la observaba, sabiendo que su influencia se profundizaba con cada palabra.

"Imagina, Serena", continuó Ethan, "que estás en el centro de un escenario. Las luces te envuelven, y la energía del público fluye hacia ti, cargándote con una fuerza inquebrantable".

Serena asintió levemente, su mirada aún perdida en el espacio. Parecía estar visualizando las imágenes que Ethan estaba pintando con sus palabras.

"Siente cómo esa energía te llena, cómo te conviertes en un imán para las miradas y los corazones", insistió Ethan. "Eres irresistible, Serena. Tu presencia es magnética, y todos los que te rodean están atraídos por tu poder".

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