Esta historia nunca tuvo lugar en la vida real. Sin embargo, podría haber ocurrido si el gobierno alemán, en estrecha colaboración con las instituciones universitarias más desarrolladas del momento, hubiesen hecho el esfuerzo de ayudar a tender puentes entre Hegel y Schopenhauer.
Ya pasada la adolescencia, el joven Arthur Schopenhauer -en adelante Arthur- se mostraba muy disconforme con el pensamiento filosófico que promovía su compañero de profesión Georg Wilheim Friedrich Hegel -en adelante Georg-.
El inicio de su relación no fue óptimo. Se intercambiaron cartas durante un breve periodo de tiempo hasta que ambos desestimaron seguir respondiendo a la correspondencia; ambos creían que el otro solo era capaz de publicar nimiedades y contenido de poco interés, o nulo.
Si algún cartero, u otro intermediario entre Arthur y Georg, hubiesen leído el contenido de esas cartas, podría haber dado aviso a las autoridades competentes, reservando un par de habitaciones en un hotel y una cena donde charlar distendidamente y acercar posiciones.
De todas formas, permítanme imaginar que ese encuentro habría transcurrido así: