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La clase 2 – A se encontraba llena de emoción mientras preparaban los toques finales para el festival cultural. Al final, se decidió que se realizaría un Maid Café, pero con un toque diferente. Una diferencia que a Shota no pareció agradarle.
—Me niego —dijo Aizawa cuando ha visto el traje que Hana le ofrecía—. No quiero participar en esto.
—Todos acordamos que uno de los chicos y una de las chicas utilizaría el traje contrario —dijo mientras le dedicaba una sonrisa—. Hicimos un sorteo y tú has salido elegido por parte de los chicos.
—Aun así...
—¿Acaso temes que la gente se burle de ti?
—No. No me interesa lo que los demás digan de mí.
—¿Entonces?
—Es solo que alguien como yo no debería de usar eso —suspiró—. No soy lindo y tampoco tierno. Solo espantaré a la gente y no entrarán al café.
Aizawa se quedó mirando fijamente el conjunto. Era un vestido corto de encaje negro y blanco, junto con un moño y un delantal a juego. Sin duda era un atuendo bonito, por lo que pensaba que se le vería mejor a otra persona y no a alguien como él.
—Shota... Oye, Shota —alzó la voz Hana, ocasionando que Aizawa volviera a prestarle atención—. ¿Estás escuchándome?
—Estaba pensando en otra cosa —dijo, a lo cual su compañera frunció el entrecejo—. ¿Qué decías?
—Ya no importa —dijo de mala gana mientras le entregaba el vestido—. Úsalo o me enfadaré.
—¿Qué no estás ya enfadada?
Hana lo ignoró y se fue en busca de su traje, pues ella había sido la elegida para usar el traje de los chicos. Aizawa suspiró resignado, miró el traje que tenía en sus manos y recordó el enfado de su amiga.
No le quedaba de otra que hacer caso.
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Los días pasaron rápido, y el festival cultural finalmente llegó. La clase 2 – A había transformado su aula en un encantador Maid Café, con mesas decoradas con flores y manteles blancos. Había música suave de fondo y las luces estaban atenuadas para crear un ambiente acogedor.
Hana, arreglada con un traje de mayordomo, estaba trabajando junto a Aizawa. Ella parecía disfrutar cada momento, sonriendo y saludando a los clientes con entusiasmo. Shota, por otro lado, se sentía incómodo y torpe cada vez que tenía que llevar una bandeja o tomar un pedido.
El Maid Café estaba lleno de estudiantes y visitantes que querían experimentar algo diferente. Aunque al principio, algunos se sorprendieron al ver a Shota en ese atuendo, pronto comenzaron a reír y disfrutar de la actuación.
Todo marchaba espectacular. Pero entonces, un grupo de estudiantes de otra escuela entró en el café y comenzaron a burlarse de Aizawa. Se reían de su apariencia, llamándolo «El maid emo» y haciendo comentarios desagradables sobre él.
Aizawa no parecía importarle los comentarios, pero a Hana sí comenzaban a molestarle y eso lo pudo notar al ver la tensión en el rostro de su amiga. Dejó lo que estaba haciendo y se acercó a ella, poniendo una mano en su hombro.
—Ignóralos. No merecen tu atención.
—Pero ellos...
—Ya te dije. No me importa lo que digan de mí.
Hana decidió hacerle caso a su amigo y no amargarse. Sin embargo, los comentarios continuaban y la gota que rebalsó el vaso, fue cuando uno de ellos había hecho que Aizawa se tropezara y tirara toda una bandeja de comida.
El ambiente se volvió tenso y la gente que se encontraba en el aula comenzó a inquietarse, pues Hana había comenzado a formar pequeños rayos alrededor de los estudiantes que se burlaron de Shota.
—No lo hagas, Hana —dijo Oboro, quien había llegado al aula cuando escuchó que algo malo sucedía en su clase—. Sabes que no podemos utilizar nuestra particularidad sin autorización.
—¿A quién le importa eso?
Hana estaba a punto de desatar sus rayos cuando Aizawa intervino, colocándose frente a ella y mirando directamente a los estudiantes que se burlaban de él.
—No vale la pena usar tu particularidad en gente como esa.
—Yo...
Pero Hana no parecía calmarse, así que, para evitar que algo malo sucediera, Shota hizo un movimiento rápido, colocó el cuerpo de su compañera en su hombro y, finalmente, abandonó el aula.
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