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—Y, entonces... ¿te parece ir al cine esta noche? —preguntó Danielle, disfrutando del fresco viento de aquella tarde.

No importaba donde podría estar, estando al lado de la castaña todo se veía más bonito y agradable. Simplemente perfecto.

Haerin la miró por un par de segundos, sonriendo brevemente, para luego poner su atención en el gatito que caminaba al frente suyo. Tenía la correa levemente sostenida, dejando que el animalito se moviera donde quisiera.

—Me encantaría —sus ojitos brillaron de manera preciosa—, pero no puedo dejar al gatito tanto tiempo —hizo un inconsciente puchero—. Hemos estado saliendo varias veces durante estas últimas tres semanas, Danyell.

La pelinegra se enrojeció levemente, escondiendo sus manos en los bolsillos de su pantalón y mirando sus zapatillas mientras seguían caminando. A pesar de que Haerin le había puesto ese sobrenombre hace ya varios días, seguía alterando su corazón de manera indescriptible. Escuchar aquello salir de los hermosos belfos de Haerin, solo la dejaba cohibida y descolocada.

Sí. Marsh sabía de sobra que había caído profundamente.

—Uh, sí, cierto —alargó la frase con algo de pereza—. Lo hemos descuidado un poco —esbozó una pequeña sonrisa.

Haerin solo tendió a corresponderle con otra sonrisa, una más amplia y totalmente sincera.

—A lo mejor llevo mi laptop y descargo un par de películas que estoy segura que te gustaran.

—Suena bien, pero nada de-

—Ciencia Ficción —interrumpió—. Eso ya lo sé —la menor no pudo evitar apreciarla con la mirada.

Las semanas habían pasado y con ellas los días en que Danielle pudo congeniar de una manera casi perfecta con Haerin.

Entablaron más conversaciones interesantes y amenas, dejando que la confianza empezara a ascender. Pasaban agradables momentos juntas en el receso, así como Danielle siempre esperaba a Haerin para llevarla a la universidad y así mismo dejarla en su apartamento cuando las clases culminaban.

El pequeño felino se había convertido en una parte especial e importante para ambas, uniéndolas -si es que era posible- cada vez más. Compartían ciertos gustos y, si no, se ponían a platicar sobre ellas. Descubriendo que en las ideologías diferentes de cada una, encontraban algo interesante y atrayente.

Encajando de manera única.

Estaba más que claro todo y Danielle solo esperaba el momento perfecto para decírselo a Haerin.

—De acuerdo. Volviendo a mi apartamento te esperaré con algunos snacks —comentó la castaña.

—Yo traeré las sodas —culminó plenamente feliz.

Haerin tomó entre sus manos al gato.

—Entonces será mejor volver.

—Tienes razón —la pelinegra se acercó más al animal. Acarició sutilmente la cabeza del pequeño y miró fijamente a Haerin—. Debo irme, volveré a eso de las 8:00pm, después de todo mañana es sábado.

Kang asintió convencida y como siempre, esperó para recibir el suave beso de Danielle en su coronilla. Cerrando los ojos y disfrutando del cariño que profundamente sentía cada vez que Marsh hacía aquello.

Haerin también lo sabía, y ya no hay marcha atrás.

—Nos vemos luego —amor, pensó Danielle con unas grandes ansias de poder decírselo libremente.

***

La de ojos gatunos trataba de acomodarse el cabello húmedo, producto de una reciente ducha. Puso en orden sus libros en el escritorio y luego observó al pequeño gato.

sucker for you; daerinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora