Capítulo cuatro.

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Había muchas cosas que solía esperarme para que sucedan en mi vida, sin embargo que Lee Minho creyera que por ser invitado a orinarme una vez ahora podía molestarme cuando quisiera no estaba en esa lista de cosas que esperaba.

Comenzó hace como una semana, estaba caminando por el pasillo con un poco de tranquilidsd debido a la ausencia de Jaebeom, sin embargo mientras pasaba a lado del grupo de Minho y sus amigos él me empujó y dijo algún insulto que no pude oír a la perfección.

Pensé que se quedaría en eso pero no fue así, sus bromas no se comparaban a lo cruel que podían llegar a ser Jaebeom y sus amigos, sin embargo cuando Yugyeom se les unió para ser su líder las bromas empeoraron drásticamente.

Lo que más le divertía parecía ser golpearme.

Jaebeom seguía ausentandose en lo que iba de la segunda semana, según escuché cuando Hyunjin le preguntó a Yugyeom casualmente él le dijo que le había surgido un viaje de imprevisto con sus padres. Estas deberían haber sido unas vacaciones para mi también pero no lo fueron, aunque por dentro estaba un poco agradecido de que fueran ellos y no Jaebeom, a veces me daban respiros, como aquel día.

Era receso y no me habían venido a buscar así que estaba solo en el salón, no tenía comida porque Minho había decidido robarmela antes de entrar a clases.

Escuché que alguien entró al salón pero no le presté atención sin despegar mis ojos del libro que pretendía leer, prefería fingir que no lo había escuchado a tener que enfrentarme a quién sea.

Algo fue puesto sobre mi pupitre y espere de todo, algún bicho, un sandwich en mal estado, cualquier cosa menos que al levantar la mirada estuviese el tipo nuevo quién había dejado en mi pupitres un paquete de galletas.

¿Serían galletas en mal estado? ¿Estarían hechas con bichos? ¿Tendrían cristales incrustrados?

Quizá el notó que realmente no confiaba en él ni en sus acciones porque se aproximó a hablar.

- Vi que ni en el primer receso ni el de ahora te levantaste a buscar algo para comer, tampoco te vi con comida que hayas traído así que pensé que quizás estabas hambriento.

Me pareció un poco gracioso que sus palabras se entrecruzaran por los nervios, él había sido perforado por agujas, sometido a que pinchen su piel por horas y no podía hablar bien por los nervios.

Miré las galletas, aún cuando su explicación era sincera una gran parte de mi no logró creersela, todos solían tratarme amablemente con acciones que eran falsas, pues solo esperaban humillarme, parecían disfrutarlo.

- Puedo comerlas contigo.

Sin esperar una respuesta mía agarró su silla y la acercó a mi pupitre antes de sentarse, luego abrió el paquete, tomó una galleta y la comió. Examiné su expresión, esperando que estuviese aguantando el desagrado solo para que yo la coma, pero no fue así, la terminó y enseguida agarró otra.

No iba a aceptarlas, nunca debía aceptar comida de nadie en esa jodida institución pero estaba realmente hambriento. Tomé una galleta y le di un mordisco, esperando algo malo que nunca llegó.

- No sabía que las galletas de una escuela podrían ser tan ricas -dijo mientras seguía comiendo-. Las hicieron las cocineras, ¿No? -nuestras miradas chocaron con su pregunta y no pude evitar apartarla.

Me ponía de los nervios mirarlo fijamente, aún tenía ese presentimiento que solo estaba actuando y que en cualquier momento comenzaría a golpearme.

- ¿No te gusta hablar? -agaché la cabeza ante su pregunta. Hablar se sentía extraño, la gente solía tener que darme permiso para hacerlo-. Está bien, no importa. También me gustan los silencios.

Esas fueron sus últimas palabras. Se quedó a mi lado haciendome compañía en silencio mientras comía y se aseguraba de que yo tambíen lo hiciera.

La compañía del chico lleno de dibujos no había sido mala después de todo.

...

Odiaba matemáticas. Realmente lo hacía.

Era la materia que más se me dificultaba entender, todos los números me terminaban mareando y frustrando justo como ahora.

Cuándo tocó el timbre sentí alivio, no solo se había acabado la clase de matemáticas sino que también había finalizado el día. Estaba un poco feliz por ello, en casa podía intentar relajarme. Cabe recalcar la palabra intentar porque nunca puedo relajarme.

Todos abandonaron el salón con rapidez, yo no tenía prisa, nunca lo hacía. Guardé mis cosas con calma mientras pensaba en todo lo que había pasado hoy.

El tipo nuevo (y tonto) compartió tiempo conmigo y en ningún momento se sintió como si estuviese planeando algo malvado en mi contra, comenzaba a confiar en él y me odiaba por hacerlo, mi cabeza solo me decía que sería para tener otra decepción.

La puerta se abrió y casi por instinto miré, era Minho junto a un tipo de un curso menor. Rápidamente me puse la mochila e intenté irme por la otra puerta pero Yugyeom apareció allí, con esa estúpida sonrisa que odiaba.

Intenté huir. Jodidamente lo intenté. Ellos no daban tanto miedo como lo hacia Jaebeom pero definitivamente eran rápidos, Yugyeom me tomó del cabello y jaló con fuerza para que me doliera, por un momento pensé que me lo arrancaría.

Otro tipo entró y me sostuvo por detrás para inmovilizarme, luché y luché, pero él era más fuerte. Los golpes pronto llegaron.

Seguí forcejando, solo quería huir. Logre zafarme pero antes de siquiera poder pensar en correr Yugyeom me dio una fuerte patada que me tumbó al suelo. Estaba cansado.

- Jodida mierda Changbin, si no lo vas a sostener bien y solo estorbar no te metas.

Hubo una pequeña discusión entre ellos y yo me lamente por dentro, porque el tal Changbin se volteó hacía mi como si realmente le hubiese dado una razón para odiarme. Quizá lo merecía.

El me pateo las costillas, una, dos, tres veces. Ya no podía respirar.

Yugyeom me tomó del pelo y me obligó a verlo aún cuando estaba tumbado en el suelo.

- Me parece que tienes un nuevo amiguito, ¿O me equivoco? -maldije internamente al tipo nuevo, esto era su culpa. Yugyeom jaló con mas fuerza mi cabello-. Responde, maldita sea.

- N-no es mi amigo.

- Oh -respondió con una sonrisa-. ¿No es tu amiguito? ¿Entonces qué es, tú noviecito? -su tono de voz solo envió escalofríos por todo mi cuerpo, algo malo iba a pasar-. No sabía que te gustaban esas cosas pero bueno, como estoy de buenas voy a darte un regalito.

Sus palabras me hicieron reaccionar, me intenté levantar e irme pero Yugyeom obligó a Minho a sostenerme en mi lugar, dejándome arrodillado. No, no.

- Hazlo tú. No tengo ganas -le dijo al tipo de curso inferior.

- No. Yo quiero hacerlo -intervino Changbin.

- Por dios, eres un idiota. Yeonjun siempre está a nuestra disposición, deja al niño hacerlo, después de todo, ¿Tú cumpleaños no fue la semana pasada, Seungmin?

Él asintió y Yugyeom le dio el pase libre, como si él fuese el propietario de mi cuerpo.

Seungmin se bajó los pantalones y me tomó del mentón, cuando acercó su pene a mi boca corrí el rostro. No quería esto. Maldita sea.

- Fuérzalo, Minnie.

El tipo parecía inseguro pero tomó con fuerza mi mentón y con ayuda de Changbin me dejaron la boca abierta. Cerré los ojos, esperando desmayarme o morirme en ese mismo momento. O que el tal Seungmin lo haga.

Esperé, pero lo unico que llegó fue un fuerte grito de dolor.

Minho me soltó y empujó al suelo a la par que Changbin me soltaba. No entendía lo que sucedía y por que el tal Seungmin no paraba de gritar.

Levanté la cabeza del suelo para comprender que es lo que sucedía y realmente me sorprendí, porque nunca espere ver al tipo nuevo golpeando a Seungmin con una silla sin parar.

¡Ouch! » YeongyuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora