Aquel último año Verónica Leiva cambió mi vida. Nunca pensé que la chica que conocí en febrero iba a terminar siendo mi primer verdadero amor.
No importaba donde, ni cuando, Verónica y yo siempre andábamos juntas; esa primera semana invadimos la casa de mis padres y la pasamos muy bien a solas, después comencé a llevarme mis cosas y algunas otras que no eran tan mías, como algunos relojes de Alberto, el televisor y los videojuegos que Agustín dejó en su repisa y que terminé vendiéndole a Matías.
Tal vez había sido cruel y egoísta, pero a me sentí bien al hacerlo, porque buscada de algún modo vengarme de lo que me habían hecho. Por eso no sentí culpa y usé el dinero para comprar regalos de navidad para mi novia y amigos, mi nueva familia.
Verónica iluminaba mis días y yo quería disfrutarlo a más no poder, porque sabía que un día tendríamos que separarnos. Ninguna mencionaba el tema, pero sabía que al final de las vacaciones ella se iría a la ciudad a estudiar y yo quedaría en este pueblo.
Dicen que cuando uno disfruta mucho de la vida, los días se le pasan volando y eso me pasó a mí ese verano. Carla Leiva empezaba a llamar más seguido y el inquietante miedo de perder toda la felicidad que tenía por estar junto a Vero empezaba a gestarse en mi pecho.
Las cosas empeoraron cuando Carla llegó de visita con los hijos y se puso a conversar con ella sobre la mudanza.
Sentí una punzada en el pecho y tuve que irme casi volando a respirar el aire puro del pueblo desde la terraza del edificio. El día del fin estaba acercándose y no quería que llegara, no quería alejarme de ella...
—¿Natalie? —Vero apareció en la terraza junto con Caramelo que nos seguía a todas partes—. ¿Estás bien?
Estaba angustiada, asustada y preocupada por todo. Quería agarrarla y abrazarla fuerte rogándole que no se marchara, que no me dejara en este pueblo. Pero, yo no podía hacer nada, ella tenía que salir a hacer su vida y yo no podía ser tan egoísta de impedírselo.
—No, no pasa nada —mentí fingiendo una sonrisa—. Tenía calor nomas.
—Sé que te pasa algo, Nati. —Se acercó mirándome a los ojos—. Tiene que ver con lo que estaba hablando con Carla, ¿cierto?
No pude aguantar. Las lágrimas brotaron corriendo por mis mejillas y ella no dudó en abrazarme. Sobó mi espalda y dejó que me desahogara. Mi llanto fue un poco desolador, pero ella estuvo ahí para contenerme. Eso me dolía más, porque sabía que pronto no iba a estar para hacerlo.
—Me destruye saber que te vas a ir, perdón, perdón, perdón. No quería decirlo, porque no quiero retenerte acá... Y...
Ella se alejó con una expresión de sorpresa en su rostro, parecía ofendida y escandalizada. No quería causarle agobio por expresarle mis miedos, pero finalmente tuve que decirlo.
Verónica limpió mis lágrimas con su pulgar y tomó mi mentón con firmeza, fijando su mirada en mi rostro.
—¿Vos te pensás que te voy a dejar sola?
—Vero, no quiero retenerte en este pueblo —dije, ella tenía que salir a brillar y cumplir sus sueños—. Yo voy a estar bien con la abuelita de Julián.
—¿Y quién te dijo que me iba a ir sin vos, Natalie Heredia? —pronunció con vehemencia y abrí los ojos junto con la boca.
«¿Qué acaba de decir?», pensé con la respiración pesada, el corazón se me estaba estrujando de alegría, aunque en ese momento mi mente no terminaba de procesarlo.
—¿Cómo? —pregunté anonadada.
Estaba temblando
—Con mis padres y mi hermana hemos estado planeando que vos también vengás conmigo a San Luis. No sé qué camino quieras elegir, es tu elección, pero si decís que sí, el treinta y uno de enero nos estamos yendo las dos.
—Vero... —Tragué saliva sin poder creerlo aún.
—Bah, las tres. —Giró la cabeza para mirar a Caramelo que tan bien se llevaba con ella.
Otra vez la punzada en el pecho me golpeaba, pero esta vez no era de angustia, sino de alegría. Estaba sin palabras, tratando de entender qué había hecho para merecer algo tan bueno como Verónica en mi vida.
—¡Sí! Yo quiero ir —exclamé sintiendo cómo las piernas me temblaban—. Yo te amo, Verónica. Quiero irme con vos.
Ella sonrió y me besó.
—Te amo, Nati. Así será.
De verdad, aquel último año de secundaria, Verónica Leiva había cambiado mi vida por completo.
FIN.
Verónica y Natalie regresarán como personajes secundarios en "Aquel único año".
Y eso ha sido todo... Te agradezco que hayas leído hasta acá. Lo apreció mucho, espero te haya gustado esta historia que me salió directo del corazón e inspirándome, un poco, en mi propia adolescencia.
Nos vemos en la próxima ;)
Porque sí, ¡hay secuela! "Aquel único año", protagonizada por nuestro rubiecito gamer Matías Nievas. Así que las chicas, el Abuelo y demás volverán pronto.
Esto es solo un hasta luego <3
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Aquel último año
Teen FictionA Verónica Leiva le entusiasma empezar su último año de secundaria, su objetivo es disfrutarlo a más no poder junto a sus mejores amigos y el próximo año marcharse a la universidad para comenzar una nueva etapa. Cuando las clases están a punto de e...