Capítulo 22

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Carina:

Lunes

Hoy era mi primera día de regreso al trabajo en el hospital. Me desperté a las 6 a.m, evitando que sonara la alarma media hora antes. Maya se había quedado despierta en el último turno dándole de comer a Giovanna y ahora dormía plácidamente a mi lado ya que su turno empezaba a las 8 y le quedaba un rato más de sueño.
Me levanto tratando de no mover mucho a Maya así no la despierto y me voy para el baño. Cierro la puerta y me paro frente al espejo para contemplar mis ojeras que reflejaban las pocas horas de sueño que tenia. Estaba ansiosa o nerviosa. O las dos cosas juntas. Volver después de 3 meses a mi consultorio a un hospital que estaba en crisis de personal, con nueva jefa a cargo que estaba acomodándose en el puesto y sin olvidar que mi cuerpo seguía procesando el haber tenido un bebé hace 3 meses. Mis pechos aún dolían y goteaban cuando era la hora de comer de mi hija (algo con lo que tendría que lidiar durante los turnos de trabajo y extraerme leche para guardar).

Enciendo la ducha para despejar mi cabeza de esos pensamientos y conectarme con el trabajo. La calidez del agua me abrazó durante 15 minutos. Me cubrí con una toalla y salí dispuesta a hacerme el desayuno, cuando encontré a Maya en la cocina ya preparándolo para las dos.
- Bambina, ¿qué haces levantada? Todavía no suena tu alarma. No quería despertarte -le dije.
- Tranquila, Car. Me desperté y no te encontré en la cama pero escuché el ruido de la ducha, así que decidí levantarme a preparar el desayuno para ambas. Quería acompañarte en tu primer día de regreso de la licencia. Vení y dame un beso de buenos días -me dice y me acerco a saludarla.

Desayunamos tratando de repasar todo nuestro día: trabajo, voy de compras al supermercado y tengo que llegar a hacer la cena.
Maya tiene turno de 24 hs así que hasta mañana a las 9am no la veo.

- Ya preparé todo lo de Giovanna en la cocina para que Karen encuentre fácilmente lo que necesita: leche, mamaderas, chupete. Recargue los pañales y toallitas húmedas en la habitación de Giovanna y pegue en la heladera nuestros celulares y los números de emergencia por cualquier inconveniente -me dice Maya.
- Por momentos me olvido que me casé con una bombero que cuidara de todos los detalles de seguridad -le digo y acerco mis labios a los suyos para depositar un suave beso.

Suena el timbre. Es Karen. La invitamos a pasar, le damos todas las indicaciones y vamos a la habitación de nuestra hija a despedirnos. Le decimos que se porte bien pero ella sigue durmiendo.

Ya en la calle, me despido de Maya y cada una sube a su vehículo rumbo al trabajo.

Cuando llego, me encuentro con Link y uno de los residentes que me reciben con una sonrisa y un mensaje de bienvenida muy particular:

- Bienvenida al caos, DeLuca. Suerte con este primer día. Y con la jefa -y hace una mueca de tensión y se aleja caminando mientras charla con el residente.

Atravieso los pasillos que conducen a mi consultorio. Abro la puerta y respiro el olor a vainilla tan particular que salía del aromatizador automático. Esa fragancia la había elegido Maya una vez que llegó y me sugirió que debía oler a paz, a seguridad y me trajo ese desodorante para que lo usara.
Maya, como te extraño mi amor y hace menos de media hora que nos vimos. ¿Que estará haciendo mi piccolina? ¿Se habrá despertado llorando? En 1 hora le tocaba comer. Podría escribirle a Karen para ver cómo le fue. No. No seas invasiva, Carina. Me empezaron a doler los pechos.

- Carina. DeLuca. Hey. ¿Me escuchas?

Esa voz me sacó de mis pensamientos. Era Teddy que estaba parada en la puerta moviendo los brazos para sacarme del trance de mis pensamientos.

- Si, si. Perdón Dra. Altman. Estaba perdida en mis pensamientos.
- Veo -dice con cara de disgusto-. Bueno, bienvenida de nuevo. Hoy tenes varios pacientes. Muchos de ellos estuvieron esperándote a vos y no quisieron atenderse con Wilson a pesar que se les ofreció así que prepárate para un día agitado -me dice.
- Si. No hay problema. Estoy lista para trabajar -sonreí forzadamente con esta última frase.
- Bueno. Eso mismo. Suerte. Después paso -cierra la puerta y quedó en silencio de nuevo.

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