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Haerin tuvo que reprimir una mueca de incomodidad porque Danielle olía a alcohol puro. La de ojos gatunos no podía soportar simplemente ese olor, era 100% desagradable aunque le dijeran que es una exagerada. No obstante, analizándolo mejor, el alcohol mezclado con el refrescante aroma femenino de la más alta quizás no era tan fastidioso después de todo.

—Te extrañé mucho, mucho~ —murmuró Danielle, frotando su nariz contra la piel expuesta, inhalando el dulce perfume que provenía de Haerin.

—Entonces debió ser eso —dijo Yunjin con una leve sonrisa—. ¿Ustedes son novias?

—¿Qué? No, claro que no —argumentó la coreana, intentando separarse del agarre que tenía impuesto Danielle en ella.

—No estoy entendiendo nada —comentó, encogiéndose de hombros.

—Solo somos amigas —agregó para luego posicionar sus manos en los hombros de la pelinegra y mirarla con fijeza—. Hey, tienes que ir a casa, es demasiado tarde.

—¡No, no, no! Yo quiero estar contigo~ —se negó a soltarla, haciendo un pequeño puchero.

—Bienvenida a mi problema, Haerin-ah —se burló la rubia—. Lidiar con ella ahora será sumamente difícil.

—Ahg —se quejó, tratando de no impacientarse. Carraspeó intentando cambiar su voz a una más suave—. Danielle, debes ir a casa, tienes que descansar.

—Yo quiero dormir contigo y, si no puedo, entonces no me moveré de aquí.

—Pareces una niña caprichosa, Danielle, no estoy jugando —Kang intentó regañarla, sin obtener nada bueno.

—Por favor, yo quiero estar contigo~ —su voz sonó entre débil y somnolienta.

—Y yo quiero que obedezcas y no le causes problemas a Yunjin. Ella quiere llevarte a tu casa y tú solo te niegas, eso es muy inmaduro de tu parte.

—Es que... es que yo quería verte. ¿P-Puedo dormir contigo? —susurró, con la voz ronca producto de haberse alcoholizado en exceso—. Por favor~

Si Danielle se viera ahora mismo, pero estando completamente sobria, hubiera comprendido que su dignidad ya se había perdido. O quizás se fue desapareciendo desde que conoció a Haerin.

—No, no puedo, solo tengo una cama, además necesitas un baño, otro cambio de ropa y acomodarte en tu verdadera habitación —suspiró algo cansada—. Solo déjame llevarte hasta tu casa. Yunjin nos ayudará.

—Es cierto, ya deja de jugar y solo acepta nuestras indicaciones —mencionó Huh, esta vez más firme, obteniendo un quejido por parte de Danielle.

—No quiero, solo vete, Jin, yo iré con Haerin —sus palabras era alargadas unas a otras, demostrando el cansancio que tenía.

—Sino fuera porque yo también muero de sueño, estoy segura que te dejaría aquí para que te mueras de frío, Danielle Marsh —siseó Hae y deshaciéndose del agarre de la australiana, se dirigió hacia la rubia—. La llevaré a mi apartamento hasta que esté totalmente sobria, no te preocupes por ella, Yunjin.

—¿En serio? ¡Ah, muchas gracias! —sonrió levemente—. Bueno, si tienes algún inconveniente con ella, solo llámame.

—¡¿Y por qué te llamaría a ti?! —interrumpió Danielle—. Ella no tiene porqué llamarte —gruñó y Haerin rodó los ojos. La pelinegra se colocó detrás de Haerin y volvió a abrazarla por la cintura, colocando su mentón en uno de sus hombros.

—Da-Danielle, suéltame.

—Nop~ — la apegó más a ella y Haerin soltó un fuerte suspiro.

—Nos vemos luego, Marsh — se despidió Yunjin—. Y te deseo mucha suerte —bromeó hacia la más bajita.

—Sí, lo que digas, no la mires mucho —murmuró Danielle, intentando mover a Haerin para que no la viera.

—Eres tan celosa —rió Yunjin brevemente.

Haerin acomodó mejor sus lentes en el puente de su nariz y resopló cuando la chica desapareció de su campo visual. 

—No podremos ir a ningún lado si sigues así.

—¡Sí podemos! —aclaró rápidamente—. Eres muy cálida y tu perfume es delicioso —balbuceó mientras llevaba sus belfos hacia el cuello de Haerin—. No me quiero separar de ti~

—Eres tan fastidiosa estando ebria —habló tratando de sonar seria, aunque la verdad se encontraba algo cohibida por el acercamiento y con las mejillas totalmente sonrosadas—. Juro que te golpearé la frente si te veo tomar otra vez.

—No haré nada que no te guste —comentó bajito, medio ronca.

—¡Ah, mejor cállate! —presionó los brazos de Danielle -que rodeaban su cintura- y decidió caminar hacia un paradero cercano—. Solo espero que pase un taxi, es demasiado tarde.

—¿Y si caminamos? —bostezó, frotando su mejilla con la de Haerin en un acto cariñoso.

—No puedo estando tú atrás de mí, en un estado de ebriedad y siendo más de las dos de la madrugada.

Danielle no dijo nada más puesto que sentía demasiado sueño y lo único que quería era echarse en la cama abrazando a Haerin por completo. Con un suspiro cansado, la castaña logró detener un taxi. Fue algo complicado subir con Dani, ya que esta se negaba a soltarla.

—Solo entra, ya es tarde —habló entre dientes, en verdad que no quería perder la paciencia.

—Me vas... ¿me vas a dejar? —preguntó totalmente triste, con los ojos cristalizados y logrando descolocarla.

—¡¿Cuándo fue qué dije eso?! —se exaltó quizás un poco, cerró los ojos por un par de segundos y trató de calmarse—. Danielle, yo no te voy a dejar. Iremos a casa, a descansar —le explicó suavemente, logrando convencerla.

Cuando Marsh por fin logró sentarse, Haerin volvió a resoplar, solo esperaba llegar y que Danielle se durmiera por completo. Sin interrupciones, sin comentarios incoherentes. Solo quería descansar.

Ingresó al automóvil, siendo abrazada rápidamente por Danielle. Haerin se dejó hacer y con una breve explicación al conductor emprendieron el camino hacia su apartamento.

—Gracias por venir por mí~ —susurró muy cerca al oído de la menor—. Me gustas mucho~

—Sí, no es nada —intentó cortar la conversación.

—Sí lo es, para mí tú eres mi todo~ —murmuró para finalmente dormir recostando su cabeza en el hombro de Haerin.

Haerin agradeció completamente que fuera así, porque tenía un fuerte rubor en el rostro y sentir muy cerca a Danielle es como si su respiración se retuviera. No entendía lo que pasaba consigo misma. Y quizás no debería hacerse ideas de absolutamente nada, mucho menos de forma tan rápida.

Solo está ebria, por eso dice esas cosas.

Su subconsciente volvió a responder por ella. Ese lado inteligente y maduro que le ayudaba a no cometer errores.

No puedes confiar con facilidad.

No puedes confiar con facilidad

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