Caminé por la vereda con el sol dándome bien desde arriba, estaba cansada de las mañana frías y los mediodías calurosos porque tenía que venir con la campera en las manos. De todos modos, el cielo despejado y las hermosas flores de los árboles hacían que todo esto valiera la pena.
El pueblo se veía tranquilo como siempre, poca gente andaba circulando ya en la parte más alejada del centro. Mi cuerpo se pavoneaba al ritmo de la música de Joan Jett que venía escuchando en mis auriculares; me sentía la dueña de la calle, todo era increíble y hermoso. El pecho se me inflaba de orgullo y la sonrisa se me notaba de acá a la Quiaca, porque estaba muy feliz, a pesar de todo lo que pasó...
«¡Tengo novia! ¡Y es Natalie Heredia!»
Salté del cordón de la vereda hacia la calle poniendo drama a la breve caída, luego di un paso largo y otro pequeño saltito al llegar a la otra esquina. Mi pierna ya estaba mejor, aunque no tenía que abusar.
Por eso seguí caminando tranquila hasta llegar a mi barrio, donde subí las escaleras con todas mis energías y llegué al departamento. Mi mamá no estaba, porque trabajaba, así que tenía que calentar la comida de la noche anterior para almorzar. Seguí escuchando música mientras hacía todo eso hasta que el celular sonó y tuve que bajarla para atender.
Era mi papá.
—¡Hola! —saludé alegre—. ¿Cómo estás?
—¡Hola Verito! —respondió con el mismo tono—. Todo bien, me alegra que vos también, se te nota contenta.
Quería contarle lo de Natalie, no sabía si hacerlo o no.
—Sí, estoy bien, hoy fue un buen día. Mañana tengo examen, pero estoy estudiando. ¿Y vos? ¿Cómo estás de verdad? ¿Tu tratamiento cómo va?
—¡Bien! Avanzando, aunque es agotador, pero no te preocupes que estoy bien. ¿Sabes para qué te hablaba?
Me quedé unos segundos pensando a medida que caminaba por el departamento. No tenía tanto espacio, pero siempre que hablaba por teléfono terminaba dando vueltas por el comedor.
—No, no sé.
—Se viene el fin de año y tu madre me hablaba de la fiesta de egresados, con Carla estábamos pensando regalarte el vestido y bueno, si todo sale bien, yo puedo ir también a tu fiesta. Si vos querés, obvio.
Mierda, sentí la emoción acumulándose dentro de mí. Sonreí, a pesar de que David no podía verme sonreír desde el celular, pero me alegraba un montón su propuesta.
—¡Sí!—Apenas conteste tomándome un momento para respirar—. Obvio que quiero que vayas, papá. Y lo del vestido... ¡Sí! Me encantaría también, si pueden pagarlo. Gracias.
—No, Verito, nada que agradecer, vos te mereces todo eso —dijo y además de sonreír mirando al piso, también sentí esa punzada de afecto en mi pecho—. Bueno, hija, te dejo tranqui, supongo que estás por almorzar ¿cierto?
—Sí, sí, todavía no se calienta la comida.
—Dale, nos vemos...
—Estoy de novia con Natalie. —Le conté.
Se quedó unos segundos en silencio y yo comencé a sentirme vergonzosa.
—¡Qué bueno! ¡Me alegro mucho por ustedes!
Su voz se oía genuinamente alegre, para mi papá esto no era un problema.
—El padre de Nati no se lo tomó muy bien y la echó de la casa.
—¡¿Qué?! ¿Dónde está esa chica ahora?
—Se queda con el Abuelo y su abuela.
David rio por el apodo de mi amigo.
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Aquel último año
Teen FictionA Verónica Leiva le entusiasma empezar su último año de secundaria, su objetivo es disfrutarlo a más no poder junto a sus mejores amigos y el próximo año marcharse a la universidad para comenzar una nueva etapa. Cuando las clases están a punto de e...