Laya.
𝟷 𝑁𝑜𝑣. 𝟸𝟶𝟷𝟶
Oscuras..., sí. Oscuras eran las calles de Berlín por las que estaba transitando, el cielo en tono oscuro, escaza luz proveniente desde los faroles en las veredas que iluminaban estas y algunos callejones, la carretera estaba totalmente despejada, los lugares vacíos como de costumbre cada que me dirigía a casa después de haber terminado mi trabajo.
Observaba todo lo que me rodeaba, mi camino era directo al departamento que compartía con, Lizeth, una amiga que me hospedó cuando llegué aquí a los dieciocho. Me vine a Berlín para lograr mejores cosas en el mundo de la gastronomía, mi carrera, la cual dejé cuando supe que iba a ser mamá.
Llevaba a Isabella dormida plácidamente en su sujetador, una pequeña de cuatro meses, ojos café claro, pelo rubio y de tez morena clara, desde que obtuve el positivo de mi prueba de embarazo he dejado muchas cosas, pero jamás será un error.
Isabella, o más bien mi pequeña Bella, ha sido la razón por la que hasta el día de hoy me he esforzado mucho en mi empleo. Por ella daría hasta mi vida con tal que esté bien, Lizeth me ayuda con ella cuidándola, pero estos últimos días yo la he tenido que traer al bar porque ella tenía que trabajar al igual que yo. Soy consciente que no es un buen lugar para una bebé, pero no había otra persona quien me ayudara con Bella y en mi trabajo había una señora que se he estado haciendo cargo de ella mientras que yo cumplía mis horas de laborar.
Ya me faltaba poco para llegar al hotel, cuando iba a cruzar la calle, una camioneta de lunas polarizadas se colocó en frente mío, haciendo que yo retrocediera rápidamente, la puerta de este se empezó a abrir, dejándome ver a tres hombres encapuchados. Giré mi cuerpo empezando a caminar más rápido en dirección contraria al edificio llendo a nosé donde, lo único que quería era alejarme de aquel lugar y poder estar tranquila. Poder estar segura.
Pero un agarre en mi brazo me hizo parar, estaba asustada, tenía miedo de lo que podrían hacerme a mi o a mi hija, solo quería escapar. De un momento a otro sentí mi brazo libre y antes de empezar a correr dos de los hombres me tomaron con fuerza haciéndome retroceder bruscamente, me acorralaron y me empezaron a llevar hacia la camioneta. Intenté zafarme de ellos, pero la presión en mi cuerpo se hizo más fuerte impidiendo que me escape.
Me empujaron dentro del auto de donde estos bajaron, grité y grité, pero estos solo hicieron caso omiso, cerraron la puerta rápidamente y pusieron el auto en movimiento, el llanto de Bella no tardó en llegar, la abrazaba para protegerla y que no le hicieran nada.
En un descuido sentí un pinchazo en mi cuello, mi rostro estaba totalmente empapado por las lágrimas que brotaban rápidamente de mis ojos, Bella seguía llorando y no sabía que hacer. Poco a poco empecé a marearme, veía borroso y mis ojos empezaban a cerrarse inconscientemente.
Lo último que pude observar fueron unos brazos arrebatándome a mi bebé, quería hacer algo, pero mi cuerpo no reaccionaba ¡No respondía!, solo escuchaba sus sollozos, palabras provenientes de los hombres que no escuché atentamente y me quedé ¿Dormida?
[...]
Abrí mis ojos lentamente, no podía ver casi nada, todo estaba oscuro. Intenté levantarme pero sentí una presión en mis muñecas y mis pies, quise gritar pero una tela cubría mi boca impidiéndome emitir sonidos. Por lo que pude percibir, una cuerda rodeaba la parte de arriba de mis brazos y otra por debajo de mis piernas. En donde me encontraba tirada,la base se sentía helada ,no sabía donde estaba y....¿Bella?, a donde se la habían llevado esos malditos.
Mi hija no estaba conmigo ,me empecé a desesperar, mis pensamientos empezaron a invadirme y miles de preguntas también ¿Qué le hicieron? ¿Dónde está? ¿Cómo está? Y más preguntas sin respuestas, a mí me podían hacer lo que quieran, pero no a ella, no a mi bebé.
Mis lágrimas salían sin parar, maldecía a esos desgraciados, quería salir y correr hacia ella, quería saber a donde se la habían llevado, quería saber con quien estaba, quería soltarme pero no podía y eso me ponía peor. Quedé paralizada por el sonido de unos pasos resonando sobre el suelo y que se escuchaban cada vez más cerca.
El sonido de una una manija siendo manipulada hizo que me asustara más de lo que ya estaba, escuché una puerta abrirse y en unos segundos cerrarse, no había sonido alguno, todo estaba en total silencio, como si la persona que entró estuviera pensando.
—Hola preciosa.—escuché una voz ronca, se me hacía reconocida pero no recordaba de quien y aunque intentaba descifrarlo, era imposible —¿Me extrañaste?— preguntó de nuevo con esa maldita voz que posiblemente solo la haya escuchado una vez, se prendió una luz y observé detenidamente todo a mi alrededor.
Estaba en una habitación demasiado sucia, no había ventanas, varios papeles tirados por el suelo, un líquido seco de color rojo intenso en las paredes y en varios lados del lugar, una pequeña mesa y todo absolutamente estaba en mal estado. Giré mi mirada al frente, viéndolo a él, esas trenzas, esa estúpida sonrisa era él, el hijo de puta me había secuestrado.
—¿No vas a decir nada?—soltó burlón —Oh, me olvidé que no puedes hablar.—se acercó a mi y me desató la tela que cubría mi boca, observé sus ojos detenidamente por la cercanía, pero no había nada, solo se veían vacíos y no demostraban ningún sentimiento, tal y como ese día.
—T-Tú.
Bueno, este es mi primer libro e intento de escritora.
Puede que haya ortografía incorrecta pero con el tiempo los iré arreglando, este libro contiene temas delicados y fuertes, así que si lo leen es bajo su propio riesgo.
Voy a intentar lo más que pueda para que este fanfic sea de su agrado y les guste, también quería agradecerle a una amiga que me ayudó a escoger físicamente a los personajes, somos dos esquizofrénicas así que ahí les dejo el primer capítulo.
¡Acepto cualquier tipo de comentario excepto ofensivos!
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𝐃𝐢𝐢𝐟𝐢𝐜𝐮𝐥𝐭 ; 𝐓𝐨𝐦 𝐊𝐚𝐮𝐥𝐢𝐭𝐳
FanfictionLaya Scolen, una joven que migra a la ciudad de Berlín para mejores oportunidades, estudiaba gastronomía y por las noches trabajaba de barista. Al poco tiempo sale embarazada y por fuerza mayor tuvo que dejar la universidad, jamás pensó que una noch...