Capítulo 2

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Observé cómo desaparecía dentro del estacionamiento dejando grandes dudas en mi mente acompañada de enojo.

- Mono insensible- gruñó mi amiga ante la actitud de su hermano.

Sonreí al escuchar las ofensas que Zandra le estaba dedicando al primogénito de su familia. Decidí expulsar todo pensamiento relacionado con Zander y concentrarme en el problema en el que nos encontrábamos.

- Zandra, ¿y el conductor?- pregunte buscando algún indicio de su presencia.

- Se fue hace un rato, cuando estabas "hablando " con Zander- agregó como si eso fuera lo más obvio del mundo.

Asentí puesto que ya no había nada que se pudiera hacer con respecto a eso, entonces miré mi celular para consultar la hora; ahí me di cuenta de que teníamos un problema aún mayor que resolver, y no teníamos mucho tiempo para ello.

- Nena, ¡vamos tarde!- dije tomando un extremo de la camisa de esta última.

Zandra me observó confundida hasta que reaccionó y su confusión se transformó en miedo.

- ¡Ya valimos! El primer turno es Geografía- continuó- la vieja loca de Violeta, ¡hay que correr!

Dicho y hecho, huimos como si detrás nuestro fuese una estampida de señoras en tiempo de rebajas sólo para salvarnos de un sernos de cinco horas sobre cómo debíamos ser iguales a su hija.

***

- Tengo hambre- pronuncié intentando llamar la atención de mi compañera, fracasando por completo.
Volví a intentarlo, ahora empleando más fuerza y determinación.

- ¡Zandra, tengo hambre!- casi que grité y de igual forma termine en la "ignorazone" o en la "ignorasion".

Al ver mis planes frustrados por la fortaleza mental del enemigo decidí recurrir a mi última y más letal estrategia, y no, no era sentarme encima suyo y armar un berrinche, esa era mi plan Z, por si todo el abecedario fallaba.

- ~Volveré, puede que tarde un rato, cuando me coma un segundo planto, yo no vendré a brindarte~- me sentía orgullosa por mi nueva adaptación, pero estaba segura de que si Morat me escuchaba terminaría en el corredor de la muerte y con una demanda por derecho de autor.

Al menos había logrado mi cometido, nuestro blanco cayó en la trampa y ahora tenía toda su atención.

- Juliet, cállate de una vez mujer- prosiguió- y deja de arruinar los temas y la reputación de mis hombres.

Hice mi pose más dramática y ofendida, porque en situaciones extremas se requieren medidas extremas.

- ¿Oíste eso Wazowski?- mencioné hablándole a la nada.

- Sentí como mi corazón perdía todos y cada uno de sus pedazos quedándose solo en el hueso- apreté mi pecho como si en verdad se me hubiese roto algo.

- Dramática compulsiva- expresó levantándose de su silla y caminando a la salida del salón.

Me quedé unos instantes observándola, esperando que dijera algo con respecto a ir a comer, solo para asegurarme de que me llevaba la victoria.

- ¿Qué quieres comer?- ahí estaba mi señal, había triunfado como una de las grandes.

Dando pequeños saltitos llegue hasta donde ella se encontraba, entonces mientras caminábamos le di mi humilde respuesta a su difícil pregunta.

- Cualquier cosa mi cielo- seguí dando brinquitos de alegría hasta llegar a la cafetería.

Estaba todo muy tranquilo para ser un miércoles en la cafetería, la luna podía tomar el lugar del sol, el agua podía convertirse en lava fácilmente y no me sorprendería, pero que un miércoles la cafetería estuviera en silencio, eso significaba una sólo cosa.

- Es hoy- dijimos las dos al unísono.

Cuenta la leyenda que una vez cada treinta días, el ogro de esta caverna salía a dar una conferencia de como los demás animales debían de comportarse en su cueva, y si alguno de estos osaba incumplir con sus insufribles leyes de conducta sobre él caería la furia de su temperamento de ogro con más años de Tutankamon y su resentimiento por no tener marido.

- Ahora si me morí de hambre- dramáticamente me recosté en los brazos de Zandra.

- Querida, recuérdame cómo el amor de tu vida que no pudo cumplir su sueño de casarse en Las Vegas- dicho esto morí.

Zandra me empujó hacia la puerta de la cafetería, gracias a su delicado toque por poco y pierdo un par de dientes y como diría una buena amiga nuestra "a tu edad ya no crecen".

- Si tú quieres empújame más duro que este ni lo sentí- comuniqué a mi compañera de forma sarcástica.

- ¿Estás segura?- preguntó cómo maldad la ya mentada.

El ambiente creado parecía desarrollado en el Antiguo Oeste, las miradas, la música, las plantas rodadoras, solo nos faltaban las pistolas, pero eso sería ilegal.

- Señorita Prirynson, señorita Wilsber- habló nuestra peor pesadilla- a la dirección ahora.

"La madre que la parió", fue lo único que me pasó por la mente. En aquel instante solo quería que la tierra se abriera y me tragara y si volvía a nacer lo hiciera como una flor silvestre que adorna los campos.

- Mejor vámonos antes de que a quien tú sabes, que yo sé, se le caiga la nariz como a la Esfinge de tanto arrugarla- le susurre a Zandra intentando que la tercera en cuestión no se alterara más de lo que ya estaba.

- Si será lo mejor antes de que "fulanita" le devuelva todos los años que le debe al cementerio por nuestra culpa- argumentó mi amiga sonriendo por su comentario.

Emprendimos nuestro camino hacia la puerta perdida de Narnia con ayuda de Sherlock Holmes, no sin antes pasar por el Crustáceo Cascarudo y comprar unas Scooby Galletas.

Estúpida EnanaWhere stories live. Discover now