8- Flores de Cerezo

236 44 17
                                    

Escapar o morir.

De eso se trataba todo ahora. No había más. Se lanzaría rodando por la montaña de ser necesario.

Si no huía, moriría. Tarde o temprano. Mark había tratado ya de matarlo ¿Qué impediría que volviera a hacerlo? Nada, si todos allí lo cubrían. Lo engañaron y pretendieron que él era solo otro chico que vivía en esa casa de pesadilla. Tuvieron hielo en su sangre para fingir con tanta naturalidad, pretendiendo ser sus amigos.

¿Qué clase de locos eran?

Le causaba escalofríos cada vez que los veía sonreír y hablarle como si en verdad lo apreciaran. Quería gritarles y decirles que estaban locos, que perdieron la cabeza y no eran más que un grupo enfermo de gente psicopata. La teoría de la secta se había afianzado ya en su mente y nadie iba a quitársela. Así como también la idea de que él debía de ser un sacrificio.

Un sacrificio que Mark no estaba pudiendo hacer.

"—¡No puedo! —gritó con desesperación—. Por favor... no soy capaz.

—Esto no es sobre ti, Mark — Jaehyun se oía molesto —. Todos lo hicimos alguna vez y lo seguimos haciendo. Simplemente cierra tu boca y haz lo que te decimos. Va a estar todo bien al final. No pienses demasiado en ello, será peor."

Las palabras que escuchó aquella noche a escondidas tras la fallida fogata tomaban sentido ahora. No sabía, y no le importaba, cómo Mark había terminado inmiscuido en ello. No tenía idea de lo que podía ganar o con qué le lavaron el cerebro para convencerlo, pero tenía que ser lo suficientemente bueno como para convencerlo de cometer un homicidio.

Tenía suerte, si podría definirse a su destino como suerte.

Mark no parecía aún listo para completar la parte más cruel del maldito ritual o lo que fuera. No podía irse sin hacerlo y, con seguridad, apostaba a que lo arrinconarían a ello poco a poco. Cobraba sentido muchas cosas, entre ellas que Taeyong les vigilara tanto para no verlos a solas o que Mark escapara de él. Debían de temer que flaqueara en su misión por sentir pena. Entonces algo más empezaba a tener sentido en sus pensamientos.

Las horas que faltaban en su memoria...

Lo que pasara en esas horas tenía que estar relacionado a la incapacidad de Mark de terminar el trabajo ¿Lo dormían con la esperanza de que si estaba inconsciente y sin poder luchar sería más fácil al no gritar por su vida?

Tenía un reloj sobre su cabeza que indicaba el poco tiempo que le quedaba para encontrar un escape a su situación. Un día no volvería a despertar de la mierda con la que le drogaron si esperaba a que alguien más le rescatara. Debía de hacer lo posible por salvarse a sí mismo pues el mundo parecía haber olvidado que él existía.

¿Sus padres estarían buscándolo? ¿Tendría amigos que se sentirían angustiados por su ausencia? ¿Alguien en el mundo al cual le importara?

Pareciera que no, que fue una pieza olvidada e inútil. Puede que fuera ese el motivo por el cual se lo escogió. Nadie iba a hacer nada por encontrarlo. Una persona sola a quien su desaparición no causaría revuelo. Abandonado por el mundo y a la merced de unos desquiciados, no veía nada bueno en su futuro próximo, pero estaba decidido a cambiar eso.

Se hizo una promesa frente a un espejo ese día, una vez que estuviera fuera de la casa iba a cambiar. Viviría de otra forma. No importaba quien fuera el anterior Donghyuck, no podía ser tan bueno si nadie fue por él. Cambiaría eso. Tomaría los fragmentos de su vida y cambiaría el curso de todo. Tomaría esa última oportunidad para aprovecharla al máximo. Deseaba vivir más que nunca y no iba a arrojar la toalla tan pronto.

AsfódelosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora