No exageraba en preocuparme, al menos por lo que papá me haría...
Llegó a casa muy de madrugada, los escuché entrar a su habitación, pude oír los gritos de mamá, como la golpeaba, también oí como abusó de ella, pasa tan seguido, pero uno no se acostumbra a eso, ella suplicaba por que se detuviera mientras que yo intentaba tapar mi oídos con mis manos, me pareció realmente idiota esa actitud temeraria que opté por tomar en la ceremonia, no podía escuchar mis pensamientos siquiera, sólo lo escuché gruñir, sus cuerpos chocando y el llanto de mamá, sabía que lo que se venía para mi apenas terminara con ella y ahora estaba sola para afrontarlo
Pasaron un par de horas, pero jamás tuve la esperanza de zafarme de eso, no esa noche al menos, se dio su tiempo para dejarme ahogada en mi propio pánico, me permitió bañarme en mi miedo, pero apenas hizo acto de presencia en mi habitación, sentí la muerte debajo de mis pies, él apestaba a alcohol, pero estaba tan cuerdo como siempre, ya no traía puesto el saco que llevaba horas atrás, su cabello se veía ligeramente desordenado, su corbata estaba medio desecha y parecía traer su cinturón en la mano, yo ya me encontraba arrinconada en una esquina, abrazando mis piernas, mirándolo con terror
Mis palabras se atascaron en mi garganta apenas cerró lentamente la puerta, negué con mi cabeza cuando comenzó a acercarse, sus pasos colisionaron en mis oídos y después, lo sentí cerca
Una de sus manos acarició mi rostro, mi cabello, y después, me tomó del mentón para arrastrarme a la cama, me arrojó a ella y no pude evitarlo, aún sabiendo que él lo detesta, comencé a suplicar entre llantos, habían dos reglas cuando se trataba de él ejerciendo castigos en nosotras, uno, no lloriquear y dos, no suplicar, yo había hecho ambas
Intenté cubrirme conmigo misma, pero fue terrible, fue absurdamente cruel, comenzó a tirar de mi pijama, disfrutaba hacernos sentir vulnerables, pequeñas, miserables, no había nada más denigrante que ser vista desnuda ante los ojos de mi progenitor, él lo sabía y parecía gozar de mi pena
Cuando me dejó desnuda, casi por completo, me sometió debajo de él, presionándome contra la cama, obligándome a quedar poca abajo y comenzó a azotarme con el cinturón
Grité durante todo el castigo, hasta que al final, no pude más, el dolor y cansancio ganaron y cedí ante los azotes, me desmayé
Una semana después...
— Ese hijo de puta no conoce de límites — lo escucho decir y sigo comiendo en silencio, mi padre tiene esa horrible costumbre de hablar por teléfono en la cena, jamás son conversaciones tranquilas o amenas, siempre esta escupiendo amenazas y ordenando cosas asquerosas como golpizas, secuestros, violencia
Mi vista va a hacia mi madre y frunzo el ceño de ver ese enorme morado en su ojo, la golpeó de nuevo, después me remuevo en mi lugar al percibir movimiento por parte de mi padre
— No te muevas de ahí, voy en camino — suelta y se levanta de su lugar para salir, un ligero suspiro se me escapa y miro a mamá, quien evade mi vista
Los escuché discutir hace unas horas y por lo que oí, el tema de discusión fui yo, no quiero presionar a mamá, pero siento algo de incomodidad ahora
— ¿Has sabido algo de Lu? — cuestiono y ella niega con la cabeza, no he oído nada de ella desde ese día, — ¿por que te ha golpeado ahora? — pregunto después de algunos segundos en silencio, mi madre me mira rápidamente y vuelve a apartar la vista, es verdad que mi padre es un bestia mal nacido, pero siempre tiene que haber algo para ser violentadas
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Mía (+18)
Novela JuvenilCuando tú destino no es tu elección, cuando te vuelves la obsesión del enemigo