𝐆𝐈𝐍𝐀 - 𝐜𝐡𝐞𝐧𝐠 𝐥𝐮

𝟐.

Pov Gina.

Lamentablemente nos tocó asientos separados, a mamá y a mi hermano les tocó tres asientos detrás de mí, y a mí pues... no me quejo. Ya que un joven está a mi lado, uno muy atractivo y además divertido. Su cabello negro resalta por su tez palida, lo cual hace notorio el sonrojo al reir. Lo que me atrae de su sonrisa son definitivamente sus hoyuelos, y en cómo sujetar mi mano cuando el avión se sacude violentamente por la tormenta.

Ambos nos encontramos entablando una cálida e interesante conversación, mientras compartimos unos dulces de chocolate junto con un poco de jugo. En resumen, él me contó que es la segunda vez que está en China. Anteriormente había venido pero solo para asistir a la boda de su padre con su ahora madrastra, y que está vez su estadía en este país sería definitiva, ya que su padre lo quiere tener cerca y para ser una "familia".

—¿Y tú? ¿Por turismo, trabajo, o una relación?— pregunta tom, llevándose un chocolate a la boca

—En realidad a vivir, a mamá le transfirieron aquí. Aunque bueno... la noticia nos tomó desprevenido a mi y a mi hermano, pero que se le va hacer, es por el bien de mi madre.

—¿Y tú bienestar no lo cuentas?

Su pregunta me toma desprevenida, la verdad no sé qué responder. Porque para ser sincera no me plantee eso, solo quería que mi madre se sintiera feliz con este cambio. Obviamente yo no estaba de acuerdo con esto, pero como dije anteriormente no soy quien para imponer a mi madre que no quiero ir con ella a China. De haberlo hecho tendría que haber pensado en las consecuencias de mis acciones, como ¿dónde me quedaría? ¿con quien?. Mi madre me había echado en cara que estoy siendo egoísta por haber pensado en mí y no en ella.

—No me niego a darle una oportunidad a este cambio, digo, tal vez ella tiene razón y termine encantada con este país, su cultura y todo eso. — respondo con una simple sonrisa que más bien es una mueca

—Bueno, pues la verdad China tiene todo tipo de actividad con la cual no te vas aburrir nunca. Yo tengo en mi casa dos autos super chéveres que estoy seguro que te gustara manejarlos, están inspirados en la película 'rápidos y furiosos' — dice con voz divertida

—Aun no tengo edad para manejar idiota.

—¿Y? Nunca dije que ibas a manejar por la calle donde claramente me ganaré una multa por provocar una carrera ilegal

—¿Entonces dónde? — pregunto exaltada, la verdad que suerte pegué en que esté sea mi lugar. Hasta me gané un amigo rico.

—Te dejaré con la intriga por ahora, no sería bueno de mi parte contarte toda la sorpresa. Por ahora solo preparate mentalmente para la carrera que algún día correremos, en la cual obviamente ganaré yo.

Rio divertida ante tal comentario estúpido. Claramente no me conoce bien, yo no hago algo sin recibir nada a cambio, eso no va conmigo.

—Okey presumido, hagamos un trato. Si tú ganas haré lo que quieras, pero si yo gano, me quedo con el maldito auto. — digo apuntándole con el dedo mientras le dedico mi mirada más intimidante

Él asiente satisfecho con lo pactado, nos tomamos de la mano dando por hecho tal acuerdo. La verdad no sé cómo le explicaré a mamá que me gane un auto, pero bueno, eso lo veo después de ganar. Me fascinan los retos porque siempre tengo la corazonada de que ganaré, y así se hace. Tal vez sea la suerte que mi padre me brinda de donde sea que esté.

Ambos nos ponemos los antifaces del otro, el tiene el mío que es color rosa y yo el suyo que es negro. Conecto los audífonos al iPad para escuchar música y hacer más satisfactorio lo que dura del viaje. Conversamos tanto que ahora estamos agotados y sin tema de que charlar, así que decidimos dormir una corta siesta hasta que el avión aterrizó.

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Al bajar del avión con Tom nos despedimos con un abrazo cariñoso y bonito, él me dio su número y dirección de casa y yo también, pero solo le pase mi número ya que no se la maldita dirección de mi nuevo hogar.

—¿Novio o amigo? — pregunta mi hermano, quién tiene una cara de recién despierto, además le quedó las marcas en la cara por la mala posición en la que durmió.

—El es mi Ricky Ricon.

—Bien, en un vuelo te conseguiste un shugar y además dormiste bien, eso es tener suerte — dice algo gruñón por su mal sueño

—La suerte siempre está del lado del bien, hermanito.— respondo divertida en tanto me voy alejando de él para alcanzar a mi madre

Mamá y una chica asiática se encuentran hablando muy animadamente cerca de una camioneta, mientras un señor sube las maletas a esta, entonces me acercó trotando hacia él y le pasó las mías. Le agradezco y me subo sin más, ansiosa por llegar a mi hogar y tomar otra siesta, porque la verdad no dormí lo suficiente en el avión, debido a que tomás de vez en cuando me despertaba para que lo acompañara en comer las frituras que él había comprado. Mamá sube junto a la amable señorita, después le sigue Drei y emprendemos viaje. No puedo apartar la mirada de la ventana del auto mientras admiro China con sus majestuosas estatuas, enormes edificios y la multitud de personas que camina por las calles, si soy sincera, es fascinante. Hay parques, muchos restaurantes, y shopping, donde ya quiero ir a comprarme ropa para actualizar mi ropero.

—Esto es un asco — se queja mi hermano

—Vamos drei, dale una oportunidad. Algo me dice que nuestra estadia aqui va a ser mucho más entretenida, que en Detroit — digo dándole un golpe suave en su brazo, como para animarlo

—Parece que cierto chico ya te convenció de que China es increíble, por favor gina sos eres muy fácil de convencer. -- empieza tirando su veneno.

Aborrezco cuando se pone así de insoportable, es por eso que no digo nada. Me quedo callada mientras sigo mirando la ciudad. Nunca había visto a tantas personas caminando en el centro, y con tremendo temperado de calor que hace. Mi humor y percepción de ver este cambio en mi vida, dio un giro de 360° cuando Tomas me comenzó a dar razones por las cuales vale la pena vivir aquí. Lo único reprochable del lugar es la comida, ya que hay demasiados restaurantes en donde te sirven la comida cruda con insectos o cualquier ser vivo con vida. Lo demás está bien.