Sus pies se arrastraban ligeramente por el pavimento al mismo tiempo que veía aquellos autos muggles moverse de un lado a otro, aún tenía miedo luego de haber cruzado una línea que nunca previno.
Su mente en todo momento se había centrado en mantenerse vivo y proteger a su madre, no tanto en la proesa de aquello que podría llegar a pasar luego de que el señor oscuro callese de su trono y Harry Potter se consolidara como el Salvador del mundo mágico, el temor que contenía hacia Voldemort terminó volviéndose solo polvo muerto pero arrastrandolo a quedar en la sombra del fuego cruzado.
En los estrados su padre fue juzgado a una cadena perpetua y destinado al beso del dementor en Azkaban, luego de armarse de valor sacrificando su vida por su esposa he hijo, adjudicandose la culpa completa y declarar que ambos habían actuado bajo su amenaza, pero lo que realmente hizo que la esposa y el primogénito de Lucius Malfoy se salvaran de un destino peor al suyo fue la indudable testificación de Harry Potter, en favor a la inocencia de los Malfoy, hablando de como en la Mansión dónde su identidad quedó en las manos de Draco este fingió no reconocerlo y salvarlo de una posible muerte segura al igual de como Narcissa mintió sobre su muerte, volviéndose primera plana de "El profeta", tal y como si de una atracción se tratase.
Los juicios siguieron sucediendo con cada uno de los mortífagos que aún quedaban vivos para ese entonces. Parecía que el mundo mágico se divertía matándolos uno a uno, primero fue su padre, una noticia que lo golpeó peor que cuando su tía Bellatrix usaba Cruciatus en él para divertirse.
El segundo fue el Señor Nott, Theodore fue el más afectado al solo haber tenido a su padre presente en toda su vida, ambos lloraron sus pérdidas juntos, ambos se sostuvieron del hombro porque el único capaz de ayudar a una serpiente, siempre sería otra serpiete, los juicios al beso del dementosr siguieron con Greyback y otros más que simplemente no quería recordar.
Las calles de Londres, entre el gentilicio de muggles lograban hacerlo sentir tan pequeño que era reconfortante, como si sus problemas no valiesen, como si desapareciera entre todas esas cabezas centradas en sus asuntos. Cruzó un par de avenidas más, teniendo que apresurar su paso para llegar antes de que anocheciera.
"Draco Lucius Malfoy Black, quedas exiliado de por vida del mundo mágico gracias a tu traición y la de tu padre, no podrás volver a profesar o conjurar magia y tu varita será revocada a quién el ministerio crea prudente, !fin del juicio¡"
Esas palabras rondaban por su mente más de lo que hubiera querido, recordándole a cada minuto que ahora solo era una animaña sin valor alguno, humillado y rebajado a algo peor que un sangre sucia, pero preferiría mil veces eso antes que pasar otro segundo con un pie en Azkaban.
Aún luego de dos meses su exilio se sentía casi irreal, el contacto que tenía con su madre fue nulo una vez exiliado ya que ella al no tener la marca Tenebrosa fue liberada con mayor facilidad, pero siempre monitoreada y a su vez advertida de no poder tener contacto con Draco Malfoy, o al menos eso esperaba el ministrerio.
Se encontraba ya enfrente de lo que ahora era su nuevo hogar, una casa modesta muy muggle, de dos pisos ubicada en lo más alejado del "Valle de Godric" entre calles que aún no lograba memorizar y un barrio un tanto lúgubre.
-¡Ábreme Theo!, soy yo Draco- pronunciaba el rubio tocando la puerta suavemente.
Unas pisadas se escucharon desde adentro abriendo paso a la puerta, dejando al descubierto la mata de pelo negro y los ojos azules demacrados de Theodore Nott.
-¿Dejaste las llaves adentro otra vez?- preguntaba dudoso mientras ambos pasaban a la sala de estar.
Theodore no había sido desterrado al igual que Draco, pero ambos se sentían solos, Nott al haber perdido al único familiar que le quedaba, teóricamente era un huérfano y Draco siendo arrastrado al mundo sin magia, ambos ex Slytherins decidieron que era mucho mejor tener la compañía mutua para no volverse locos. Aunque estaban rompiendo unas cuantas leyes, a Theodore ya no le importaba que lo llevaran a Azkaban, de todas maneras nadie sabía dónde estaba, nadie excepto Draco, la señora Narcissa y un par de Slytherins.
-Si, lo siento, no logro acostumbrarme- pronunciaba al mismo tiempo que se dejaba caer a un sillón color crema frente a la "caja de colores".
-Tengo noticias, dice tu madre que te extraña, y ten- extendió en su mano un pequeño paquete con dinero muggle. -Dice que es para los gastos de este mes.
Lo único bueno que salió del juicio fue que no pudieron revocar las posesiones de los Malfoy, ya que Lucius había cambiado todo a nombre de Narcissa antes de ser encarcelado, las bóvedas, la Mansión, incluso la herencia Malfoy-Black. Considerando que el dinero muggle era devaluado casi 100 veces más que un galeón, salía mas costoso un caldero para pociones que vivir un mes completo en el mundo muggle. Era una vergüenza cómo había terminsdo el apellido Malfoy, pero aún luego de eso seguían pudriéndose en minas de dinero.
-Gracias Theo, por cierto traje unas cosas de la tienda para cenar- apuntó a las bolsas plásticas de la mesa.
-Draco, las sopas instantáneas no son una buena cena- solapaba con una mirada desaprobatoria.
Entre los dos habitantes de la casa, Theodore era el más útil, sabía cocinar gracias a que observaba a los elfos en la mansión Nott cuando se aburría.
-Lo sé pero no se me ocurre otra cosa para cenar y tengo hambre-
Si algo había para discutir eran las nulas habilidades culinarias que Draco tenía, prefería comer sopas instantáneas toda su vida que enfrentarse a la bestia de fuego y barrotes que Theo llamaba "espufa, escuta" o algo así recordaba que se llamaba.
Dos toques de puerta los alertaron un poco, pero su salvación llegó cuando una pelinegra un poco mas alta que Draco entró por la puerta seguido de un chico moreno que llevaba cargando un par de cajas de pizza.
-Pansy, Blaise, salvaron mi vida, los amo- pronunciaba dramáticamente el rubio, levantándose para dar un abrazo a sus amigos.
Algo que también era indiscutible fue el cariño de su pequeño grupo de serpietes, que habían estado al pendiente del rubio luego de su exilio, que no pudiera usar magia no quería decir que no pudiese tener visitas ilegales los fines de semana para quedarse y ver películas los cuatro.
Las cuatro serpientes perdieron amigos, familia, estuvieron en el bando incorrecto, pero ya estaban saldando sus acciones con aquellas tragedias. Sus prejuicios de sangre se fundieron a nada en el momento que todos aquellos que impusieron esos pensamientos en ellos desde niños estaban muertos o en peores casos exiliados como Draco a tener que vivir como un simple y ordinario Muggle.
-Oigan, ¿supieron que Cho Chang fue vista en el mundo muggle de América besándose con un actor igualito a Cédric?- decía Pansy emocionada levantando una ceja hacía los tres chicos que se estaban atragantando con pizza.
-Cierto.- contestó Blaise limpiando los restos de salsa de tómate. -Mamá ve sus películas, al parecer actúa como un tonto vampiro que brilla-.
-Podríamos verla si quieren, hace poco contraté una cosa para la televisión- decía Theodore levantándose directo a por el control remoto.
-Cierto, la caja de colores es muy entretenida- dijo Draco intentando memorizar el nombre.
El pequeño grupo fue hacía la televisión llevándose las cajas disfrutando la compañía, era la primera vez en muchos años que la paz reinaba entre ellos completamente, sin miedo a ser torturados o amenazados, solo adolescentes normales haciendo una pijamada.
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The Neighbourhood [Harco/Drarry]
FanficHarry Potter y Draco Malfoy... ¿VECINOS? Draco Malfoy es exiliado del mundo mágico luego del juicio a los mortífagos, sin poder usar su varita y con un conocimiento casi nulo sobre los muggles. Agregando a esto su peculiar "vecino" en el Valle de G...