~5~

25K 1.9K 106
                                    

~5~

Me llevo hasta mi habitación, jalándome al baño en donde rasgo mi vestido y me metió con brusquedad a la ducha. Chille cuando el agua fría cubrió mi cuerpo y la piel se endureció. Intente salir pero me pego más a la pared sin dejarme escapar—¡Eres un idiota! —Le grite mientras mi cuerpo temblaba.

—Deberías dejar de ser tan imprudente.

—No puedo y jamás podrás cambiarme.

— ¿A no?

—No.

—Olvídate de esto entonces—Me pego más a la pared y luego sin que le importara dejo que el agua lo mojara. Sus labios se acercaron a los míos  besándome fuertemente. Intente luchar con mis manos, pero las puso sobre mi cabeza. Su aliento estaba fresco y apreté los dientes para impedirle que entrara su lengua y aun asi acaricio mis dientes, finalmente rindiéndome al no ver escapatoria y me deje llevar por aquel beso. Me odiaría después, mas sin embargo, no podía alejarme por alguna extraña razón. Bajo sus manos hasta mi cintura y luego empezó a desnudarse dejando caer la ropa mojada fuera de la bañera sin apartar su mirada de mí. Bajo sus pantalones quedando en bóxer y luego yo al darme cuenta intente escapar por uno de sus costados. Me agarro de la cintura lanzándome contra una de las paredes de nuevo y besándome con brusquedad.

—No quiero—dije entre sollozos—Por favor. No estoy lista—Beso mi cuello y continúo bajando su boca hasta entre mis pechos. Jalo el sostén, dejando mis senos al descubierto. Me tape con las manos e intente pegarle una patada, pero agarro mi pie antes de que chocara con él. Me jalo a él y luego hizo que mis pies se enredaran en su cintura. Un viento me atravesó y fue cuando vi ya estaba en la cama. Tenía los brazos estirados sobre mi cabeza y no sentía frio. Llevo sus manos hasta mi mejilla y luego beso mi boca. Mordí la suya e intente acercarme a la almohada en donde tenía el cuchillo de plata. Se detuvo y sonrió.

—Eres muy imprudente y debería hacerte mía como castigo, pero no lo hare—Se separó de mí y fue hacia mi armario. Sacando ropa que parecía ser de él.

— ¿Qué hacen tus cosas en mi habitación? —Sonrió.

—De ahora en adelante compartiremos cuarto. Ahora vístete tú también—Bufe—Lindos pechos por cierto—Me percaté de que estaba completamente desnuda frente a él y me tire en la cama cubriéndome con el edredón y caminando hasta el armario para tomar la ropa. Antes de tomar la ropa el jalo el edredón y la tiro al otro lado. Me enoje y cubrí con mi mano mi pecho y con la otra tome la ropa corriendo hacia el baño y cerrando la puerta de golpe. Me deje caer tras ella en el suelo y lágrimas salieron de mis ojos. No quería más de esto, no faltaría mucho para que él tomara mi virginidad y estaba asustada. No por ese simple hecho sino también que continuara atrapada en este lugar.

Al salir lo vi pensativo mientras cerraba la puerta. Su rostro estaba serio y parecía estar enojado— ¿Qué sucede? —

—Es tu madre.

— ¿Mi madre?

—Quiere hablar contigo.

— ¡Que!

—Llamo y dijo que estaría con Stephan su creador, aquí, en unos minutos...

— ¿Cómo sabe ella que estoy aquí? ¿Le dijiste algo? ¡COMO PUDISTE!

—Deja la histeria, claro que no. Olvidas que ella sabía del tratado antes de convertirse en vampiro.

—No quiero verla. A esa mujer no.

—Tienes que hacerlo.

—No quiero verla nunca, ella me abandono y además de eso...me vendió a los vampiros.

—Debes saber que fui yo quien te escogió y ella eligió su felicidad al lado de Stephan uno de mis hermanos.

— ¿Tu lo sabias?

—Ella me mostro tu fotografía cuando eras una niña prometiéndome en el futuro que serias mía. Que haríamos el ritual de atadura.

—No entiendo ¿A qué te refieres con ese ritual?

—Es un ritual en donde tú y yo nos atamos, es una especie de matrimonio. La diferencia es que este es para toda la eternidad. Si tu no estas cerca de mi...moriremos ambos, es como si nuestros corazones de alguna forma palpitaran en uno solo. Si muero...tú mueres conmigo y es lo mismo si tú mueres.

—No me atare a ti ¿Por qué aceptaste tal cosa? —Le pegue en su pecho y él no se inmuto. Lagrimas cayeron por mis ojos. Tienes que ser fuerte. Me repitió mi subconsciente. No dejes que te vean llorar—No vez que odio esta mierda.

—Acepte porque era mi única opción ¿crees que esto es lo que quiero? Intento averiguar la forma de que eso no ocurra nunca. Asi que podrás por favor trabajar conmigo hasta que eso suceda—Me agarro de los hombros haciendo que levantara la mirada—No podemos empezar una guerra contra los cazadores asi como asi. El consejo me maneja asi que no puedo pasar por encima de ellos. Hubiera querido o no escogerte a ti, ellos abrían escogido a alguna cazadora para mí.

—Te odio.

—El sentimiento es mutuo, pero no podemos hacer nada. Ahora lo único que nos queda es luchar contra ellos y salvarnos ambos. Para eso tendrá que parecer que nos amamos ya que mi hermano Stephan pertenece al consejo, si ve alguna irregularidad nos obligara a unirnos

— ¿Cuánto tiempo tendré que hacer como si te amara?

—El tiempo en que ellos estén aquí y, se fuerte con tu madre. No hables de más—Baje la vista y el levanto mi mentón— ¿Quieres liberarte de mí, no es cierto? —Asentí— Coopera con la causa entonces.

Salimos de la habitación y caminamos por el primer piso en donde la gente se estaba retirando. Alguien había dado la orden de que la reunión había acabado. El salón estaba intacto, los vampiros eran útiles en la limpieza de eso no había duda ya que la mesa que partí y todo el desorden ya no estaban.

—Señor, su hermano y la madre de la Señorita están en el salón esperándolos—Nos miramos y luego asentimos. Seguimos a Leandro hasta las puertas grandes de mármol. La abrio y la vi de nuevo. A esa mujer que dijo alguna vez ser mi madre. Con sus labios rojos, sus pestañas largas, su mirada fría y su cabello negro.

—Cuanto tiempo hija.

Atados (+16) Disponible en NovelameDonde viven las historias. Descúbrelo ahora