La señora Andrea, y su problema de salud 2
Sigo buscando la manera de follarme a mi vecina "pureta" pero con un cuerpo de vicio. Estamos en un continuo tira y afloja, que me empieza a cansar. Con el horario para tomarse la pastilla, y sin saber si se hace la dormida o no.
A la mañana siguiente, me entretuve más en casa después de clase adrede, quería ver si subía a buscarme, ya que no teníamos nuestros números. Espere una hora, pero no aparecía, me levante y baje a su casa pensando que igual era un poco iluso al pensar que ella se podía follar a cualquiera, y a mí me veía como a un joven descarado que la hacía reír, y poco más.
Abrí con mi llave al picar dos veces, y entre llamándola. Y la encontré en el sofá dormida con una minifalda y una blusa desabrochada, dejando un buen escote. Mi polla saltó y tiraba a ella, solo le tenía que separar una pierna, apartar las braguitas que veía desde donde estaba, y metérsela hasta el fondo para que despertara.
Me acerqué y le dije:
-Andrea, vete a la cama mujer.- pero nada, casi parecía que roncaba.
Le pasé los dedos por sus pechos, abriendo más la camisa, me acerque a olerle su coñito, y cuando le iba a apretar un pecho, me fije en su cara, tenía el rímel corrido como si hubiera llorado. Aparte mi mano y me senté a su lado diciéndole:
-¡Andrea cariño, despierta fiestera! -le grité, haciéndola gruñir y girándose un poco.
-¡Vamos venga, que son las 12 mujer!- le insistí sin mucho éxito.
Tenía una mano en su cadera y le empecé a hacer cosquillas. Eso si funciono, se empezó a reír aun dormida, y se retorcía, pero sin abrir los ojos.
-Venga levanta, bella durmiente.- le dije arañando su barriga bajo la blusa y ella riendo por las cosquillas, rozaba sus pechos por debajo, ansioso de cogerle uno.
Mi polla empezaba a asomar y me levanté diciéndole:
-Voy a hacer café, que menudo modelito joder.- le dije descarado escuchando cómo reía, ya más despierta.
No tardó en venir y sentarse en la silla bostezando, y le dije:
-¿Quién te ha hecho llorar? Verás la paliza que le pego.- y le deje su café delante, apartando su pelo mientras me sonreía aún bastante dormida.
-Nadie, yo misma, no te preocupes mi héroe.- me dijo besando mi mano y yéndome a mi silla, o le sacaría la polla para que le pusiera leche al café.
-Pues vaya tarde de chicas si vuelves llorando, ¿Tan mal les va a las pobres? -le dije para hacerla reír.
-¡Jajaja! No te creas, hay un par que si dan ganas de llorar al oír sus penas. -me confesó riendo.
-Pero lo pasemos bien, solo que ya eran muchas horas sin la medicación, y justo me empecé a encontrar mal al llegar a casa, me la tomé y bueno, cosas mías. -me explico.
-Haberme llamado, que ya somos casi amigos, tía. -le dije para ver que decía de no tener mi número.
Me sonrió y me dijo:
-Perdona, la próxima vez te llamo, gracias chavalín. -y le pegó un sorbo al café guiñándome un ojo.
Le miré el escote de vicio y le dije:
-Pues si no lloraste por culpa de nadie, ya te lo puedo mirar tranquilo.- y se empezó a reír abrochándose los botones.
-Gracias por tu comprensión tan adulta, pero ya has visto bastante capullo. -me dijo abrochando hasta el de arriba.
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La señora Andrea, y su problema de salud
RomanceEsta entretenida historia para adultos, cuenta de como me fue en la capital, al conseguir una beca en la universidad, y un trabajo ayudando a una vecina a pintar y tirar trastos de su piso.