Día lluvioso

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Era un día nublado, las nubes grises se avecinaban lentamente, y yo corría a mi trabajo, antes de que la lluvia empezará a caer; por suerte, lo logré. Me detuve frente a la puerta del local. Hoy me tocaba abrir a mí, por lo que metí la mano en mi bolsillo, tomé las llaves y abrí, volviendo a cerrar la puerta detrás mío.

Encendí los focos y luces led del local, era un lugar bastante hogareño, era una cafetería con esta temática. Mientras me ponía el uniforme, empezó a llover, me distraje un poco viendo como las gotas de agua caían o se estrellaban contra los cristales de los grandes ventanales del local. Después de unos minutos, volví en mí y me dirigí a una área detrás del lugar, era un área apartada especialmente para tener a los gatos, ¿no lo mencioné?, trabajo en una cafetería de gatos, es un lugar bastante agradable y los felinos lo son aún más.

Prendí las luces de la gran habitación, ahí tenemos a los gatos en jaulas, no se asusten, están vacunados, tienen suficiente espacio en ellas, tienen su propia cama, tienen comida y agua.

— Hola chicos — saludé mientras entraba, se podían escuchar algunos maullidos. — Ya voy, no se preocupen — sonreí y de poco a poco saque a todos los gatos, estos ya sabían la rutina, por lo que rápidamente se dirigieron al área del café, ahí había juguetes, rascadores, camas, fortalezas. El paraíso para un felino. Eran 15 gatos en total, todos ellos fueron adoptados y otros rescatados. Por favor adopta no compres. Después de soltar a los gatos, me fui al área de la cocina, y tranquilos, los gatos no pueden entrar a esta área y no pueden salirse del café sí alguien abre la puerta.

Ahí dentro puse a andar las máquinas de café, llenar los frascos de café que ocuparíamos ese día, y de más cosas antes de abrir oficialmente la tienda.

La mañana era tranquila, llovía a cántaros, no había llegado gente, los gatos dormían en los pliges y escondites de las fortalezas, y HoSeok estaba en el mostrador, admirando la lluvia cuando un felino se le acercó.

— Miau — saludó el gato a los pies del peliblanco.

— Hola, pequeño — lo tomó en sus brazos. — ¿Qué pasa, mandarina? — preguntó mientras el animalito se removía en sus brazos ronroneando. — Eres un empalagoso — rió, acariciando la cabeza del gato naranja quien se removia en gusto gracias a los mimos del humano.

De pronto, la puerta se abrió déjando ver a un sujeto empapado, que se quitaba su gorro y sacudía su pelo, HoSeok inmediatamente bajo al gato y se sacudió para recibir al cliente.

— Buenos días, bienvenido — saludó con una reverencia.

— No tienen nada de buenos — respondió con molestia el contrario.

HoSeok lo miró con atención, estaba todo empapado, por lo que entendió la actitud del contrario; además, no debías de tratar mal al cliente, por políticas de las tiendas.

— Ahora vuelvo, puede sentarse en la mesa de por allá — dijo con una sonrisa, encamínandose a la parte de los vestidores, ahí por suerte había unas toallas, estaba agradecido, NamJoon pensaba en todo, tomó una de ellas y su suéter, estaba agradecido de que se le ocurrió llevar dos suéter. En verdad era conveniente.

— Tomé — le entregó las cosas con una sonrisa. — Puede pasar a los vestidores, están al fondo a la derecha, el acceso es restringido, pero es el único lugar donde podrá cambiar su camisa — dijo HoSeok con una sonrisa.

— Si, gracias — respondió serio levantándose de su lugar.

— ¿Desea ordenar algo? — preguntó antes de que el contrario se fuera.

— Me vendría bien un café caliente — murmuró el más bajo. — ¿Acepta billetes empapados? — preguntó con seriedad.

HoSeok se aguanto su carcajada, para luego asentir.

— Quiero un americano caliente — dijo antes de irse.

El castaño al ver que el hombre desapareció por la puerta que llevaba atrás soltó una leve carcajada, para ir a la cocina y
preparar el café. No piensen mal, HoSeok se lavó las manos antes de prepararlo.

Cuando salió de la cocina el extraño ya estaba esperándolo en su lugar, con la toalla sobre sus piernas y un lindo felino blanco con manchas de rayas naranjas.

— Aquí tiene — dijo amable mientras dejaba el café con cuidado en la mesa.

— Gracias — habló mientras acariciaba al animal.

El empleado asintió, estaba por irse cuando el extraño habló.

— Gracias por el suéter y la toalla — agradeció sin quitarle la vista al gato.

— No es nada, sé que es incomoda la ropa mojada y se ve que no parará pronto — se refirió a la lluvia. — Para que pueda ir a su casa y cambiarse —.

— ¿Cómo se llama? — preguntó con una leve sonrisa.

— ¿Quién? — preguntó confundido el más alto.

— El gato — aclaró.

— Se llama Hope, pero le decimos Hopy — le respondió amable con una sonrisa.

El hombre medio empapado asintió y no dijo nada más. Fue cuando HoSeok retiró al mostrador.

Las horas que estuvo lloviendo no se dirigieron mucho la palabra, cada uno parecía estar en lo suyo. HoSeok siendo un atento trabajador que esperaba en el mostrador para atender a los clientes y por otro lado, estaba aquel cliente, que al principio tenía un gato consigo y ahora tenía tres felinos en su regazo. A todos les proporcionaba caricias y estos parecían haberse dormido por la comodidad de los mimos y a este parecía no molestarle el que los gatos los estuvieran usando como cama. HoSeok veía al único cliente con una sonrisa de vez en cuando pues no había visto alguien tan apegado con los gatos y que los gatos lo estuvieran con él.

La lluvia bajó de intensidad, fue cuando el cliente apartó a los gatos de su regazo con cuidado, les proporcionó algunas caricias y se levantó de su asiento.

HoSeok se acercó al cliente siendo algo cauteloso.

— Disculpe, aún está lloviendo un poco y tengo algunos paraguas ¿Quisiera uno para no volverse a mojar? — ofreció atento.

El cliente asintió. — Por favor —.

El castaño fue hacia atrás para tomar un paraguas y entregárselo después al cliente.

El hombre lo tomó. — Gracias —. Con ello se dirigió a la entrada.

— Espero su experiencia haya sido placentera, vuelva pronto — despidió con una reverencia educada y una sonrisa agradable.

El cliente no dijo nada, sólo salió de la tienda para desaparecerse entre la pequeña lluvia y las calles de la ciudad.

HoSeok suspiró satisfecho, había atendido a otro cliente de la manera correcta. HoSeok siempre había sido una persona extremadamente servicial, por ello se colocaba todos los meses como empleado del mes. También gracias a esa cualidad, la gente venía al café para ser recibidos de una manera cálida por el castaño. Había muchos clientes casi siempre. Además de que HoSeok era un hombre guapo, por su apariencia limpia y estética las personas se animaban a venir de vez en cuando y claro, los felinos también ayudaban mucho a la popularidad del local.

Café de gatos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora