3- Fogata

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Miraba el techo sintiéndose avergonzado. Jaehyun estaba revisando el avance de sus golpes. Su rostro había sanado ya, pero los moretones en sus piernas no se iban. No habría estado tan mal de no tener que estar sin sus pantalones con Jeno presente.

Bien, en realidad él había accedido a eso. Jaehyun había llegado sonriendo a su cuarto para su revisión y le consultó si Jeno podría estar presente. Tal parece que el chico estudiaba medicina y estaba curioso. Ahora no quería decirle que saliera de su cuarto porque le apenaba la situación.

Al menos, al no sentir realmente como Jaehyun le tocaba, podía fingir que no hablaban de él. Sólo escuchaba como el pelirrojo preguntaba algunas cosas y el mayor le respondía enseguida. No volvería a dejarle entrar de nuevo. Sin dudas. Jamás. Ya era bastante vergonzoso.

Fue casi aliviador cuando escuchó unas risas infantiles y pasos apresurados por los pasillos hasta que los dos niños entraron al cuarto. Eso pareció terminar con la curiosidad natural de Jeno y que Jaehyun colocara una manta sobre él.

—¿Cuándo va a poder ponerse de pie? — La voz de Shotaro salió con un muy marcado acento —. ¡Nos falta uno más según papá para poder hacer un torneo de fútbol! — dijo el pequeño niño con emoción.

Jaehyun se vio apenado por ello y Jeno, tras que dejara su asombro de lado, sujetó los hombros de los niños para sacarlos de la habitación. Donghyuck, por su parte, apretó sus labios mientras veía la puerta por donde se habían ido.

—Lamento eso... son niños. Imprudentes por naturaleza. —se disculpó Jaehyun mientras le ayudaba a vestirse.

—No pasa nada.

Claro que no podía culpar a esos dos pequeños de decir cosas que no eran apropiadas, pero eso no significaba que no fueran a doler. Le habría gustado poder correr también. Ir a los pisos superiores o a la terraza. Seguro que debía de tener una vista preciosa. Taeyong le dijo que solo necesitaba pedir ayuda, pero no se sentía cómodo con ello. Aún los sentía como completos extraños.

Jaehyun volvió a sonreírle, palmeando su hombro de forma amistosa y diciéndole que mantendría a los pequeños lejos de él para que no fueran a molestarle. Pensó en decirle que no era necesario. No le desagradan los niños, pero a veces su sinceridad e inocencia podía ser bastante dolorosa.

—Por cierto, estaremos haciendo una pequeña fogata afuera. Ya sabes, en el patio. Simplemente para hablar y pasar la noche. Puedes ir, si quieres. Pero no tienes que sentirte presionado al respecto. — Jaehyun le sonrió.

—Voy a pensarlo.

Fue honesto en ello. Necesitaba su tiempo a solas, lo cual Jaehyun pareció entender a la perfección y se marchó.

Con pesar, subió de nuevo a su silla de ruedas y acomodó sus pies antes de acercarse a las pinturas en su pared. Eran bonitas. Un bosque que parecía encantado, mágico, oscuro y con pequeños destellos de luz que simulaban luciérnagas. La segunda se trataba de una gran ballena azul y su cría en el océano, nadando alrededor de la otra en una inmensidad vacía. Era hermoso y terrorífico a la vez con su gran soledad. La tercera era una mujer de espaldas con un delicado vestido blanco, su cabello rubio cayendo en ondas y sentada en medio de un enorme campo de flores en diversos colores al atardecer. Eran cuadros hermosos. Pasó sus dedos sobre las pinceladas mientras se preguntaba sobre qué le habría inspirado a ello ¿Fueron imágenes hechas de la pura nada? ¿Habría tenido alguna referencia? ¿Una modelo en el caso de la tercera pintura? Existían muchas cosas qué quería saber y, para su desgracia, no tenía a quien preguntarle. Se maldijo a sí mismo por no haber sido más sociable en el pasado.

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