7. EL FIN DEL MUNDO

1.3K 105 77
                                    

Serkan Bolat:

Al abrir los ojos, todo lo que puedo sentir es frío. No frío por el tiempo que hace, aunque estas habitaciones no se aclimatan ni con cuatro calefactores juntos. Siento frío porque no siento el calor corporal que me acompaña desde hace casi una semana, todas las noches y todas las mañanas. Volteo la cabeza y miro al otro extremo de la cama.

Eda se encuentra acostada en el borde, casi a punto de caer, tal y como cuando me acosté anoche. Cuando salí del baño, ella fingía estar durmiendo en la misma posición que ahora, aunque yo sabía que no lo estaba. Eda cuando duerme tiene una respiración constante y calmada, esta vez era irregular, pesada. Es como si haberme besado hubiera despertado algo negativo en ella. A ver, no me considero un mal besador, y la posición y el labio lastimado no me ayudaban, pero... ¿al nivel de hacer que me ignore por completo luego de que haya sucedido? No sólo hiere mi ego, sino que también rompe un poco mi corazón al pensar en el abanico de situaciones que ha desencadenado su reacción, y todas parecen ser negativas.

Miro el techo, las estrellas se reflejan todavía en él, pero con mucha menos intensidad ya que es de día y la luz se cuela por la ventana, aunque las cortinas están cerradas. Eda debió volver a encender la lámpara después de que yo la apagase, antes de que saliera del baño, eso me da un ápice de esperanza. Algo tiene que significar, pero no logro descifrarlo. Nada de lo que pasó luego del beso ha sido algo que pudiera entender. Intenté darle su espacio, no presionarla, pero pensar y sobrepensar está volviéndome loco. ¿Lo único que recibo por su parte? Silencio y distancia. La cama se ve enorme ahora que ella no ocupa la mayor parte como acostumbra a hacer, y no tenerla cerca la hace más incómoda que de costumbre.

Vuelvo a mirar a Eda. Su respiración me indica que está despierta. Eso me hace fruncir el ceño e irritarme más. ¿Qué tiene con fingir que duerme? ¿Por qué no actúa como una persona normal? ¿Qué le pasa? ¡Va a desquiciarme! ¡Encima que dejo que se lleve casi toda la manta!

Estiro los brazos al borde del edredón y tiro de él para recuperar parte del mismo, el cual me corresponde por derecho. El 50% es mío, y en este mismo momento no me da la gana compartírselo. Si ella va a ignorarme y esperar a que desaparezca, yo no pienso darle más de lo que le corresponde del cobertor. Esto parece desactivar el modo zombie de Eda, porque enseguida comienza a forcejear para recuperar la manta.

Es así como comienza una guerra para ver quién se queda con el edredón. No pienso ceder, no esta vez que estoy enojado, porque realmente lo estoy. Y tengo frío, si ella no piensa acercarse, yo pienso abrigarme de cualquier manera que me sea posible. Ninguno quiere ceder, así que gruño antes de hablar.

—Eda, si no me das mi parte del edredón, voy a abrazarme a ti como una garrapata, y al parecer, lo que menos quieres que ocurra es que yo me pegue a ti como una garrapata.

Un jadeo de indignación se escapa de ella. Y sé que no es voluntario, pero ha soltado la manta. Se sienta en la cama, dándome la espalda como hace desde anoche, y se pone de pie. Sin dirigir siquiera de reojo, camina al baño y se encierra ahí. No sólo cierra de un portazo, sino que escucho cómo coloca el seguro.

Se ha escapado de mí como si hubiera hecho alguna cosa horrible. Se ha escapado de mí como anoche, luego de que ella me besara. Lo único que hice fue corresponderle el beso y sentir que estaba viviendo la mejor noche de mi vida. Claro, hasta que decidió que me odiaba nuevamente, o más que antes, ¡no lo sé! Cuando Eda se encierra en sí misma no sólo es imposible entrar, sino que también es imposible poder entender qué pasa por su mente. Y eso me desespera. Creí que habíamos logrado una confianza y comunicación en la que pudiéramos sentirnos cómodos para poder hablar cuando algo anda mal, pero seguramente a ella no le llegó ese correo.

SIMPLEMENTE TÚDonde viven las historias. Descúbrelo ahora