Eda Yıldız
Sostengo la bolsa con cuidado mientras me bajo del taxi tras haberlo pagarlo y camino hacia la puerta de la casa de Serkan. Mis dedos presionan el botón del timbre, porque se me dificulta sacar el teléfono y avisarle con las manos ocupadas, y espero pacientemente, sabiendo que no tardará en abrirme.
—Buenos días, bruja. —Dice con una sonrisa en cuanto lo hace, y yo doy un paso para adentrarme en el lugar.
—Buenos días, friki —beso su mejilla y me abro paso por el pasillo para poder entrar a su casa—. Buenos días, Thor.
Le digo al perro, pero antes de agacharme a saludarlo como corresponde, dejo la bolsa sobre la isla de la cocina. Luego, sí me agacho a brindarle mimos a Thor, que siempre los recibe con mucho gusto. Finalmente, me pongo de pie, me acerco a Serkan y lo rodeo por el cuello. Él rodea mi cintura con timidez mientras noto que su barbilla se tensa ante la cercanía de mi rostro con el suyo, finalmente, me separo de él y me acerco a la mesa, dejándolo desconcertado.
—Traje Ayran.
—Contaba con ello —asiente, señalando el pequeño banquete que ha preparado—. Ya está listo el desayuno.
Me siento en el taburete que adopté como mío. Hace dos semanas que vengo los sábados al departamento de Serkan para que desayunemos juntos. Él no sabe que renuncié, no le he dicho nada al respecto y no quiero hacerlo aún. Cuando me preguntó por qué no me ve por la ventana, tuve que decirle que he decidido trabajar desde casa o con el resto de trabajadores de la empresa durante este mes. Afortunadamente, se lo creyó. Lo malo de haberme ido de DoitDid es no ver a Serkan todos los días y tener que cortar con nuestra rutina de carteles y frases para molestarnos.
Observo a Serkan, está vestido de entrecasa, pero no deja de estar guapo, es como si eso fuera imposible. Lleva unos pantalones deportivos grises, una camiseta azul con algún estampado friki a juego con sus pantuflas y huele demasiado bien. Siempre huele bien.
Luego, observo como saca el ayran de la bolsa, bebida típica de Turquía que me comprometí a hacer cada sábado. Si él se encarga de los lunes de galletas, es justo que yo haga algo para disfrutar juntos el sábado. ¿Por qué Ayran? No sólo porque es típico de la cultura que compartimos, sino que le trae lindos recuerdos a Serkan de su infancia en Turquía. Poder hacer algo así de lindo por él me hace feliz.
El desayuno de hoy consiste en nuestros cafés favoritos y una tarta de moras, con una nueva receta que Serkan está perfeccionando. En todas las versiones le sale deliciosa, pero no me voy a quejar si va a seguir dejándome degustarlas. También ha hecho huevos revueltos y algunas tostadas con queso para untar por si todo resulta empalagoso.
Se sienta a mi lado y besa mi mejilla antes de abrir el portátil y comenzar a desayunar conmigo. Doy un primer sorbo a mi taza de café, acompañado luego de un bocado a la tarta.
—Oh, cada vez mejor. —Murmuro con la boca llena, haciendo reír a Serkan.
—Me alegro, creo que ya he sacado el punto exacto de las moras. —Menciona y yo asiento como si entendiera de lo que está hablando.
—¿Has cocinado sin camiseta? —pregunto tras limpiarme los labios.
—¿A qué viene eso? —responde, riéndose.
—Tú responde.
—Sí.
—Ahí está, ese es tu ingrediente secreto —Serkan ahora suelta una carcajada—. ¿Qué?
—Estás loca.
—Por ti, guapo. Le guiño el ojo y le tiro un beso. Él vuelve a reírse nerviosamente, incluso aparta la vista.
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SIMPLEMENTE TÚ
FanfikceEsto no es un cuento de hadas... es uno de brujas sin escobas y frikis arrogantes.