I.

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The Prince

A veces lo único que podemos pedir, es un poco de paz... Pero a veces solo es una segunda oportunidad.
Empezar de nuevo... Un cambio”.


Obscurus.
El obscurus es un parasito mágico en el cual vive en un niño, creado a partir del abuso físico y/o psicológico, reprimiendo su talento en la magia. Denominados “Obscurial” a los portadores de dicho parásito.

Este ser se presenta como un “viento” o “niebla” negra, el cual es peligroso para quienes rodean al individuo, a excepción de alguien querido por éste.

Al matar, deja marcas de quemaduras en la piel de sus víctimas; estos desaparecen a la muerte de su portador; aunque Newt Scamander, Magizoologista, pudo tener a uno sin portador en circunstancias especiales.

Severus Snape era un obscurial, pero no uno normal, era capaz de retener a su propio obscurus, sin duda un mago espléndido. Lastima que también eso tuviera un precio a pagar... Su propia vida.

El obscurus en él se formó a sus 8 años, a causa de un suceso, generalmente su madre detenía el surgimiento del obscurus antes de que esté apareciera, aunque no podía detenerlo siempre (a menudo aparecía cuando ella no se encontraba), de manera inconsciente claro está, cuando por fin se enteró de lo que en verdad era fue a sus 11 años, al entrar a Hogwarts, entonces lo oculto y reprimió, pero... No todo es para siempre.

En la noche del 31 de Agosto y la madrugada del 01 de septiembre de 1976, al inicio del nuevo ciclo escolar, su sexto grado.

Él dejo este mundo.

Su obscurus había absorbido por completo su magia y en el proceso había fallecido.

Porque para un mago, es difícil que sobreviva al consumo de su magia.

Noche trágica.

"Solo un poco más" pensé mientras se me iban las fuerzas.

Me negaba a morir, no quería morir por ello, no debía morir.

Lo había estado reteniendo desde que me enteré de su existencia, cuando supe que era en verdad. Duré casi 10 años en mantenerlo totalmente oculto de todos.

De mi madre, de Lily, de todo Hogwarts. De cada persona posible.

Pero había alcanzado el límite.
Había llegado mi hora, aunque lo negará, solo quería un poco de paz.

Dolía bastante, era como recibir una paliza de él, mucho en verdad, pero me negaba a gritar, había estado ocultando esto bastante tiempo para que al último todo se supiera. Tampoco quería que él despertará.

"Tan solo un poco de mi dignidad" pelear con ello nunca ha sido, ni será fácil, al final de todo “eso” estaba a la par mía, incluso un poco más.

"No quiero morir. Pero sé que lo haré... Por única vez, admito que tengo miedo... No quiero morir, tengo miedo y dolor" sentía la fría neblina negra alrededor mío.

Como me sofocaba, y luego... El dulce beso de la muerte.

. . .

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