01

32 6 0
                                    

Al hablar de los amores de Bakugo Katsuki veríamos que muchas historias, algunas las atesora en su corazón y otras las quisiera olvidar, pero todas esas historias tienen algo en común: un doloroso vacío.

Katsuki había tenido las suficientes relaciones para ver cómo su corazón era consumido poco a poco por la soledad, llegando así a sentir que ya no podía volver a enamorarse, tampoco es que lo deseara, pues descubrió que la mejor compañía es la suya. Había aprendido a con vivir con su soledad y eso era algo positivo, sabía que estaba bien por su cuenta, ya no necesitaba la aprobación de otra persona o los cumplidos de alguien para sentirse bien consigo mismo.

Katsuki sabía que su soledad no era algo malo, al fin había alcanzado la independencia y madurez emocional suficiente para ser él sin restricción alguna.

Si hubiéramos empezado a contar esta historia en otro tiempo describimos a un Katsuki activo, siempre dispuesto a conocer a alguien para tener una relación deseando que fuera algo serio con el tiempo. Veríamos a un Katsuki asistiendo a fiestas, bailando y riendo, usando sus mejores ropas, buscando llamar la atención. Él se pavoneaba delante de todo el mundo haciendo gala de su orgullo, pero debajo de esa máscara solo se podía ver a un Katsuki inseguro, auto exigente, incapaz de aceptarse un solo error, un Katsuki que solo vivía de la aprobación de los demás, mendigando amor y aprecio.

Claro que en ese entonces era un adolescente, cuando llego la vida adulta y sus responsabilidades, una vez habiendo botado aquello que le lastimaba, una vez sanadas sus heridas del pasado, decidió escapar de todo eso y creyó que la mejor solución era hacer su vida una rutina, de casa al trabajo y del trabajo a casa, a veces iba a hacer las compras, otras a la biblioteca o a la disquería. Ya no le llamaban la atención esos lugares con luces y ruido, estaba aburrido y desgastado. Ya no esperaba nada nuevo de la vida.

Con la llegada de este año llegaron algunos cambios, en la oficina le habían ascendido, lo cual lo obligó a tener que mudarse de ciudad, no podía negar que estaba algo a la expectativa, pues era la primera vez que se mudaba a una ciudad nueva. Para su suerte, en aquella ciudad vivía un viejo compañero de la secundaria y su mejor amigo, Eijiro. Este compartía departamento con su novio Denki que también fue compañero de universidad de Bakugo, ambos se conocieron gracias a Katsuki. Cuando se graduaron, los dos tortolitos se mudaron dejándolo atrás. Hablaban por teléfono lo más que podían; pero no era lo mismo.

Al contarle de su mudanza, Eijiro lo convenció (obligó) a irse a vivir con él hasta que se establezca en la ciudad.

- No quiero incomodar al cara de tonto - trato de excusarse.

- No le llames así - Kirishima defendió a su novio - además esta fue su idea. Cree que es mejor para ti vivir con alguien, así tú no...

- Así yo no me cuelgo - hablo con ironía.

Después de que Bakugo les comento que había terminado con su última relación y había vuelto a vivir solo. Denki había visto muchos documentales sobre personas que viven solas y les pasaba cosas malas, esto lo había vuelto paranoico con la idea de Katsuki viviendo solo. Él solo se reía y les lanzaba chistes pesados, pues estaba seguro de que no terminaría de esa forma.

- No estarías solo, eso es lo que quería decir - hablo apresurado. - Vamos Kats, estaremos los tres juntos como antes...

Acepto porque los extrañaba, además se ahorraría el estrés de buscar un departamento y todo eso.

Así comenzó su vida en la nueva ciudad. Una vez establecido tuvo que luchar con el desorden de sus amigos para establecer la rutina con la que estaba acostumbrado. La compañía extra de sus amigos le sentaba bien, los tres amigos compartían momentos juntos donde reían y disfrutaban pasar tiempo juntos; sin embargo, cierto sentimiento de nostalgia invadía a Katsuki cuando veía cómo sus amigos se miraban con disimulo o se daban uno que otro beso escondido para no incomodarlo.

Había tenido tan mala suerte en el amor que llegó a pensar que eso no era para él. Después de todo, ¿quién iba a querer a alguien con un carácter como el suyo?, ¿quién se fijaría en un sujeto sinvergüenza y grosero?, él no era tierno y amable como Denki, tampoco era servicial ni sonriente como Eijiro, además todos sus anteriores novios le habían dejado en claro que era alguien difícil de lidiar, era muy exigente y solo se sentían intimidados.

Dispuesto a retomar sus viejos hábitos, decidió ir a una disquería para buscar algunos álbumes que le faltaban o escuchar algún disco nuevo. Cuando entro vio que la tienda era más grande de lo que esperaba, había hileras de estantes y al menos tres mostradores no sabía por dónde empezar. Despacio fue recorriendo cada fila y se impresionó al ver que todo estaba bien ordenado y clasificado por género, año y autor, eso le generó satisfacción. Una vez seleccionados los discos que quería, decidió escuchar un poco antes de irse, como era su primera vez, y por el tamaño de la tienda le parecía imposible encontrar los reproductores.

Camino hasta la caja para preguntar por lo que buscaba, tocó la campanilla para llamar al encargado, no estaba preparado para lo que veía, Katsuki se congeló. Un chico delgado, casi de su estatura, con el pelo rizado y de color verde, se había parado frente a él, al instante que sus ojos verdes hicieron contacto con los suyos, su corazón se aceleró.

- ¿Necesitas ayuda con algo? - preguntó sonriente el chico.

Después de escuchar esa simple pregunta se paralizó por completo, no sabía qué hacer, quería hablar con el chico y ser amable con él, tal vez conocerlo y...

Dejó los discos en el mostrador y se fue. No quería volver a lo mismo de antes, conocer extraños que llegaban a su vida y se llevaban todo. No quería volver a lo de antes, ya había aceptado su soledad como su destino.

StrangerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora