Capítulo 1; Primeros besos.

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Una rápida ráfaga de cabellos rubios pasó por al lado de sasuke dejando a éste mismo desconcertado. Quien paseaba por la aldea de la hoja en la segura compañía de su familia. Por un instante, su mirada siguió consigo el rastro de lágrimas que habían quedado detrás de los pasos del niño. Escuchaba como un leve murmullo de temor se levantaba a medida que la figura de él desaparecía por la calle. 

—Que niño tan raro.

Exclamó, antes de devolverse a lo suyo. Aunque sin poder quitar de su inocente pensamiento aquellos ojos azules repletos de lágrimas que huían del ojo público. Su boca se torció al escuchar las conversaciones de odio entre los adultos.

Sus pensamientos vacilaron de curiosidad, tentándose ante la idea de averiguar sobre aquella historia tan tabú, esa donde sus padres callaban cuando hacía acto de presencia. Pero sabía como maldecían el nombre de Naruto al verlo pasar.

En algunas ocasiones veía a ese niño solitario vagar por aquí y por allá. Su persona se asemejaba a un cachorro sucio quien expectante deseaba una mínima interacción, un estímulo. Sasuke no pudo contenerse el preguntar por él, deseaba averiguar porque su nombre llevaba consigo tanto veneno.

No obtuvo mucha respuesta, por lo menos no una que fuera lo suficiente satisfactoria como para dejar de pensar en él; en ese hiperactivo niño de nombre Naruto. Quien caminaba desabrigado en él invierno, aquel que más de una vez había visto por la aldea haciendo alboroto, pero siempre solo.

Mentiría si dijera que aquello no aumentaba cada vez más su curiosidad. Esa personalidad lo había capturado por completo, Sasuke no era un alma muy devota o empática. Pero estaba conmovido, y a su corta edad estaba demasiado seguro de que presenciar como los aldeanos osaban tratar a Naruto; no le generaba indiferencia. 

Pero.

El tiempo transcurrió.

Y la pícara curiosidad por la vida de Naruto se esfumó. 

Los años pasaron, llevándose consigo los peores acontecimientos de la vida de sasuke. 

La pérdida de su clan lo había dejado en soledad absoluta. Y ahora era a Naruto a quien le tocaba observar, quien sentía genuina preocupación. Pues el sentimiento de la soledad era una condena que pagaba a diario. Y ver a otra persona sufrir por aquello con lo que había convivido toda su existencia, le daba pesar. 

Ambos maduraron a su paso, Naruto explotaba de emociones a la mera oportunidad, repartía desastres, llamaba la atención. Y Sasuke, cual castigo, parecía encerrarse cada vez más dentro de sí. 

Aunque fuera consciente de la presencia silenciosa y observadora del rubio, prefirió no molestarse, o al menos no mencionarlo. No estaba seguro de gustarle su constante mirada que venía cargada de pena. Pero sí sabía que tenía mejores cosas para preocuparse, que lo que pudiera opinar un inútil. Pues así era como solía pensar en él. 

Su pronto interacción real ocurrió dentro de la academia. 

Donde Naruto había desarrollado una gran envidia por toda habilidad de Sasuke, quien parecía dominar cualquier parámetro académico o físico en el espectro ninja. Todo aquello que tanto anhelaba.

Inclusive sus compañeros, a quienes se esforzaba por impresionar, parecían rechazarlo. Pero correr por la aprobación de Sasuke, quien se mostraba malagradecido, esquivando con pobre interés cualquier intento de acercamiento. 

Ahora, mientras Naruto trataba de escuchar las indicaciones de Iruka. Podía sentir por encima de la misma la voz de Sakura, que venía acompañada de todas las demás mujeres que le restaban importancia a la lección. 

Resiliencia. (S.N)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora