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Narrador omnisciente

La menor se encontraba sentada en la orilla de la cama, mordía su labio inferior con nerviosismo mientras miraba hacia sus piernas, estas se movían rápidamente indicando ansiedad, sus manos estaban completamente frías, su respiración era aún más acelerante de lo normal.

Habían pasado unos minutos de que Tom entrará a la habitación y estos quedarán completamente solos en esta,  sus miradas conectaron unos segundos para luego acentarse en el colchón de la cama.

Los nervios de Leyla aumentaban cada vez más, pero ese sentimiento tenia un autor y precisamente era cierto chico de rompa ancha.

—Tranquilízate. – agarro la mano de la menor, haciendo tacto entre estas pararon, haciendo que estas pararan y ya no se muevan aceleradamente.

—L-lo siento.. Es que.. No lo sé, estoy confundida, nose que hacer. – hablo en un susurro.

El mayor tomo el mentón de la menor entre sus manos, obligandola a mirarlo, a sentirlo nuevamente. —Bonita..—susurro.—Estoy muriendo por tocar esos labios, por apoderarme de ti, por hacerte mía sin que nadie nos interrumpiera, sin que tú tengas dudas, sin que nuestros padres estén de por medio.—soltó con rapidez.

La menor se quedó helada con lo que había con las palabras liberadas del mayor, de alguna forma ella sentía lo mismo, pero se negaba, se negaba a sentir ese cariño hacia el de trenzas, se negaba a besarlo, se negaba a tener ese sentimiento tan extraño que solo el puede llegar a provocar, se negaba a él.

Esta agarro las manos del menor, haciendo que las manos de este bajaran de inmediato, dolía, claro que lo hacia, pero.. Si esa conexión seguía quizás sea más difícil a lo largo del tiempo.

—¿Qué sucede?– pregunto con una mirada dulce, una mirada que decía todo lo que él no se atrevía a decir a cierta chica.

—Tom.. — soltó en un susurro audible para ambos. —Nuestros padres... Jamás aceptarían algo como esto, sobre todo mi padre y la tuya, si se enteran de esto.. —Le interrumpió.

—Me importa una mierda nuestros padres, yo te quiero a ti, este sentimiento que siento por ti, no lo siento por nadie, por que.. Maldita sea, no sé que me pasa contigo, niña.—Dijo en un casi grito.

La menor algo asustada por las palabras del mayor, dio un pequeño salto, sus ojos empezaban a cristalizarse nuevamente, sus mejillas se estaban empezando a tornarse rojas. Las palabras del mayor hacia que su cuerpo se sintiera extraño ¿Mariposas? Oh.. más bien ahogadas.

—Tom, tú sabes que–

El mayor tomo el rostro de la menor, besándola con toda sus ansias, a lo que ella lo tomó por sorpresa, pero al instante supo corresponder al beso y profundizarlo aún más.

—Mjm.. —soltó casi en un gemido ahogado la menor.—No..—Empujó al mayor hacia atrás, apartandolo de ella, tomando distancia.

Estos conectaron sus miradas al instante, sus respiraciones aceleradas intentando reponer el aire.

Leyla se levantó de la orilla en la que se encontraba, se dirigió a la puerta justo para abrir esta.. Pero algo hizo detenerla en el intento.

Un fuerte portazo siendo cerrado nuevamente, impidiendo que la menor salga de esta. Las manos de Tom se pusieron a la altura de la cabeza de la chica así siendo acorralada por este una vez más.

Esta sonrió ladina, mientras divalgaba en su mente todas las cosas más atrevidas que quería hacer con el de trenzas, su mente estaba volando, el era tan dominante, tan.. Tan de ella.

—A dónde piensas que vas?—Pregunto el mayor mirando a los labios de la oponente.

La menor se quedó completamente muda, sin contestar ni una sola respuesta, estaba perdida en los ojos cafés del de trenzas, no notó, ni escucho lo que había mencionado.

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