Capítulo 4

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- ¡Juliet Prirynson!- gritó Zandra desde la recepción de la escuela.
- Dime; traidora- respondí entrecerrando los ojos como si fuera una película de acción en el que aparece la escena en la que se retan con la mirada.
La castaña caminaba a paso lento pero firmes hacia mí, su uniforme algo estropeado; se podía deducir que era debido al tiempo que se había pasado en clases, simple mortal.
Su cabello estaba hecho un "nido de perro" como diría mi prima Stefany en su hermoso argot cubano. Se notaba a la lejanía que la última hora había sido de matemáticas, su hermosa cabellera de seguro había sido víctima de fuertes tirones provocados por altas sobrecargas de estrés.
- Mira maldita minion, me dejaste sola en matemáticas, por poco termino calva y en la morgue que está cerca de la casa- prácticamente gruñó aquello.
Parecía muy molesta, pero ella se lo había buscado, nadie la había mandado a abandonarme dentro de aquella cueva de lobos. Me dio una punzada de culpa y remordimiento, sabía el trabajo que le costaba a mi compañera entender las matemáticas, comprendía su molestia, pero debía darle una lección.
- Lo lamentó Zandra, pero tú me abandonaste primero- refuté intentando quitarme aquel pedacito de culpa que se estaba instaurando en mi.
Zandra mantuvo sus ojos en los míos durante algunos segundos y luego se sentó de un tirón en el suelo.
- De verdad lo siento Juliet-continuó -¿pero qué querías que hiciera?¿que comenzará una huelga para que te soltaran?.
- Si, quería que me hicieras pancartas con frases filosóficas y con fotos mías, me hubiese visto como una gran científica, pero no logré llegar a esa grandeza, por tu miedo al éxito- dije sentándome junto a ella.
Zandra comenzó a reírse como una foca asfixiada, parecía loca, así que como buena amiga que era, comencé a reír junto con ella. Si vamos a hacer el ridículo, ¿qué mejor cosa que hacerlo juntas?
- Te imaginas, "Liberen a Juliet, el sol que ilumina nuestros días y la luna que arropa nuestras noches"- seguía convulsionando de la risa.
Casi me ahogué con aquel titular. Parecía más un anuncio de Stripper.
- Zandra, tal parece que me estabas promocionando como prostituta- anuncié recostándome en las piernas de la ya mentada.
La mayor se quedó prácticamente muda, después de unos instantes comenzó tocarme el cabello con leves y tiernas caricias mientras tarareaba una canción de cuna. Sus toques eran tan suaves que no pasó mucho tiempo hasta que me durmiera en su regazo.
Estar con ella me transmitía tanta paz, un sosiego del que carecía. En esta familia todos tenían ese don de transmitir tranquilidad con solo acariciarte.
Desde el día que llegué a esa casa solo recibí amor de todos en ella, hasta Zander, el más distante de todos, en ocasiones me defendió cuando por ser nueva me intentaban molestar.
Nos conocíamos desde hace unos seis años, aunque comenzamos a vivir juntos hacía cuatro años, cuando todo dio un giro de trescientos sesenta grados. Ellos me habían regalado un lugar al que llamar hogar y personas a las que llamé familia.
Nunca se los había dicho, quizás nunca se los dijera, pero aquella noche fueron mis superhéroes; sin importar la situación hicieron quien sabe cuantas locuras para sacarme una sonrisa, aún cuando muchos los tildaron de insensibles e inhumanos. Los amaba con todo el corazón y aunque quizás nunca me armara de valor para expresarlo abiertamente nada de lo que sentía iba a cambiar. Eso pensaba hasta que mis sentimientos por uno de ellos comenzó a mutar, dando paso a otro muy diferente y totalmente nuevo para mi.

Estúpida EnanaWhere stories live. Discover now