Sonrisas

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"Habla con tu padre, Miles" instó Pavitr mientras veía como la policía precintaba su local

Este insistía que no era posible, intentando tranquilizarlo. Era evidente que, después del tiroteo y descubrir todo lo que había detrás, la policía intentaría hacer su trabajo y cerraría su local en lo que confirmaban que había pasado. Pero Pavitr no lo veía así. Siempre fue testigo de la pereza de la burocracia, nunca había visto a un policía trabajar, ni al padre de Gayatri, como para aceptar a la ligera que si, debía escuchar y acatar las ordenes a la primera. Y eso que su tía Maya siempre le dijo que siguiera las normas de este país.

"País de mierda" escupió, intentando resignarse a su nueva miseria.

Su tía estaba hablando con los oficiales y los seguros, queriendo ocupar su mente antes que llorar sobre los casquillos de aquellos maleantes. Su sobrino podía ver la resignación y la fuerza con la que intentaba que no se viera su evidente dolor por todo aquello. Siempre la admiró por ello. Quería imitarla, pero sabía que aun le quedaba un largo camino por delante.

"¿Qué ha pasado aquí?"

Ambos se giraron para ver a los punk. Hobie lideraba el grupo con cierto rostro de desagrado, al ver tantos cerdos. Antes de que pudiera decirle que no quería verlo, Miles se tomó la libertad de contar todo lo que había dicho, con el mismo lujo de detalles. Molesto, los dejó hablar solos mientras intentaba entrar en su amado local. Los policías le restringieron la entrada, a pesar de soltar las mismas excusas que antes. Terminó por maldecirlo en su idioma natal, haciendo que más de un policía sacara su pistola, aumentando las tensiones. Maya tuvo que intervenir en esa ocasión y le reclamó que dejara las tensiones a un lado, pues no le ayudaba a un chico como él tener problemas con aquellos agentes.

"Hablaré con Peter y los otros empleados de la situación... por ahora, ve a pasear con tus amigos" le invitó su tía amablemente mientras le tendía un billete para que pudiera desayunar en otra parte.

Decidió hacer caso a su tía. Miró a Miles, quien seguía con los punketos, por lo que se acercó a Margo para que le hiciera el favor. Ella le mando un mensaje a Miles mientras lo llevaba a su cafetería favorita. Era una alternativa reformada con todo en madera, sin enchufes, para que la experiencia con el té fuera más natural. Además, adoraba los postres del local. Un lugar al que sabía que él no iría.

Fue una mañana amena, en el que entre risas y pasteles había olvidado el desastre que le esperaba a la vuelta. Solo al regresar con su tía para la hora de la comida, los problemas regresaron de mala manera. No había forma de librarse de todo ese mal que había. Veía que por lo menos, ya les dejaban limpiar todo (claramente ellos, no los vagos policías) y que en breves les quitarían el cerco. Al parecer, con las declaraciones de Peter y la pequeña, todo estaba yendo más rápido de lo que se imaginaban. 

Pavitr no pudo evitar sonreír ante su fantasiosa imaginación, creyendo que su buen compañero de trabajo estaría con la pequeña, como un segundo padre. Sabía que lo sería, había visto el suficiente material para saber que, entre Miguel el huraño y Peter el sol, se estaba dando algo que solo la química era capaz de explicar. Algo como un buen pedazo de empalagoso pastel. Aunque, claro, los veía todavía en esa etapa tan aburrida de la negación y el tiptoening

"Tierra a Naan" escuchó detrás de él

Del susto, dio un pequeño salto. Se fijo que era Hobbie, con una sonrisa burlona por haber conseguido asustarlo. Le dio un pequeño y suave puñetazo en el brazo, avergonzado. Estaba demasiado cerca de él e, irremediablemente, eso lo alteraba. Se había prometido cantidad de veces no volver a sentir nada por ese británico alto y flacucho, pero aun tenía ese extraño pero agradable efecto en él... y eso lo molestaba demasiado. 

"Si quieres saber cuando vuelve esto a estar abierto, para vosotros nunca"

"Sigo sin entender porque nos odias" le comentó con un Brown con una mezcla de resentimiento y fastidio

Pavitr respiró hondo varias veces antes de querer saber que decir. Si bien fue solo por unos segundos, encontró la respuesta: no debía decir nada. En su día ya pasado todo y, si era honesto consigo mismo, podía encontrar otro chico que si le diera aquello que él buscaba en una pareja. No debía estar mendigando migajas de alguien que, evidentemente, tenía una forma de pensar tan contraria a él. Y es que, siempre supo que las historias Disney, las películas y las series románticas que consumía con tanto fervor eran idearios prefabricados, que explicaban irrealidades y falsedades que mostraban algo que se anhelaba pero nunca se podrían conseguir. 

Uno no podía romper con las creencias más fuertes con una simple mirada.

Uno no podía parar una guerra poniéndose en medio con un improvisado speech sobre el amor. 

Uno no podía cambiar el mundo de alguien con una simple sonrisa. 

Pavitr no podía exigirle a Hobie que le pusiera una etiqueta romántica a esa indudable conexión que tenían. 

Sonrió, comprendiendo que si o si, debía decirle todo antes de irse a comer. 

"Mira, Hobie, no os odio" le dijo con total sinceridad, mirando a los ojos que tanto lo encandilaban "me enfadáis cada vez que destrozáis el local y no soporto esta tensión de solo amigos. No quiero seguir limpiando tus desastres... todavía estoy desintoxicándome de ti. Así que agradecería que... " 

Pavitr se vio obligado a parar ante un furtivo beso del punk. Fugaz e intenso como un rayo. 

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