Podía escuchar las conversaciones vagas que se llevaba a cabo en mi funeral, nadie realmente decía lo que pensaba— que fuí un egoísta— todos representaban su papel a la perfección, fieles hijos de la hipocresía, y de vez en cuando movidos por algo secreto, se acercaban a mí para decirme unas palabras.
"Te extraño"...
No reconocí aquella voz, ya que mi cuerpo expulsaba sus últimos alientos de vida, y se oía tan raro, tan lejano y hasta irreal. Aún mi cuerpo permanecía intacto, aún mi aroma permanecía en la habitación, ¿y ya se permitían extrañarme?
Si te soy sincero, yo no portaba de ningún ser humano que me amara, salvo mi mujer que sospechaba que ya era de otro hombre, y mi intuición fue más alla se lo esperado, cuando una oleada de pánico atravesó mi moribundo cuerpo, al escuchar un suspiro proveniente de su vientre, y por un momento— ¡Que estúpido!— por una décima de segundo, creí que era el niño atrapado en mi urna, pero no podía ser él—ya estaba cansado de llorar tanto y se encontraba tembloroso— escuchaba como se retorcía en las paredes de su útero, una pequeña vida estaba creciendo mientras la mía estaba pereciendo; lo entendí, y me dolió saber que no era mío, no pude más que despreciar la poca vida que me quedaba y desear que este espectáculo se acabara de una vez, y desprecie a la mujer que lloraba desconsoladamente en mi vulgar nombre, la odié por hacerme sentir culpable, por sentir vergüenza, por arrepentirme un segundo de lo que hacía...
Pero mis sentimientos no perduraron, se deshicieron al escuchar la voz aguda de la mujer que me dió la vida, la que me puso este nombre tan grotezco, la mujer que realmente me amo y yo no amé lo suficiente como para seguir a su lado, sus lágrimas golpeaba el cristal y tal como la lluvia había golpeado mi rostro, quería que sus lágrimas se hicieran paso hasta mi cuerpo, estaba seguro de que si una lágrima de mi madre tocara mi piel, yo volvería a la vida, ella sanaría mis ranuras y las coseria con amor.
Otra vez volvía a sentir esa oleada calurosa— un golpe, justo en el centro de la cabeza, como si te cayera unos cuantos ladrillos desde un cuarto piso— era el "arrepentimiento", quise levantar mi mano y pegarla al cristal, quería separar mis labios para rogarle perdón, pero no podía; y mi corazón ya destrozado conoció un nuevo dolor al escuchar a mi madre llorar y pedirme perdón — ¿Por qué lo haces? Yo te cause esto, yo debería pedirte perdón a ti, no al revés— moriré condenado a la amargura, a la vergüenza y a este nuevo dolor.
El volumen de su voz gradualmente subía, supe que no solo me había destrozado a mi... Yo era un asesino, yo mate a mi niño, yo mate a mi madre y ahora estoy condenado.
Creí que el dolor no era suficiente hasta que mi padre lloró, aquel hombre de mirada dura como sus palabras, al que nunca le tembló el pulso para arrancarme un grito y la piel con la correa de cuero, cuando era solo un niño, se derrumbaba ante mi— ¿También sentirá la oleada de la vergüenza y el calor del "arrepentimiento"?— me sentí insultado y apenado por causarle tanto daño.
Mi nombre fue gritado cada tanto pidiéndome que volviera, pero bien sabido que nunca podré regresar, yo me encontraba consternado, mi desesperación iba en alarmante aumento, algo en mi quería correr y gritar, escapar de todo, había creado un cementerio para las esperanzas de mis amados padres.
La sombra de la muerte se encontraba detrás de mi, siento sus dedos esqueléticos recorriendo mi piel, mi cara, mi cabellos, mis piernas, llevándose cada uno de mis sentidos, era un vil coleccionista.
Mis monstruos se morían conmigo, los escucho aullar de dolor, el niño se retorcía frenéticamente y también quiso gritar pero no podía, los aullidos era más como truenos desgarradores, eran tan fuertes que creí que el cielo estallaría, pedían auxilio, y yo carcajee por dentro, les oí el rasgar las paredes con sus largas uñas, un sonido capaz de reventar tus tímpanos, un sonido desesperante que me carcomía por dentro, pero aún pude reírme del espectáculo que había armado.

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Arrepentimiento
Cerita PendekEl arrepentimiento es esa tristeza profunda que surge de un hecho pasado, que resultó ser incorrecta o inapropiada ¿Has sentido eso? A veces hay acciones de las que no podemos dar marcha atrás y experimentamos las oleadas del arrepentimiento.