La Llegada.

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Violet, Violet, despierta hermanita, susurra mi hermana. Margaret—Cariño, arriba tienes que despertar, ya casi llegamos despiertas.

Abro mis ojos aún somnolientos y lo primero que miro es el paisaje tan sombrío que tiene.

Después de un vuelo de 8 horas desde Montreal a Austria y 3 horas en carretera, un viaje tedioso, sí. Mientras me estiro para quitar todo rastro de pereza que queda en mi cuerpo, de paso frotar mis ojos ya que he dormido desde que salimos del aeropuerto, casi nunca duermo tanto ya que tengo problemas de sueño.

Margaret peina a Violet que parece un puercoespín, dice Opal mientras vuelve la vista a su portátil.

Veo que Margaret saca un cepillo de su bolso y empieza a cepillar mi cabello, mientras mantengo mi vista al frente. Observo a mi hermana mayor que está en el asiento de enfrente, mientras el chófer nos dirige a nuestro destino. Margaret está conmigo en la parte de atrás de la camioneta.

Cuando cepilla mi cabello, me da unos cuantos tirones en mi pelo, pero no me quejo, ya que no duelen; pasa un rato cuando me pasa un espejo y veo mi reflejo. Noto mi cabello medio recogido sujeto con un lazo azul.

—Listo, ya no pareces un puercoespín —dice mientras acaricia mi cabello. Además parece una preciosa princesa, dice mientras acomoda algunos mechones de mi pelo detrás de mi oreja.

Le doy las gracias y decido mirar por la ventana; mientras avanzamos, solo veo muchos árboles de diferentes tamaños e inclusive creo ver un venado... Me aburro después de un rato y decido mirar a mis hermanas. Opal y Margaret, dos grandes mujeres de 30 y 24 años que han dedicado su vida a diferentes causas que ayudan a nuestra familia. Un ejemplo de esto es Opal.

Opal es la que se encarga de los negocios de la familia desde que tengo memoria y también trabaja en sus propios negocios. Ella es la que más representa "lo que un Wolfgang tiene que ser". Por su lado, Margaret es una reconocida diseñadora de ropa, a pesar de que ella tiene muchas facilidades, ya que mi madre trabajaba en la industria textil y le dejó muchos aliados, pero ya saben lo que dicen: "El dinero no puede comprar el talento".

Estoy metida en mis pensamientos cuando alguna de ellas carraspea su garganta. Veo que la que va hablando es Margaret.

—Violet, tenemos que hablar contigo —empieza Margaret mirando por el espejo a Opal—. Sé que este cambio es drástico, pero quiero que entienda que es por tu bien.

Llego a entender sus palabras; según mi psicólogo, un cambio de aires no vendría mal, pues eso dio a entender él antes de este viaje.

—Puedo preguntar por qué un internado les digo. -

Veo como Opal levanta la mirada de su portátil antes de cerrarlo y mirarme por el espejo retrovisor.

—Mira, Violet, vamos a poner las cartas sobre la mesa —dice de manera franca— desde lo ocurrido con nuestra madre. Las cosas han cambiado, así que ahora te exijo que demuestres lo que se requiere para permanecer en este apellido. Espero que no se te olvide que el linaje de nuestra madre corre por tus venas... no solo cargas sangre, también un apellido y con él expectativas, responsabilidades, deberes etc.

>> No solo por ser la elegida de nuestra madre, no significa que no vamos a ser exigentes contigo y recuerda tener un perfil bajo, no quiero escándalos de ningún tipo y menos si estos involucran a la prensa. Termina con dureza.>>

La miro con un poco de rabia; reconozco que así está nuestra situación, estamos en la boca del lobo y la prensa amarillista es complicada, por no decir mezquina. Lo que me hiere es lo que ha dicho sobre nuestra madre, la manera tan fría de decirlo como si lo de mamá no hubiera sido importante, como si lo ocurrido fuera una piedra en sus zapatos.

Laberinto De EnigmasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora