Capítulo 22: Los dos jardines

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Draco intentó entrar corriendo a la casa para seguir a Periander, pero Hermione lo tomó del codo. Pensó que ella le diría que tuviera cuidado y que no saliera herido, pero su preocupación fue más pragmática. "¡Estamos aquí por evidencia! ¡No tiene caso si la destruimos intentando atraparlo! ¡No le prendas fuego a nada!"

"Se va a escapar" soltó Luna y Hermione los miró sombríamente.

"Luna, quédate en el frente. Draco, corre a la parte de atrás. Yo entraré" Draco iba a protestar, pero ella estaba segura en su convicción. "Nos has estado entrenando para algo así. ¡He aprendido magia oscura para algo como esto! ¡Confía en mí! ¡Y asegúrate de que no escape!"

Draco corrió a la puerta trasera, preocupado porque su actitud protectora le costara la oportunidad de atrapar al inmortal.

Tuvo más miedo de la profunda nieve por la que tuvo que correr, el hielo que crujía y lo retrasaba en cada paso, además de la presencia en el patio trasero, un jardín de esculturas. El aire místico de deterioro cubierto de nieve en el lugar estaba presente por completo en el jardín enterrado y árboles secos, con estatus de dioses y diosas griegos sin brazos o cabezas.

Bajó la mirada rápidamente para buscar huellas que no fueran la suyas, contento de que Hermione hubiera tenido la sensatez de hacer que Luna y él usaran ropa para la pesada nieve y vio que la blanca extensión no había sido modificada más que por él. Le hizo saber que Periander aún no había escapado, pero temía por los dos nombres en su lista de los que se había apartado voluntariamente- especialmente si Periander doblegaba esfuerzos e intentaba escapar por la puerta de enfrente, contra Luna...

No tuvo que preocuparse por mucho. Con sus reflejos adormecidos por un mes en cama y pasar un año sin Quidditch, apenas logró evadir el destello de algún hechizo no verbal, posiblemente peor que Stupefy. La estatua pudo haber sido Afrodita o Atenea, por lo que alcanzó a distinguir de lo que quedó dentro de la maleza- piedra quebrada que usó para esconderse detrás, arte destrozado completamente por la explosión que salió volando hacia los lados. Draco cayó solo por el impacto de la piedra frente a él. Periander no le daba descanso, siseando Crucio y dejando un rastro visible de flores muertas, además de la nieve derretida que fue golpeada por el hechizo.

Periander no parecía ser el tipo que usara Crucio, aunque no es que Draco lo conociera bien antes de que 'muriera'. Parecía que el truco de Draco con el ritual de Sordespiro no había sido popular con el gentío vivo.

Draco estuvo a punto de conjurar Lacarnum inflamari antes de recordar la orden de Hermione sobre no quemar nada importante. Ciertamente el mismo Periander entraba en esa categoría, especialmente si llevaba algo sobre sí- sin embargo, Draco no podía continuar deteniéndose. Tenía suerte de ser más joven y rápido que Periander, mientras se escondía detrás de una esfinge masiva, la cual tuvo el mismo destino que la diosa. "¡Diffindo!" gritó Draco, cortando los pies de lo que debía ser Vulcano con su forja de hierro y un cuerpo sin cabeza que pudo ser Demeter o Hera, tal vez el mismo Zeus convertido en trozos. "¡Oppugno!"

Periander tropezó cuando las estatuas cobraron vida y se pusieron en su contra. Era como en la Fuente de la Hermandad Mágica, excepto que Draco se sentía culpable por destruir esas estatuas, sin importar lo arruinadas que estuvieran. Tampoco tenía el intenso pánico y temor de morir contra Bellatrix Lestrange, al saber que Luna y Hermione pronto escucharían todo y entonces serían tres contra uno- o al menos eso creía...

"¡Confringo!" bramó Periander y el poder hizo volar las estatuas en pedazos. "¡CONFRINGO!" gritó de nuevo y Draco tuvo que lanzar un Protego rápidamente, seguido de Protego Horribilis. Periander prolongó deliberadamente el hechizo. Creó presión contra el escudo de Draco, mostrando una obvia familiaridad de batirse en duelo.

Draco Black y el Prisionero de Nurmengard (#6)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora