7-Caída

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Una semana había pasado desde que supo que realmente nunca vivió allí, una semana desde la cual cada día estaba más y más aterrado. Tenía las hojas en las cuales había escrito las horas del día, no solo para controlar a quienes vivían en esa casa y su itinerario, sino también para llevar un registro propio. Los resultados eran horribles.

Si bien había logrado trazar ciertos horarios y constaba de muchas anotaciones, había cosas que faltaban. Le hacían temblar.

Faltaban horarios claves, había horas en las cuales no escribía absolutamente nada. De noche, de día. Desaparecía y no sabía el motivo. Trataba de recordar y se volvía peor. Nada venía a su mente. Sus recuerdos seguían de largo como si nada pasara. En un momento estaba en la sala y luego, horas después, en su habitación. Ni siquiera se había percatado de aquello antes, su mente funcionaba en automático y le erizaba la piel ese nuevo descubrimiento.

¿Qué pasaba con él durante esas horas perdidas? ¿Qué hacía?... ¿Qué hacían con él?

Ahora que sabía que no llegó a esa casa por casualidad, que todos mentían sobre quién era y lo aislaban del mundo exterior no podía dejar de preocuparse. Su mente había comenzado a deambular por muchos caminos, unos más horribles que otros.

Una casa tan alejada del mundo, no existían muchas probabilidades.

¿Había terminado por meterse en un culto extraño? ¿Una secta o algo así? Sabía que estas abundaban por el país, pero no creía haber conocido a nadie que se involucrara en una. Los antecedentes familiares de Jaehyun revelados aquel día de la fogata se repetían en su mente. Con una madre que se creía una bruja, no dudaba de que su salud mental se hubiera ido al caño y puede que la de sus hijos por igual. No le extrañaba que ambos fueran tan extraños.

Personas así solían arruinar a quienes estuvieran cerca, buscando llevarlos con ellos al mismo abismo en el cual se encontraban. Quizás ahora le tocaba el turno de hacer tal cruel acto a su hijo y la pareja de este.

Pensó en Jisung, un chico que escapaba de un hogar abusivo. En Chittaphon, un extranjero con sueños rotos y sin un lugar para quedarse. En Yuta, en un país extraño, viudo y con un niño a quien cuidar. En Johnny y una madre a quien no le importaba si vivía o moría. Se oían como historias de personas en grave desventaja, susceptibles y con una gran necesidad.

¿Fue atrapado por un motivo similar? ¿Cuál era su historia? ¿Qué lo llevó a caer en un sitio como ese? El desconocimiento era su peor enemigo en estos momentos, su mente en blanco le jugaba en contra y lo ponía en desventaja. No era de extrañar que escuchara de vez en cuando las preguntas sobre si había sido capaz de recordar algo. Ponía su sonrisa más triste mientras respondía que no y se lamentaba por lo mismo.

No tenía aún todas las piezas y la única otra persona que las conservaba parecía demasiado asustada como para entregárselas. Mark escapaba de él cada vez que podía, se lo veía culpable mientras le miraba de lejos. No creía que quisiera estar envuelto en eso tampoco, pero no debía de tener alguna otra alternativa.

Había estado escarbando en sus memorias de nuevo tratando de encontrar algo. Algunos pequeños fragmentos sin sentido aparecían. En la mayoría eran escenas de Mark y él. A veces era solo él viéndolo desde lejos. Incluso en lo que parecían ser algunas misas. En otras hablaban como si fueran buenos amigos. Sin embargo, se percató del pequeño detalle de que nunca estaban en compañía de alguien más. Solos. No podía distinguir si era parte de su amnesia o realmente jamás estuvieron juntos en un sitio con otros a la vez.

También volvían a aparecer fragmentos de un Mark enojado que le culpaba de algo. Un algo que no entendía y parecía molestar demasiado al mayor. Algo que le causaba un profundo dolor en su pecho ¿Qué había hecho el viejo Donghyuck para sentirse tan culpable?

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