Responsabilidad

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Antes de arrancar a la dirección de la persona, salió del coche a recoger a la pequeña. Al abrir el asiento trasero, pudo ver a la pequeña polizona: tenia el cabello zanahoria revuelto y con pegatinas brillantes pegadas, algo largo que tapa sus grandes orejas. Por otro lado, tenía sus grandes ojos azules con un brillo de inocencia y curiosidad propia de la edad. Tenía su pequeño cuerpo de infante algo rechoncho, ni sus propias prendas podían tapar el cuerpito de la pobre.  Nada más cruzarse con esa mirada, Miguel apartó la suya, con cierta amargura que la persona que deseaba irse cuanto antes no comprendía. Al ver la cara de desesperación por cambiar de taxi de la persona, Miguel agarró a la niña sin mirarla y cerro la puerta del coche con el pie.  Con la misma delicadeza que un robot de hojalata, el taxista dejó a la niña en el asiento del copiloto y le puso el cinturón. Al instante, la pequeña empezó a lamer y mordisquear su cinturón. Miguel se guardó todas sus maldiciones mientras conducía por encima del límite de velocidad hacia el nuevo destino. Puso la radio para intentar calmar a la persona y sus propios pensamientos. La gente se dejaba muchas cosas en un taxi, desde horquillas, ropa, teléfonos, maletas... pero nunca a una bebe tan pequeña. Debía ser del tipo raro anterior, pero con lo raro que se había portado, quizás estaba colada de antes. Aquello tampoco tenía sentido, porque se habría dado cuenta...

"Señor, quiero pagar con tarjeta" la enfadada voz del cliente lo volvió a sacar de sus pensamientos. Buscó el datáfono y le aplicó un pequeño descuento a modo de disculpa. 

Sin duda alguna, esa no era su noche. 

Después de cobrar, volvió a mirar a la niña. Seguía enamorada del cinturón de copiloto, pero no podía quedarse con ella toda la noche. Después de mucho meditar, con Luis Miguel de fondo, decidió hacer lo más sensato: hablar con la policía. Sin ponerse su propio cinturón, arrancó fuerte, casi calando el coche, en dirección a comisaría. Se sabía la ruta de memoria, era fácil guiarse y saltar los semáforos. Nada más aparcar, respiró hondo varias veces. Sabía que no podía dejar a la niña sola en el taxi sin ninguna vigilancia más que la cámara antirrobo propio del taxi, pues cualquier pirado podría reventar cualquier cristal y llevarse tanto su dinero como la niña. Por otro lado, sabía que no era buena idea querer entrar con una niña a ese lugar. Era asqueroso, repugnante y, sobre todas las cosas, desagradable. No podía meter a una menor como ella, con unos agentes obesos, sorbecafés y tragadonuts que nunca habían pisado un buen gimnasio que no fuera el Crossfit.

O'hara suspiró, le gustase o no, debía cargar con la niña al nido de morsas. 

Nuevamente respiró y con una pose de un lego, agarró a la niña por los sobacos, dejando que sus pies patalearan el aire de la inercia. Con su pie cerro la puerta y dio largos pasos hasta la puerta. Uno de los agentes, que inflaba las mejillas queriendo evitar reírse en su cara, abrió la puerta. Tenía suerte de que estuviera en esa situación, si no, ya sabía que tipo de trato debía darle para que no volviera a reírse de él. Entró y una de las agentes agarró a la pequeña con mayor cariño y ternura. Miguel pudo relajar los brazos antes de seguir los pasos de la agente. La podía reconocer, era una de las tantas agentes que llegó a atenderlo cuando le ocurrió una de sus tantas desgracias. El recorrido no había cambiado en lo absoluto, incluso aquellas mismas personas que lo atendieron, lo saludaban con una cordialidad que se le hacía incómoda, como si fueran amigos que compartían noches de cerveza, algo muy, pero que muy lejano-

"¡Cuanto tiempo, Miguel O'hara!" la voz del agente Davis hizo que dejara de pensar en sus más que vivos rencores "¿Qué ha pasado esta vez? ¿Es tu sobrina?" dijo señalando a la niña que se estaba jugando con la agente 

" No " respondió de forma seca " Un... cliente se ha dejado a esta niña en mi taxi. Os la dejo para que encontréis a su padre. Su cara tiene que estar en la cámara y... "

