Capítulo 11: El protector

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El brujo me llevó a su enorme casa, dentro de un campo de esclavos. Me senté en la cabecera de la mesa del salón principal, junto a diez soldados de su confianza.

—Este niño es el hijo del rey Calek— reveló el hechicero. Todos quedaron absolutamente pasmados.

—Buen día, caballeros. Me presento formalmente. Soy el príncipe Alexis Calek, legítimo heredero del trono de Cretonia, hijo de los gloriosos reyes Ariana y James Calek. Ante todo, deseo aclarar que estoy dispuesto a negociar un acuerdo con ustedes bajo una sola condición: quiero que me garanticen la seguridad de las hadas y humanos que habitan la Tierra Azul—expresé, solemnemente.

—Si, por supuesto, Su Majestad—dijo el brujo, sin saber cómo tratar a un niño con un poder teórico.

—Mi empatía me indica que dices la verdad. Es una buena señal. Sé que quieren acceder al trono de Cretonia. Voy a aclarar algo: nunca voy a ceder el Reino de mi familia a ningún usurpador. Sin embargo, podemos establecer una alianza. Si me ayudan a derrotar a Saul, les daré el condado de Samarin— les prometí, con franqueza.

—Me parece perfecto. Tengo una predicción, Alexis Calek: te espera un futuro esplendoroso. Ya verás— expresó el brujo, animado. Su predicción era verdadera, según mi empatía. Después de todo, decían que el exilio fortalecía el corazón de quienes dejaban su tierra.

A pesar de la ira que sentía, en ese momento yo era rehén de ese grupo de malvivientes y pensaba aprovechar la oportunidad para vengarme de Saul. Después de todo, yo era pragmático por naturaleza.

Volvía a sentirme Alexis Calek en este tipo de situaciones, especialmente sin mi padre para cuidarme. Esperaba que la hubiera pasado bien con sus soldados idiotas en su ridícula misión. Cuando volviese a casa, se daría cuenta de que perdió un hijo y que esclavizaron a su esposa, por haber priorizado sus batallas antes que a la familia. Los humanos aprendían con los golpes, después de todo. Al menos siempre tendría a Tessa, su verdadera hija, la que tenía su sangre. Tenía que agradecerme a mí que no le hubieran colocado la marca de la esclavitud a la niña. Si había un héroe en esa situación, claramente era yo.

—Estás enojado con el protector. ¿Quién es?— preguntó el brujo, que podía leer mis emociones, conectándose a mi empatía.

—No importa... Es egoísta, vive para satisfacer su propio ego y siempre está rodeado por un grupo de salvajes que lo usan. Ya está. Hablemos del plan. ¿Con cuántos soldados cuentas?— dije con fastidio, tratando de enfocarme en el futuro. Ya nunca volvería a casa, por culpa de un padre negligente.

—Trescientos— indicó el brujo, orgulloso.

—Muy pocos… Sin embargo, mi empatía me dice que hay muchos nobles disconformes con Saul porque es deshonesto y brutal, además de un vulgar usurpador sin sangre real. Necesitamos trazar alianzas importantes para poder realizar un ataque sorpresivo, ya que en este momento el enemigo está debilitado y solo. Cuando capturemos al bastardo, quiero verlo arder en una hoguera, porque debe morir bajo el fuego del infierno—expresé, con profundo odio.

—¡Ahí está el legendario Alexis Calek, sin la máscara de eterna víctima inocente! Tengo una predicción: tu plan puede llegar a funcionar. Tu empatía es notable. Se acrecentó por las pérdidas sufridas— indicó el brujo, tratando de ganarse mi confianza. Él veía gloria en mi futuro, como todos los hechiceros que había conocido.

—Tenemos que hablar con el duque Ariel Wemmer. Percibo que él se está preparando para dar un golpe de estado contra Saul, porque no quiere pagar tantos tributos. Ya tiene ensamblado un buen ejército compuesto por vasallos fieles a su causa. Tendría que ser mi tutor legal, para que pueda tomar el trono en representación mía. El Senado va a aceptarlo, porque es un noble de excelente reputación— afirmé, con aparente convicción. Sin embargo, tenía pánico, ya que el plan era improvisado y no estaba con aliados poderosos, sino con inútiles captores de dudosa reputación.

El príncipe criado por esclavos: destino de gloria, oscuridad y traiciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora