[Capítulo 27]

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Suguru Geto

Tenía el corazón en la garganta y mi cabeza parecía el péndulo de una feria. Llevaba todo el día intentando centrarme, pero su imagen se colaba en mi cabeza sin permiso. Ni siquiera tenía apetito, si metía en mi boca, aunque fuera un caramelo, probablemente lo vomitaría por los nervios.

El recuerdo de nosotros dos, a punto de besarnos, sus labios entreabiertos y mi sudadera cubriendo su delicado cuerpo, despertaban algo en mí que desconocía.
No tenía ni idea de cómo había empezado todo esto, ni como ella había despertado un interés en mí. Era mágico, como un hechizo al que no te puedes resistir y joder, no me disgustaba en absoluto.

Si no la hubieran llamado, probablemente…

Aunque me avergonzaba por ello, tenía una erección del tamaño de la Torre Eiffel que no desaparecía. Me metí a la ducha con la intención de calmarme un poco, pero solo empeoré. Al final, acabé con la mano sobre mi miembro y teniendo un orgasmo insatisfactorio. Parecía un maldito adolescente.

Era preocupante, y no porque sintiera atracción sexual por ella, cualquier hombre sería incapaz de resistirse. El problema era que no quería hacerlo sin más. Quería hacerla mía y solo mía. Aún me hervía la sangre cuando recordaba la imagen de ella metiéndose en el coche con Sukuna. ¿Qué mierda tenían? No lo sé, pero no me hace ninguna gracia y mis ganas de arrancarle la cabeza a ese tipo son reales.

Recordé mi cita con Ieiri y mi cara palideció frente al espejo. Había aceptado la cita por cortesía, ya que sentía más atracción por un árbol que por ella. Era una buena chica, hacía bien su trabajo y nos llevábamos realmente bien, pero no era mi tipo. Mi tipo era la mujer que no dejaba tranquila a mi cabeza, la que había conseguido despertar algo que pensaba que estaba muerto.

Y joder, si verla con Sukuna me hacía echar humo por las orejas, la posibilidad de verla con Satoru… Oh mierda.
Los había invitado yo a mi cita, para hacerla una cita doble y que no fuera tan incómodo estar a solas con Ieiri, pero…
Si la veo con otro, perderé el control de mí mismo.

En un acto de desesperación, saqué el móvil y marqué el número de Satoru. No sé qué hablaré con él, pero es el único en el que confío.

No tarda más de dos tonos en contestar.

—¿Yes, daddy? —preguntó en tono sugerente.

Me pasé la mano por la cara, frustrado de su comportamiento infantil, incluso a las nueve de la mañana.

—Vuelve a llamarme así y te arranco las canas, ¿entendido? —amenacé mientras me ponía rojo por la ira.

—No son canas, amargado, se llama albinismo, infórmate y sobre todo, edúcate— respondió con superioridad.

—Que sí, que ya nos hemos enterado de que eres un supermodelo y que no trabajas. Me la pela —refunfuñé—¿Me vas a escuchar o no?.

—Sí mi amor —bromeó

Ignoro el apodo y comienzo a hablar de lo realmente importante —Necesito que vengas a mi casa.

—Joder, ve un poco más despacio, soy un hombre romántico, ¿sabes? —no hacía falta tenerlo delante para saber que estaba haciendo su mejor cara de perrito regañado.

Solté un suspiro largo para intentar descargar mi frustración, ¿por qué era amigo suyo? Era insoportable.

—Te haré palomitas dulces y te doy el permiso de que pilles un almendrado de la caja de helados —ofrecí. —¿Te sirve?

Loyalty | Suguru Geto × T/N | +21Donde viven las historias. Descúbrelo ahora