" ¿Cómo? " preguntó sorprendido, interrumpiendo las explicaciones de Miguel. "Disculpa, sigue" Atentamente escuchó la historia del taxista, de como de pronto había aparecido aquella menor sin figuras paternas al lado de una cliente y casi la espanta. A medida que daba los detalles y enseñaba la grabación de la pequeña cámara a través del smartphone. La cara de ambos adultos era de preocupación, al ver que no salía en su cámara, solo la niña. No tenían nada de ella. Miguel se esforzó en dar el máximo de los detalles y le insistía para que ellos se hicieran cargo de la menor, pero la cara del agente no cambiaba, seguía siendo aquella maldita misma cara de preocupación con el que no podía. La misma de sus casos anteriores, la misma cuando Gabriella... " Te tengo que ser sincero, O'hara... "

" Otra vez con eso no, Davis" sonó a suplica por parte de Miguel

" Se que es duro, aun estamos en tus casos, pero en este... mejor cuida tu de la niña. Como la reportemos sin vigilancia, irá directa a Protección de Menores y se tardarán más de lo que merece en darle atención... "

 " No no no no " entró en pánico Miguel " No puedes hacerme esto, Jefferson. Que se quede con vosotros..."

" Somos policías, no canguros " respondió de forma directa, tajante. Miguel iba a replicar pero sabía que no tendría la razón. De igual forma, pensaba que era mejor que se quedara con Protección de Menores a que estuviera con él " Míralo como si fuera algo terapéutico para ti estar con esta niña. Sabes como son los de protección, la pondrán en una casa y si llega a aparecer el padre, el problema se triplica... si es que no acaba en el orfanato "

Sabía que se lo estaba pidiendo de forma extra-oficial, por el tono de cada enrevesada explicación y, que sabía que él no era ningún idiota. Debía decir que no, que debían seguir su correspondiente camino a pesar de que fuera más trabajo para ellos, porque no estaba para escuchar mamadas. Si, él era padre, sabía como cuidar de una nena rechoncha como aquella que  intentaba robar la pistola de la despistada agente con aspiraciones a influencer al sacarse tantas selfies delante de todos. 

Todo aquello debía ser una cámara oculta. Maldijo su suerte en voz alta, con su buen español que no comprendía el agente*, dio un golpe a la mesa con el que captó la atención de todos los zampabollos de los agentes.  

" Solo una semana, Jefferson. Si no, voy directo a servicios sociales"

De forma un poco dramática, Miguel se levanto de la silla y le dio la espalda al agente. Con un semblante amenazante se acercó a la agente y agarró a la niña con la misma pose de lego. La niña no se quejó, solo se rio y dejaba unas risas que sonaba a canto. Dada su forma de agarrar, nuevamente los agentes le abrieron la puerta y lo ayudaron en el coche.

Una vez solos, se atrevió a mirar a la niña. Está miraba la luna del coche con una curiosidad infinita. Miguel se fijó en todos los detalles, la tenía que bañar, cambiar, buscar ropa de Gabi que le fuera a funcionar... Por la hora, no podía pedir ayuda a Jessica y Gabriel ayuda. Solo se le ocurrían dos nombres, pero estarían streameando como se dijera aquella cosa. Aquel tiro valía la pena. Con el manos libres, buscó el número de Lego. Volvió a dudar antes de darle al botón verde, pues llamar a las dos de la madrugada no era plato de buen gusto ni para el mejor de las personas. No dudo más y dio al botón verde.

" Buenas noches, Miguel " respondió tras un largo rato de tenso silencio " estoy en pleno stream, pero dime "

" Perdona, Spider Lego, pero es importante, espero que la llamada no salga en un video del Twitch ese "

" Tranquilo, dime "

" Tengo una niña ajena en el taxi, un imbécil la ha dejado en el asiento trasero y Jefferson me ha pedido que la cuide. ¿Cuento contigo? "

Dio un breve pero directo resumen. La garganta ardía y giró la vista para ver como la pequeña volvía a atacar el cinturón del copiloto. Evidentemente tenía hambre y aun no tenía las horas de sueño bien ajustadas, ya que cualquiera estaría dormido a esa hora. Se giró a ver como los policías seguratas lo miraban, expectantes de que ocurriera algo otra vez. Parecía su payaso personal, pues trataban todos sus casos como si fueran bromas. Con la respuesta de Spider Lego, sonrió y por fin pudo arrancar. 

" Siempre, Miguel. Aviso a Byte y nos vemos en tu casa en media  "

TaxiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora